Si algo bueno nos ha traído este 2020 es que por fin hemos dedicado tiempo a conocer la Comunidad de Madrid, donde vivimos desde hace muchos años, pero a la que habíamos prestado muy poca atención hasta ahora. Y gustándonos como nos gustan los destinos de naturaleza, es imperdonable, porque Madrid cuenta nada menos que con un Parque Nacional, el de Guadarrama, además de otros muchos espacios naturales protegidos, como la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón que también pudimos conocer hace poco.

El objetivo de nuestra escapada esta vez forma parte precisamente del Parque de Guadarrama. Rascafría se ubica en el Valle Alto del Lozoya, en la parte noroccidental de la comunidad madrileña, a unos 1.100 metros de altitud y casi delimitando con la provincia de Segovia. Dentro de su término municipal se hallan dos importantes puntos de interés: el parque natural de Peñalara (otro paraíso cercano de senderismo que aún tenemos pendiente conocer) y el Monasterio de Santa María de El Paular, uno de los más importantes de la zona norte de Madrid. Puedes conocer mucho más sobre Rascafría con esta visita guiada en grupo.

El río Lozoya a su paso por Rascafría
El río Lozoya a su paso por Rascafría

El macizo montañoso de Peñalara acoge el pico más alto de la sierra de Guadarrama, del mismo nombre y con 2.428 metros. Además de este hito, la importancia de Peñalara radica en sus formaciones glaciares, las más importantes y mejor conservadas de Guadarrama. El paisaje lo forman bosques de pino silvestre, piornales, enebrales y matorrales de alta montaña. En cuanto a la fauna, abundan anfibios y aves, entre los que destaca el buitre negro, especie muy amenazada, de la que habita aquí una importante colonia. Peñalara cuenta con numerosas y populares rutas de senderismo y es muy visitada por montañeros y turistas.

Y en Rascafría, concretamente en la Finca de los Batanes, está el Bosque de Finlandia, una “adecuación paisajística” muy conocida (Instagram mediante) y que, como su propio nombre indica, recuerda a los paisajes boscosos escandinavos. Abedules, chopos, tejos y acebos pueblan esta zona, regada por el río Lozoya.

Cabaña de madera en el Bosque Finlandés, Rascafría
Cabaña de madera en el Bosque Finlandés

Hay además un pequeño lago, con un embarcadero de madera y una cabaña que en su día se utilizó de sauna. Este punto en concreto es como de cuento, el más fotografiado de este paraje y, consecuentemente, el más visitado.

Estanque en el Bosque Finlandés, Rascafría
Estanque en el Bosque Finlandés

Nosotros fuimos en otoño y los colores naranjas y ocres le daban un aspecto realmente bonito. Pero también es muy recomendable verlo en invierno, si ha nevado, con la vegetación teñida de blanco e incluso, con suerte, el lago helado.

La vegetación del Bosque Finlandés recuerda a los paisajes escandinavos
Vegetación del Bosque Finlandés

La ventaja y la desventaja del Bosqué Finlandés es su fácil acceso desde Rascafría. Ventaja, porque permite recorrerlo en un paseo cómodo y agradable (ni siquiera nos atrevemos a calificarlo de “ruta“). Y desventaja, porque tal facilidad conduce a que esté algo masificado en fines de semana. No podemos quejarnos, que al fin y al cabo nosotros mismos fuimos otros más de ésos que acudimos a conocer este paisaje un domingo, pero tenlo en cuenta si tu idea es verlo en silencio y soledad.

Puedes llegar al Bosque Finlandés bien desde el propio municipio de Rascafría, bien desde el Monasterio de El Paular. O bien, como nosotros, hacer una ruta circular uniendo ambos sitios. Sea como sea, insistimos: es una caminata sencillísima. La opción más habitual y que encontrarás descrita en más webs es la de ir desde El Paular.

La Orden Cartuja era muy poderosa en el siglo XIV cuando construyó el Monasterio de El Paular. Su edificación, en la que participó entre otros el célebre Juan Guas, autor de San Juan de los Reyes en Toledo, se alargó de más, lo que explica la mezcla de elementos góticos, barrocos y renacentistas en su arquitectura. Durante 4 siglos El Paular mantuvo su importancia, pero en en el siglo XIX la Desamortización puso fin a la riqueza de los Cartujos. El Monasterio pasó a manos de la Orden Benedictina ya en el siglo XX y actualmente lo habita una pequeña comunidad de monjes. El edificio se puede conocer en visitas guiadas reservables en su web.

Nosotros dejamos el coche en el aparcamiento público de Rascafría y empezamos a caminar en dirección al Monasterio de El Paular. Puedes ir primero por el Camino del Papel que atraviesa la Finca de los Batanes y conduce directamente al Bosque, para después regresar por un sendero paralelo a la carretera. O viceversa: ir de Rascafría a El Paular por este camino exterior y luego regresar del monasterio al pueblo atravesando el bosque. Nosotros hicimos lo primero, por no retrasar más nuestra visita y encontrar aún más gente.

