El desierto más antiguo del mundo. El Parque Nacional más grande de África. Las dunas más altas del continente. El sueño de cualquier viajero. No importa cuántos ¿cientos? de fotos hayas visto: cuando llegas a él te quedas sin habla. No importa cuánto hayas leído: este lugar se escapa al entendimiento.

El desierto del Namib es una región desértica de 80.900 kilómetros cuadrados que se extiende por la costa central namibia formado una estrecha franja alargada. De estos, casi 50.000 forman el Parque Nacional de Namib-Naukluft, cuya zona más conocida, turísticamente hablando es Sossusvlei: enormes dunas de hasta 400 metros de altura, rojizas y anaranjadas, creadas por la acción del viento del Atlántico que empuja la arena tierra adentro.

Visitarlo era un sueño viajero y pudimos cumplirlo. A la postre se convirtió de hecho en uno de los mejores recuerdos de Namibia. ¿Cómo lo hicimos?

Se accede por Sesriem y esta puerta está abierta desde el amanecer hasta el atardecer. Prometemos que no encontramos horario más preciso que ése, hasta llegar al hotel donde nos lo precisaron. En nuestro caso (finales de agosto), desde las 7.30 de la mañana hasta las 6.30 de la tarde. Lo ideal es entrar cuanto antes para disfrutar de las primeras luces del día y evitar las horas de más calor. Pero la carretera de acceso no es fácil ni mucho menos: creemos que podría llevarse el premio a la peor que recorrimos en todo nuestro itinerario.

Por tanto, tienes que madrugar mucho para entrar, con lo que cuanto más cerca te alojes de Sesriem, mejor. De hecho, si quieres ver amanecer desde lo alto de una duna (esas míticas fotos que habrás visto en Internet) debes dormir la noche antes dentro del propio desierto, de modo que no tengas que pasar el trámite del acceso al Parque.

Las alternativas de alojamiento en tal caso son dos: el campamento de Sesriem (opción camping, muy solicitada) y el lodge Sossusvlei (opción de super lujo). Así que los que nos movemos en el área intermedia, tenemos que buscar sitio fuera del Parque necesariamente, donde, ahí sí, hay más donde elegir. Debes buscar entre Sesriem y Solitaire, el “pueblo” más cercano, a una hora y media en coche de la entrada. Tendrás más alternativas si reservas con antelación, como te contamos en el post sobre todos nuestros alojamientos del viaje. Y en el caso de Sesriem, antelación es más de 6 meses.

Si estás pensando en ir y volver el mismo día al desierto desde Windhoek o alguna otra ciudad que no sea Solitaire, cambia de plan. Te será prácticamente imposible llegar a una buena hora a Sossusvlei, verlo y regresar de vuelta antes de que sea de noche.

Primeros turistas ascendiendo dunas en Sossusvlei, a primera hora de la mañana aún con niebla. Desierto de Namibia

Nosotros nos alojamos en el Agama River Camp, que está, teóricamente, a 45 minutos de Sesriem. La realidad es que esos 3 cuartos de hora están calculados si vas en 4×4 pudiendo correr por carreteras sin asfaltar: en turismo calcula más bien 1 hora y 15 minutos. Conclusión: el madrugón fue considerable. Así que, repetimos, cuanto más cerca duermas de Sesriem, sobre todo si circulas en coche, mejor.

El acceso está junto al Sossusvlei Lodge: verás éste a la derecha y debes continuar un poco más adelante. Probablemente habrá una cola considerable así que relájate y espera. Para que te hagas una idea, nosotros llegamos alrededor de las 7.40 y fuimos el vehículo número 46 (cuando salimos a eso de las 3 de la tarde llevaban 147 ya).

El precio para acceder a Sosussvlei, en agosto de 2018, era de 80 dólares namibios por persona (no llega a 5 euros) más 10 dólares por el coche (60 céntimos). Entrando a primera hora, recién abiertas las puertas, no estaba aún disponible la taquilla para pagar: anotaron nuestro nombre y matrícula, nos dijeron un número y a la salida, fuimos con ese número a abonar la tarifa antes de salir.

Traspasada la entrada, a unos pocos metros, llegas a una rotonda en torno a la cual están todos los servicios disponibles dentro del parque: la gasolinera, el camping, un restaurante, la recepción para pagar, los baños, etc. Desde allí, a la izquierda parte el camino hacia el cañón de Sesriem (que también merece una visita) y de frente, ¡oh sorpresa!, una carretera perfectamente asfaltada hacia Sossusvlei.

