¡Ya estamos de vuelta! ¡Qué rápido se acaba lo bueno! Y más en este caso: Sri Lanka nos ha encantado y el viaje se nos ha hecho cortísimo, de los que más pena nos ha dado volver. Hemos descubierto un país super completo: en pocos kilómetros pasas de safaris en plena naturaleza a ciudades milenarias, playas paradisíacas o extensos campos de té. Es imposible aburrirse o no encontrar algo en esta isla que apetezca hacer, por muy dispares que sean los gustos de sus visitantes.

Antes de irnos te contamos cómo habíamos organizado nuestro recorrido y lo que planeábamos ver. Ahora que efectivamente lo hemos vivido, repasamos y os confesamos aciertos y errores.

Un bonito sello más para nuestro pasaporte: ¡Sri Lanka!

Un bonito sello más para nuestro pasaporte: ¡Sri Lanka!

Clima

Viajando a finales de septiembre, principios de octubre, supuestamente nos libraríamos de los 2 monzones que pasan por Sri Lanka (recordamos: de octubre a marzo en el este, el norte y las ciudades históricas; de mayo a agosto, en el sur, el oeste y las tierras altas). Efectivamente así fue.

Nos sorprendió lo seco que estaba todo en los Parques Nacionales que visitamos, pasamos mucho más calor del esperado en general y en las playas del Sur, pese a no ser su temporada alta, pudimos bañarnos y tomar el sol sin problema porque las temperaturas lo permitían sobradamente. En las tierras altas fue como trasladarse a otro país porque el paisaje y el clima eran totalmente distintos: lluvia, niebla, 10 grados menos, árboles y montañas verdísimos… Creemos que vayas en la época del año que vayas, a esta zona hay que ir con chubasquero y jersey.

En definitiva, si vas a recorrer las zonas culturales, las tierras altas y las playas (como casi todos los que viajamos allí), toca meter en la maleta desde bañador y chanclas hasta botas y chubasquero.

Transporte

Para movernos por Sri Lanka contratamos los servicios de un conductor: Shan Weerakon13 días por 540$. Shan no pudo acompañarnos por cuestiones familiares (operaban a su hijo) así que nos mandó otro chofer que trabaja para él y el coche que habitualmente conduce el propio Shan. El automóvil era moderno, bien cuidado, super cómodo y amplio, con aire acondicionado (cosa que agradecimos porque, repito, pasamos mucho calor) e incluso ¡con wifi gratuito! Tuvimos algún problema para acceder por caminos pequeños o sin asfaltar pero nada insalvable.

Shan nos llamó y escribió varias veces durante el viaje para confirmar que todo estaba bien y que estábamos contentos con su servicio, fue muy muy amable. El conductor que nos puso tuvo sus más y sus menos. Hubo detalles que no nos gustaron demasiado: nos pidió prestado dinero hasta 3 veces, no lavó el coche en toda una semana… nada demasiado grave, pero nunca nos había ocurrido con conductores anteriores en otros países. En resumen: recomendamos a Shan, pero si le contratas, pide explícitamente que él sea el chófer.

Por lo que vimos, las carreteras en general están bastante bien. La limitación de velocidad es más alta que en España (aunque suelen saltársela) y no nos pareció especialmente complicado moverse por el país y acceder a los lugares turísticos. Hay más tuk tuks que coches, aunque los primeros van bastante más lentos que los segundos y estos tienden a adelantarles mientras pitan sin parar, pero para llegar a ciertos lugares, el tuk tuk es incluso más práctico. Así que la posibilidad de moverse en uno por tu cuenta es de lo más factible.

El transporte público sólo lo probamos con el tren que atraviesa las tierras altas (de Nuwara Eliya a Ella) así que no podemos juzgarlo en realidad. El recorrido de este tren es una maravilla, por los paisajes que ves y los pueblecitos que atraviesas, de las cosas que más nos gustó del viaje. Ahora bien, lo cogimos como actividad turística, no por necesidades de desplazamiento. Para lo segundo, lo que sí pudimos constatar es que es mucho más lento que si te mueves por carretera y que los retrasos son de lo más comunes (nuestro tren salió una hora tarde, para un trayecto de 2 horas y media…).

