Somos unos fanáticos de los pintxos y las tapas. Así, sin rodeos ni discusiones. De ello dan fe otros posts sobre este tema en Bilbao y en Donostia. Comer de bar en bar probando pequeños bocados deliciosos de las mejores barras nos parece el mejor plan gastronómico del mundo. Sufrimos cuando solo podemos elegir un plato o dos para comer de una extensa carta: la solución de reducir las cantidades y multiplicar las opciones nos parece una genialidad. Así que en Vitoria, conocida por su tradición de pintxo-pote y capital gastronómica en 2014, fuimos felices, muy felices.

Pero ¡hay que informarse para alcanzar la excelencia! Como solo estuvimos un día en Vitoria, nos centramos en el casco histórico. Nos contaron que la zona de la calle Cuchillería está repleta de bares de los de siempre, con pinchos tradicionales: su buena tortilla, sus croquetas, sus gildas y sus rabas. Y para modernidades y tapas creativas, hay que ir a las inmediaciones de la plaza de la Virgen Blanca.

Así el recorrido no es solo gastronómico, sino cultural e histórico. Y merece mucho más la pena: el centro medieval de Vitoria, conocido como la Almendra, por su silueta con forma de este fruto seco, es una auténtica maravilla para pasear y para conocer saltando de barra en barra.

Empezamos por los bares de toda la vida, con pinchos de siempre pero no por ellos menos apetecibles, en La Riojana (calle Cuchillería 33). Y como la tradición manda, nos pedimos sendos pinchos de tortilla: uno de manual, de patata y cebolla, y otro con ingredientes extra de espinacas, queso y pimiento.

Hicimos un pequeño desvío en la ruta de pintxos para admirar la vista nocturna de la catedral gótica de Santa María y deambular un poco por las maravillosas calles medievales del centro histórico. Y así nos topamos con La Torre de Anda. Una de las construcciones más antiguas de Vitoria, del siglo XV, que hoy en día alberga viviendas y un pequeño bar con una carta muy concreta: quesos, embutidos y vinos. De hecho, si eres amante del queso, el olor nada más entrar te hará sentirte muy bienvenido.

Pintxos los hay de todas las formas y colores: también en formato bocata

Pintxos los hay de todas las formas y colores: también en formato bocata

Muy cerca de éste se encuentra El Tulipán de oro (calle Correría 157). Lo primero que llama la atención es la construcción donde se encuentra: como atravesar un túnel del tiempo y entrar en una taberna del medievo. Aquí se viene a comer morcilla y chorizo “al infierno”. Su presentación no puede ser más espectacular: en pequeñas parrillas individuales de barro colocan el chorizo y le prenden fuego en la misma barra delante de los comensales. Su nombre asusta más que la realidad y el picante es más que tolerable.

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Emprendimos rumbo hacia la plaza de la Virgen Blanca, epicentro de Vitoria, pero con parada previa en el bar Erkiaga (calle Errementari 38). Su barra acoge tantos pintxos como premios que han acumulado los últimos años en todo tipo de certámenes y jornadas gastronómicas. Y es que aquí la creatividad es un ingrediente más de sus platos. Tendrás que preguntar qué es cada uno exactamente porque a simple vista es imposible de adivinar: probamos un excelente pincho de lasaña de pato  y otro de pulpo, servido en una cestita hecha de patatas fritas y con una salsa que a saber de qué era pero estaba estupenda.

Paseamos tranquilamente por la plaza de la Virgen Blanca, hicimos algunas fotos y llegamos a uno de los bares estrella de la ciudad: el asador Sagartoki (calle del Prado 18). El establecimiento es muy grande, incluso tienen un espacio trasero, recientemente inaugurado, más informal, con DJ y donde la barra se reparte a partes iguales entre pintxos y cócteles.

Y en el Sagartoki hay que pedir el huevo frito del Sagartoki: una fina patata frita en forma de ravioli, rellena de panceta y con una yema de huevo. Se come de un bocado, pues es de tamaño pequeñito y el objetivo es que la yema rompa en tu boca y no en tu mano o en tu ropa. Una original delicia.

Ya con la barriga llena y apurando el horario de cenar, llegamos al Toloño (Cuesta San Francisco, 3), otro de los más reconocidos y con premios en su haber. Lamentablemente era demasiado tarde y el restaurante estaba dando paso al bar de copas. La camarera fue tan amable de sacarnos un par de pintxos de la cocina para al menos poder probarlos: taco de atún y pimiento picante.

Como nuestra estancia en la capital alavesa fue corta, sólo pudimos recorrer los bares del Casco Viejo, pero en la web de su Ayuntamiento tienes información sobre posibles rutas en otras áreas de la ciudad. Tenemos claro que volveremos a Vitoria, esta vez con más tiempo, para recorrerla más a fondo ¡y seguir probando sus pintxos! Qué aproveche, on egin!

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

9 Comment on “De pintxos por Vitoria

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