¿Has leído algún libro de la colección infantil de “Los Hollister“? Yo me la leí enterita cuando era niña, me encantaba esa familia. Pero la memoria es una traicionera y hoy apenas recuerdo sus tramas y aventuras. Sin embargo, hay una portada de uno de estos libros que recuerdo perfectamente, “Los Hollister en Dinamarca“, con la estatua de la famosa sirena de Copenhague. Unas cuantas décadas después de ver esta portada, encontramos unos vuelos baratos de Madrid a Copenhague… ¿Cómo no íbamos a ir? Las motivaciones para viajar a una ciudad son de lo más insospechadas.
Así que allí que nos fuimos a pasar un fin de semana de octubre. En 48 horas es imposible ver toda la ciudad y, normalmente, si hay que elegir, somos más de pasear y callejear que de meternos en museos. Aunque siempre es buena idea unirse a un tour introductorio de la ciudad. Ésta fue nuestra ruta:
Calle peatonal Strøget. Es la calle comercial que atraviesa el centro y que sirve de guía para llegar a los principales lugares turísticos. Comienza en el gran edificio del Ayuntamiento (de allí parten los tours gratuitos a pie a las 11 de la mañana) y en su recorrido encuentras la plaza Gammeltorv (la más antigua de la ciudad) y la plaza Kongens Nytorv, mucho más grande y señorial, con edificios imponentes como el Teatro Nacional o el Hotel de Inglaterra. Lástima que la pillásemos totalmente en obras, sin poder siquiera caminar por ella… En la plaza de Nytorv además, si vas en Navidades, podrás ver el mayor mercadillo navideño de la ciudad.
Nyhavn significa literalmente puerto nuevo y es el punto desde donde parten los cruceros por los canales. Es además una de las postales típicas con sus casas de colores y sus barcos de madera amarrados: una imagen que contrasta con los edificios super modernos y la arquitectura vanguardista que caracteriza a la ciudad. Las terrazas de los cafés y restaurantes están abarrotadas, tanto con sol como con cielo nublado.
Palacio Christiansborg. El Palacio Real mantiene su uso para la familia real, visitable por cualquier turista (las habitaciones, las caballerizas, las salas de recepción) y es además la sede del Parlamento danés, de la oficina del Primer Ministro y del Tribunal Supremo (sí, los 3 poderes en un solo edificio). Para el viajero, lo más interesante es que se puede subir a su torre gratis y desde ahí tener una vista 360º de todo Copenhague. También puedes hacer un free tour que recorre éste y otros palacios de Copenhague.
Sirenita. El homenaje al personaje de Andersen se ha convertido en el principal reclamo turístico de Copenhague, pese a su pequeño tamaño, a una iluminación azul infame que le han colocado y a pesar de estar relativamente lejos del centro.
Lo mejor es casi el paseo para llegar allí: desde Nyhavn, cogimos la calle Bredgrade (llena de tiendas de decoración y diseño), pasamos por la Iglesia de mármol y el Palacio Amalienborg para finalmente cruzar la fortaleza reconvertida en parque de Kastellet, precioso con los colores de otoño. Volvimos por el puerto, divisando desde la orilla de en frente la Ópera de Copenhague, con su iluminación nocturna y que nos recordó al mismo edificio en Oslo.
Castillo de Rosenborg. Un castillo de cuento danés en medio de la ciudad, con unos enormes jardines de acceso gratuito. Eso es el castillo palacio de Rosenborg, que también se puede visitar en su interior y alberga un museo con las joyas de la corona. Aunque no entres a verlo, sus Jardines del Rey sí merecen un paseo.
Jardines Tívoli. El segundo parque de atracciones más antiguo del mundo puede mantener cierto aire romático viejuno, pero en realidad cuenta con instalaciones modernas como las de cualquier parque temático. Mucho mejor con iluminación nocturna, tuvimos la suerte de visitarlo en temporada pre Halloween, totalmente customizado para la ocasión. En Navidades con su famoso mercadillo también debe de ser un espectáculo. La entrada no es barata: 99 coronas, sin opción a subirse en ninguna atracción (unos 13 euros). Aún así estaba abarrotado cuando lo visitamos (cierto que era sábado) y aún así nos gustó mucho el paseo.
Iglesia de San Salvador. Esta iglesia barroca destaca sobre todo por su torre en forma de espiral con una escalera exterior que es posible visitar. La entrada cuesta 35 coronas y sólo es accesible hasta las 16 horas. Hay que subir unos cuantos escalones por una vieja escalera de madera y el tramo final exterior hay que ir en fila india y con mucho cuidado con el viento. El premio son unas estupendas vistas de los canales, el centro de Copenhague y alrededores (mejores que las de la torre de Christiansborg, si hay que elegir). ¡Y si ya te pilla un día despejado, ni te cuento!
Christiania. Esta ciudad libre prohibe estrictamente el uso de cámaras de fotos así que no tenemos imágenes que prueben nuestra visita, más allá de los carteles de entrada. En los años 70 se constituyó en unas instalaciones militares abandonadas esta comunidad que se proclamó independiente del Estado danés. Cuenta con unos 850 residentes, bares, salas de concierto, centros culturales, terrazas y tiendas donde es posible comprar drogas blandas. Vive por tanto en un estado de semialegalidad: se producen redadas de vez en cuando de la policía danesa y, a la vez, hay tours guiados turísticos por su interior. En cualquier caso, es un caso único en una capital europea y por ello merece la pena la visita: es totalmente seguro, cuenta con aseos, mesas, asientos y establecimientos para comprar comida y bebida (puede recordar a un festival de música) y pasean por allí muchísimos turistas (niños incluidos).
Sabemos que se quedaron fuera de la lista los museos varios de la ciudad y los barrios más alejados del centro, pero con tiempo limitado siempre hay que elegir. Además, también había que disfrutar de la ciudad gastronómica y nocturnamente… ¡y aquí también os lo contamos!
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