Camino de Papel que une el Monasterio de El Paular con el antiguo molino y pasa por el Bosque Finlandés
Camino de Papel que une el Monasterio de El Paular con el antiguo molino y pasa por el Bosque Finlandés

Así pues, salimos de Rascafría, cruzamos el río Lozoya y nos adentramos en la Finca de los Batanes. De entrada nos topamos con las ruinas de un internado, San Benito, donde previamente a su vez estuvo un molino de papel que pertenecía a los monjes cartujos de El Paular. Éste es el que dio nombre al “Camino del Papel” que seguiríamos hasta el monasterio precisamente, pasando por el Bosque Finlandés.

Ruinas del antiguo internado donde se ubicó en su día el molino de papel de El Paular
Ruinas del antiguo internado donde se ubicó en su día el molino de papel de El Paular

En las veredas del madrileño río Lozoya se construyeron muchos molinos en los que la fuerza hidráulica se utilizaba para moler cereales, generar electricidad o, como en este caso, fabricar papel. La Orden de los Cartujos del Monasterio de El Paular poseía muchas tierras, entre las que estaba la Finca de los Batanes con este antiguo molino. Como curiosidad, aquí se fabricaron las hojas de papel con que se imprimió la primera edición de El Quijote de Cervantes en 1605.

El río Lozoya a su paso por la Finca de los Batanes
El río Lozoya

Continuamos por la senda perfectamente marcada y flanqueada por canales de agua, restos de ese antiguo sistema hidráulico que servía al molino y demás instalaciones. Y a los pocos metros ya, nos encontramos con el Bosque de Finlandia. Salimos ligeramente del camino, hacia la derecha, y rodeamos el lago para ver el estanque y la cabaña desde todas las perspectivas.

Retomamos el Camino del Papel entre altos árboles y continuamos la marcha. Aproximadamente a los 20 minutos llegamos a la altura del Monasterio de El Paular, perfectamente visible al otro lado del río y de la carretera. Frente a nosotros, el barroco Puente del Perdón, que cruza el Lozoya y conecta el monasterio con la finca. Ésta era la vía que usaban los cartujos para acceder al molino.

Monasterio de Santa María de El Paular en Rascafría
Monasterio de Santa María de El Paular en Rascafría

Junto al Puente del Perdón está el Centro de Visitantes Valle de El Paular, con información de actividades y rutas a hacer en este entorno. Un área exterior donde pastan tranquilamente un grupo de ovejas negras (¿alguien sabe qué hacen allí o a quién pertenecen?). Y el Arboreto Giner de los Ríos, con más de 200 especies de árboles y arbustos procedentes de Asia, Europa y América (cerrado por coronavirus en el momento de nuestra visita).

Ovejas negras pastando junto al Puente del Perdón, frente al Monasterio de El Paular
Ovejas negras pastando junto al Puente del Perdón, frente al Monasterio de El Paular

El Puente del Perdón, construido en el siglo XIV y restaurado en el XVIII, debe su nombre a los juicios que se celebraban allí. De cara a agilizar la administración de justicia, los Reyes delegaron parte de sus poderes en los llamados “quiñoneros”, capacitados incluso para sentenciar al reo a muerte. Las ejecuciones se realizaban en la “Casa de la Horca”, a 5 kilómetros del Paular. No obstante, en algunos casos se concedía el perdón al preso antes de emprender el camino hacia la “Casa de la Horca”, precisamente en este puente.

Puente del Perdón frente al Monasterio de El Paular
Puente del Perdón frente al Monasterio de El Paular

A partir de este punto salen varias rutas para continuar descubriendo el entorno natural de Rascafría, como la que conduce a las piscinas naturales de las Presillas o, más alejada, a la Cascada del Purgatorio. Nosotros lo dejamos para otra ocasión y volvimos hacia el municipio por un carril peatonal que discurre paralelo a la carretera. Está rodeado por fresnos y chopos centenarios y tiene fantásticas vistas al Valle de El Paular y al río Lozoya. Vale que por esta vía no puedes acceder al Bosque Finlandés, pero no desmerece en belleza a la senda que seguimos a la ida, en nuestra opinión.

Vistas del Valle de El Paular, Rascafría
Vistas del Valle de El Paular

Ya de vuelta en Rascafría, dimos una vuelta por las calles y puentes de su bonito casco urbano.

Además de El Paular, hay otro “monasterio” que no te puedes perder en Rascafría: de fino y crujiente hojaldre por fuera, ligeramente requemado, y con relleno a elegir (nata, chocolate, crema, dulce de leche…). Se trata de un dulce típico que puedes tomar en la cafetería Trigo & Café en la céntrica Plaza de España. ¡Delicioso!

Monasterio, delicioso dulce típico en Rascafría
Monasterio, delicioso dulce típico en Rascafría

Para finalizar, te dejamos el podcast de “Viajar del cuento” en que hablamos de muchos más planes para hacer en otoño en Madrid:

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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