Para nosotros la principal ventaja de contratar un coche con conductor es la facilidad y rapidez que nos da para movernos: la mayoría de días salíamos a primera hora de la mañana y no llegábamos al siguiente hotel hasta la noche; durante el día desde bien temprano aprovechábamos a ver sitios y hacer actividades con la tranquilidad de que las maletas estaban en el maletero del automóvil. Es por tanto quizá una manera menos “auténtica” de recorrer el país, pero nos permite ver más cosas en menos tiempo (ojalá tuviésemos días de vacaciones infinitos).

Moneda

Mira que el cambio para la rupia cingalesa lo teníamos fácil, al ser igual al de la antigua peseta: 1 euro equivale aproximadamente a 160 rupias (LKR en sus siglas). ¡Qué rápido se nos ha olvidado lo que era pagar con pesetas! Tuvimos que hacer memoria… Lo primero que nos llamó la atención de la moneda de Sri Lanka fue ¡lo bonitos que son sus billetes! En serio. Coloridos, con dibujos de animales, muy alegres… No sé, daban buen rollo (más allá del hecho de que tener dinero en la mano en general sea bueno, jeje).

Los billetes de rupia de Sri Lanka son realmente bonitos

Los billetes de rupia de Sri Lanka son realmente bonitos

Llegamos al aeropuerto de Colombo sin moneda local, solo con dólares y unos pocos euros, así que cambiamos estos en el aeropuerto para ir tirando (los dólares los guardamos para pagar al conductor y un par de hoteles). Primer error: es mucho mejor esperar a cambiar en las ciudades. Concretamente en Negombo o Kandy. Y nada de ir a bancos: en Sri Lanka las joyerías sirven mucho mejor a estos fines. Para el resto del viaje sacamos dinero en dos ocasiones de cajeros directamente: con nuestra tarjeta ING la comisión por extracción es de 2 euros, que nos pareció razonable. Pero ojo, no todos los cajeros admiten tarjetas extranjeras (sobre todo en las ciudades pequeñas).

Sea como sea, necesitas llevar dinero contante y sonante: pagar con tarjeta de crédito es prácticamente imposible en alojamientos, restaurantes, safaris… Eso sí, aceptan tanto dólares como rupias. 

Tarjeta SIM

Ya habíamos leído en otros blogs que las tarjetas de prepago son baratérrimas en Sri Lanka. Éste es el primer viaje en que hemos comprado una y por tanto hemos estado conectados el 100% del tiempo (y eso que no sabíamos que tendríamos también wifi en el coche). La adquirimos nada más bajar del avión: en el aeropuerto hay varios puestos de operadoras telefónicas con carteles publicitarios bien visibles de “pack turista” y sus ofertas.

Nosotros contratamos una de sólo datos con Sri Lanka Telekom: 8 gigas por 1.000 rupias (6 euros). El proceso es sencillísimo, incluso nos configuraron el móvil para usarla directamente en el puesto de venta: simplemente necesitan una fotocopia de tu pasaporte y tu firma.

Gastronomía

Hemos comido muy bien en Sri Lanka. No al nivel quizá de otros países, como Perú, donde la gastronomía fue uno de los top del viaje, pero también aquí hemos tenido grandes momentos gourmet. El plato cingalés por excelencia es el arroz con curry: lo encontrarás en todos los restaurantes y hoteles y a bajo precio (desde 700 rupias con bebida y postre). No es un plato único en realidad: te sirven el arroz y lo acompañan de una multitud de platillos de entre los que puedes ir eligiendo y añadiendo al arroz. Desde pollo o pescado hasta varios tipos de currys (con distintas gradaciones de picante), verduras, salsas… Es más parecido a un buffet libre.