En ese momento se hace más evidente que nunca la respuesta a la eterna pregunta “¿puedo circular por el Parque con un coche 2×2?”. Sí, puedes, e incluso lo harás mejor que en el resto de carreteras por las que has llegado a Sesriem y a mucha mayor velocidad. Pero ojo, el último tramo para llegar a Sosussvlei sí exige un 4×4 y además, cierta maña para conducirlo por la arena. Sinceramente, nosotros ni llevando un jeep nos habríamos atrevido. Pero no te preocupes: puedes caminar (son 5 kilómetros) o bien hacer uso del servicio de bus del parque por 110 dólares namibios por pasajero (6,5 euros) y que te lleva en solo 10 minutos. Si optas por esto último, asegúrate de tener el dinero en metálico: la cobertura brilla por su ausencia en este punto así que dudamos que los datáfonos obren milagros.

Mapa de Sesriem a Sossusvlei, Parque Namib-Naukluft. Fuente: visitingnamibia.com

Mapa de Sesriem a Sossusvlei, Parque Namib-Naukluft. Fuente: visitingnamibia.com

Familiarizarte con este mapa antes de tu visita es buena idea. Como ves, desde la puerta de Sesriem hasta el punto a partir del cual es obligatorio circular con todoterreno hay 61 kilómetros pero, dado el buen estado de la vía, sin paradas llegas en 45 minutos fácilmente. Acotamos lo de “sin paradas” porque en este recorrido ves ya los típicos paisajes de arena alucinantes e incluso encuentras la mítica Duna 45 donde muchas personas se detienen ya directamente para subir y disfrutar de las vistas.

¿Cómo ir vestido al desierto? Por capas. Si planeas entrar a primera hora de la mañana debes ir abrigado: hace mucho frío. A medida que el sol va imponiéndose, te sobrará ropa, sobre todo si subes y bajas dunas. Terminarás en manga corta y si llevas pantalón desmontable, mejor aún. Gorra o sombrero es imprescindible y no olvides la protección solar: parece irónico teniendo en cuenta que empiezas el día con abrigo, pero terminarás necesitándola.

Por tanto, ¿qué recorrido hacer y en qué orden? No hay una respuesta única y cierta. Creemos que dependerá de tus gustos. Te contamos lo que hicimos nosotros.

Deadvlei, en el desierto del Namib, Namibia

Nada más entrar, atravesamos directos hasta llegar al parking donde coger el bus que nos llevaría a Deadvlei: un río ya seco en el que permanecen intactas un grupo de acacias deshidratadas y muertas, formando la que sea quizá la estampa más icónica de Namibia. Era nuestra objetivo número uno en este desierto así que teníamos claro que sería nuestra primera parada.

No sabemos si es lo habitual todos los días de su invierno, pero desde el parking hasta la parada en Sossusvlei la niebla cubría las dunas. Era una paisaje fantasmagórico, irreal. El bus te deja a un kilómetro de Deadvlei: corrimos todo lo que pudimos sobre la arena para intentar llegar antes de que la niebla se hubiese desvanecido del todo (¡ver Deadvlei semicubierto por niebla habría sido ya la locura!) pero el sol fue más rápido que nosotros y ya estaba despejado cuando lo alcanzamos.

 

Aquí se produce una bifurcación de caminos: puedes optar por ir directamente a Deadvlei, como hicimos nosotros, o bien subir la duna Bid Daddy, la más alta de Sossusvlei, que es una de las que lo rodea y desde la que también tienes vistas a este valle, aprovechando que aún el sol no castiga con fuerza.

Es muy difícil describir con palabras cómo es Deadvlei. Nuestras primeras sensaciones fueron que era mucho más grande de lo que pensábamos. Que los árboles estaban más separados entre sí de lo que creíamos. Que abarcar el valle entero con la vista a pie de tierra es imposible, pero a cambio tienes mil rincones para detenerte, observar desde una perspectiva, desde otra, volver a mirar… Que aunque haya mucha gente, siempre encuentras un ángulo en que parece que estás solo. Y que la combinación de las acacias negras, el suelo blanco, el sol y las sombras es de una belleza surrealista única.

 

Después de fotografiarlo en (casi) cada punto, ascendimos los 325 metros de la duna Big Daddy. Ya hacía bastante calor así que nos costó un poco, pero las vistas compensaban todo. No solo por la panorámica sobre Deadvlei, momento en que te das cuenta de sus verdaderas dimensiones, sino sobre todo porque alcanzas altura suficiente para “intuir” lo que es el inmenso mar de dunas de Sossusvlei. Otra de esas visiones que se te quedan clavadas en el cerebro. No se nos ocurre mejor forma de decirlo pero es que son dunas muy bonitas: sus colores rosados, naranjas, amarillos y rojizos, sus formas, la composición que crean entre todas… Habíamos estado ya en el Sahara pero, sin menospreciarle, el desierto namibio nos robó el corazón.

 

Cogimos el bus de vuelta desde el mismo punto donde nos había dejado por la mañana y regresamos al parking. Habíamos leído en algún blog sobre problemas de esperas y hacinamiento para tomar este servicio: la verdad es que nosotros no vimos nada de esto. Tanto a la ida como a la vuelta apenas esperamos un par de minutos desde que decidimos tomar el bus hasta que efectivamente apareció uno para llevarnos. Quizá fue buena suerte sin más, pero no vimos largas colas de espera en ningún momento.

En el parking recuperamos nuestro coche, tomando antes el desayuno que nos habían preparado en el hotel. Es importante que lleves agua y alimentos contigo si planeas estar muchas horas recorriendo Sossusvlei (que es lo habitual) porque no hay ningún lugar para abastecerse de líquidos ni comida salvo en la entrada que comentábamos antes. Deshicimos el recorrido de primera hora del día por la carretera asfaltada, ahora sí, con paradas esporádicas para disfrutar del paisaje, hasta llegar al siguiente hito turístico del parque: la duna 45.

Su nombre se debe al hecho de que está situada en el kilómetro 45 de la vía, está justo junto a ésta con lo que detenerse es muy sencillo, y destaca por su bella curvatura. Muchos ascienden esta duna para ver amanecer o atardecer desde ella. Nosotros no pudimos subir más allá de unos pocos metros (su altura total es de 80) porque hacía muchísimo viento, la arena nos azotaba con fuerza y apenas veíamos. Así que no podemos decir si las vistas merecen la pena más o menos que desde Big Daddy.

Turistas subiendo las dunas de Sossusvlei, desierto de Namibia

Regresamos al acceso de Sesriem, pagamos las entradas que por la mañana no habíamos podido abonar, y desde ahí nos dirigimos a la última parada del día, a 4 kilómetros por carretera no asfaltada: el cañón de Sesriem. Es una hendidura rocosa de unos 30 metros de alto y un kilómetro de largo: puedes verla desde arriba (junto al aparcamiento donde dejas el coche) y también bajar hasta su lecho y caminar por él. Un paseo a la sombra muy agradable. Es un cañón bonito, pero después de la espectacularidad de Deadvlei o Sossusvlei, sale perdiendo en la comparación.

¡Y así finalizó nuestro día en el desierto de Namib! En total invertimos 7 – 8 horas. Si hubiésemos podido subir la Duna 45, habría sido algo más. Fue una jornada inolvidable: solo por ver este sitio merece la pena el viaje a Namibia.

Teníamos claro que queríamos ver el desierto desde el aire y elegimos hacerlo desde un vuelo en globo, el primero de nuestras vidas. Contratamos con la empresa Samawati, ubicada en Solitaire. La experiencia fue estupenda: desde observar todo el proceso de montaje del globo hasta luego las vistas desde él, lo suavamente que se desplaza, la estabilidad con que te permite hacer fotos… Tuvimos mala suerte porque hacía tan poco viento que no pudimos salvar la distancia hasta Sesriem para poder sobrevolar las dunas de cerca. Vimos después que en la entrada misma de Sesriem había algunos globos funcionando: creemos por tanto que para asegurar el tiro, es mejor contratar la actividad ahí. Si tienes suerte, desde Solitaire puedes ver tanto las montañas Naukluft como las dunas de Sossusvlei; pero si no es así, como nos ocurrió a nosotros, no llegarás a las dunas y creemos que es lo que realmente merece la pena del vuelo.

Vuelo en globo desde Solitaire sobre el desierto de Namibia

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

3 Comment on “El desierto del Namib

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