El arroz con curry es el plato por excelencia en Sri Lanka, pero ojo, la variedad de currys que tienen es impresionante

El arroz con curry es el plato por excelencia en Sri Lanka, pero ojo, la variedad de currys que tienen es impresionante

Es fácil encontrar también menús orientales e hindúes: por razones de cercanía geográfica y culinaria y porque los chinos eran los visitantes más numerosos en el país, con mucho. En todos los casos miden que no sea demasiado picante para que los turistas menos acostumbrados no suframos y siempre puedes pedir la opción más “spicy” si te atreves. En las ciudades grandes, como Kandy o Galle, es posible además comer pizza, pasta, hamburguesa y demás variantes occidentales, aunque nosotros no probamos ninguna, nos quedamos siempre con las alternativas locales. Puede resultar un poco cansino para algunos, lo entendemos, pero nosotros estuvimos solo 2 semanas y tampoco es una gastronomía que acostumbremos a comer en España.

Mención aparte merecen los desayunos: variados, enormes y para todos los gustos. Siempre los teníamos contratados en el alojamiento donde dormíamos y siempre nos pareció que merecían la pena. Muchos días ni siquiera almorzamos a mediodía porque estábamos aún digiriendo lo desayunado…

Los componentes básicos eran: fruta (plátanos, melón, sandía y piña fundamentalmente), café o té (ojo, el café siempre soluble típico de Nescafé, es un país productor de té y como tal, mejor beber éste), huevos en distintos formatos (a la plancha, en tortilla, escalfados) y tostadas con mantequilla y mermelada. En algunos hoteles a esto sumaban alguna opción dulce más (por ejemplo unas tortitas típicas cingalesas con relleno de miel y coco) y en otros, podías elegir la versión completa de Sri Lanka del desayuno, que ya suponía empezar el día a tope de curry. ¡En todos los casos los disfrutamos muchísimo!

Algunos consejos

¿Negombo o Colombo?

La mayoría de los viajeros se plantean esta pregunta a la hora de decidir dónde pasar su primera noche o la última en Sri Lanka, al ser las dos localizaciones más cercanas al aeropuerto. Nosotros, como ya te adelantamos, decidimos que estaríamos nuestro último día en Negombo pues leímos que Colombo era más caótico y un lugar de playa nos pareció a priori más atractivo. La verdad es que no nos emocionó mucho, con gusto habríamos pasado una noche más en Galle (que era de donde veníamos) y habríamos madrugado más el día del vuelo.

Safaris: ¿sí o no?

Para nosotros, devoradores de documentales de naturaleza, un sí clarísimo. Hicimos hasta 5 safarisWilpattu, Minneriya, Udawalawe y dos en Yala. El problema es que no son una afición barata precisamente: cada uno nos costó una media de 90 dólares, con jeep para nosotros dos, entradas al parque natural de turno y conductor/guía. La forma de abaratar algo el precio del safari es hacerlo en grupo, es decir, ir más personas por coche.

Si aún así hay que elegir ¿cuál merece más la pena? Pues depende. Wilpattu y Yala, sobre todo éste último, son los mejores para ver al esquivo leopardo, pero como nosotros fuimos en la época seca (septiembre – octubre), es más complicado aún encontrarlo y en Yala están cerrados los principales bloques que suelen visitarse precisamente por la escasez de agua. La parte buena es que ambos parques tienen una mayor variedad de animales que el resto con lo que aunque no veas al famoso felino, puedes disfrutar de muchos otros. Conclusión: si vas en la época seca, creemos que Wilpattu es mejor; si vas en cualquier otra temporada, ve a Yala porque es mucho más probable que veas algún leopardo.

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Udawalawe y Minneriya son más indicados para ver elefantes. Y créeme, que los verás a motones. Minneriya es imprescindible si vas en agosto – septiembre: se produce un fenómeno denominado “La Concentración” que consiste en decenas y decenas de elefantes que se reúnen al atardecer en las inmediaciones de un embalse. Puedes verlos de muy muy cerca, interactuando entre ellos, jugando con las crías, moviéndose… ¡Un espectáculo! Si no vas en estos meses, o si te lo puedes permitir como añadido, en Udawalawe pueden verse numerosos elefantes, aunque más aislados, no en grupos tan numerosos, pero además hay otros muchos animales: cocodrilos, aves, búfalos… 

Si quieres saber más sobre los safaris o estás decidio a hacerlos pero necesitas algunos consejos, aquí te los damos.

Excursión a ver ballenas en Mirissa: ¿sí o no?

Otro sí definitivo, si el mar lo permite. Pensábamos que lo de ver ballenas azules, el animal más grane del planeta, sería un poco cuento chino. Para nada: resulta que les gusta frecuentar las costas del sur de Sri Lanka. En la playa de Mirissa verás montones de empresas comecializando los tours (y con los recuentos diarios del número y tipo de animales avistados), pero nosotros hicimos caso del consejo de la Lonely Planet y contratamos con Raja & The Whales. No son los más baratos pero respetan la normativa internacional de acercamiento a estos grandes mamíferos. Eso sí: no es un paseo fácil, la mitad del pasaje del barco nos mareamos y pasamos un mal rato (aunque ver una ballena ayudaba a que se te olvidase un poco) así que llévate pastillas para el mareo bien fuertes.

Ver ballenas azules, los animales más grandes del planeta, es posible en Mirissa

Ver ballenas azules, los animales más grandes del planeta, es posible en Mirissa

Bañarse en el Índico

En Madagascar ya probamos esa sensación y hasta hicimos snorkel sin ningún problema. Las playas del este y el sur de Sri Lanka son otra cosa… En Tangalle no pasamos de mojarnos los pies: las olas daban miedo. En Mirissa podías bañarte pero también había olas considerables, con lo que convenía ir con precaución. Al final las playas eran más para pasear y tomar el sol, así que tenlo en cuenta: si eres de los que necesita estar a remojo, mejor reserva un hotel con piscina. Y si eres surfista o quieres empezar a serlo, las playas cingalesas te encantarán: hay muchísimas especialmente indicadas para practicar este deporte.

Cómo calzarse para ver templos

Este consejo puede parecer una tontería pero no lo es. En los templos budistas tienes que entrar descalzo. Por tanto, conviene llevar calzado fácil de poner y quitar. En Pollonnawura por ejemplo tienes que calzarte y descalzarte cada dos por tres. Pero ojo, que si hace calor agradecerás llevar calcetines: la piedra del suelo está tan caliente, al ser construcciones al aire libre bajo el sol, que quienes van descalzos del todo apenas pueden caminar. Es la primera vez en nuestra vida en que vimos que ir con sandalias y calcetines resultaba al final lo más práctico (adiós glamour).

Además, en algunos templos como las cuevas de Dambulla o el Templo del Diente en Kandy, no vale con dejar los zapatos en la entrada, tienes que guardarlos en unos puestos preparados a tal efecto y donde hay que pagar unas pocas rupias. Suena a tontería pero nosotros subimos hasta Dambulla sin dinero, porque la entrada es gratuita, y casi no nos dejan entrar porque no teníamos para pagar por el almacenado del calzado, pues tampoco te dejan acceder llevándolo en la mano.

En los templos budistas hay que entras descalzo: en los más turísticos hay puestos para dejar los zapatos a cambio de unas rupias

En los templos budistas hay que entras descalzo: en los más turísticos hay puestos para dejar los zapatos a cambio de unas rupias

¿Una cerveza, por favor?

Reconocemos que nos encanta eso de terminar el día, después de haber hecho las mil y una actividades de turno con que solemos llenar nuestras jornadas viajeras, y ver atardecer con una cerveza en la mano. En Sri Lanka no es tan fácil: muchísimos restaurantes y hoteles no venden bebidas alcohólicas, así que si eres de los nuestros, tendrás que ir preguntando hasta dar con los sitios o comprar las botellas en alguna tienda de alimentación. Por cierto, las marcas más habituales allí son Tiger y Lion. Como siempre, hay excepciones: en las ciudades costeras del Sur los cócteles eran más comunes que el agua. 

En los próximos posts os iremos contando más secretos del viaje: qué ver y hacer en cada lugar del recorrido, nuestras críticas de los hoteles y restaurantes que visitamos, qué tener en cuenta para contratar un safari… ¡Síguenos en el blog para no perderte nada!

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Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

15 Comment on “Guía de viaje de Sri Lanka

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