Elegir el itinerario de tu viaje nunca es sencillo, más cuando el tiempo es muy limitado, como fue el caso con nuestra semana en el Algarve. Pero teníamos claro que Lagos era una parada ineludible en este road trip portugués: la fama de sus playas y acantilados lo precedían. Dudamos de si alojarnos en el mismo Lagos, por temor a que fuese demasiado turístico, pero al final nos decidimos por ello y no nos arrepentimos.

La oferta de alojamientos en Lagos es amplísima, probablemente la localidad con más opciones del Algarve. Optamos por el Lagos Avenida Hotel: moderno, situado frente al puerto y cuya ubicación permite conocer Lagos a pie. Las fotos de su piscina en la azotea con vistas a la Marina y la popularidad de su restaurante nos terminaron de convencer (menudos desayunos espectaculares disfrutamos). No es la opción más barata, pero desde luego vale cada euro.

Estando en el extremo más occidental del Algarve, Lagos fue la etapa final de nuestro viaje (recordamos que pasamos a Portugal desde Huelva). Esto significa que llegamos ya con bastante conocimiento de la zona y habiendo descubierto grandes maravillas de su costa, como la Ría Formosa o Carvoeiro, con la mítica cueva de Benagil y la espectacular ruta del Percurso dos Sete Vales Suspensos. Veníamos ya por tanto con la capacidad de asombro mermada, por decirlo de algún modo. Y aún así, logró sorprendernos.

La ciudad medieval de Lagos

El centro histórico de Lagos resultó ser mucho más bonito y agradable de lo que esperábamos. Es cierto que encontramos más turismo que en otras áreas del Algarve (nada que ver con la tranquilidad que tuvimos en Faro y alrededores) pero pudimos disfrutarlo igualmente. Calles empedradas, fachadas blancas, iglesias barrocas, una muralla árabe, una fortaleza medieval y muchísimos restaurantes. Es además perfecta para recorrer a pie, pues todos los lugares de interés están muy próximos.

Calles del centro histórico de Lagos
Calles del centro histórico de Lagos

Lagos nació como puerto comercial árabe y vivió su esplendor en los siglos XIV y XV debido a esta condición de centro marítimo. Este origen medieval se puede ver aún hoy, en los restos de la muralla y del castillo que solían protegerla de las muchas incursiones y ataques que sufrió.

El Fuerte da Ponta da Bandeira guardaba la entrada por mar a Lagos. A continuación se encuentra la amplia Plaza Infante Don Enrique, con una gran fuente donde puedes ver a niños y mascotas refrescándose, y con varios edificios destacados: la Iglesia de Santa Maria de Lagos, el Armazem Regimental, el antiguo Mercado de Esclavos y el Museo Militar. Conviene adentrarse desde esta plaza por las calles empedradas, simplemente caminando y disfrutando de lo que podría parecer aún un pequeño pueblo portugués. Entre las construcciones destaca la Iglesia de San Antonio.

Si, por el contrario, caminas desde el Fuerte por el paseo marítimo, pasarás por el Mercado Municipal hasta llegar a la moderna Marina (el puerto), con muchísimos restaurantes y bares: son especialmente divertidos de noche, algunos incluso con música en directo.

Ponta da Piedade

Pero sin duda el lugar imprescindible a ver en Lagos es Ponta da Piedade: los acantilados, cuevas y formaciones calizas de este cabo azotados por el viento y el océano son realmente impresionantes. En la parte superior hay un faro y en torno a él, una red de senderos y miradores que te permiten recorrer la zona, asomarte para contemplar las formaciones rocosas y la costa circundante desde distintas perspectivas e incluso puedes llegar a pie desde aquí hasta otras playas cercanas (ya dependiendo de las ganas que tengas de andar).

Lo más frecuente es llegar aquí en kayak o barco, pudiendo ver así Ponta da Piedade desde el agua y pasar por los arcos y cuevas, pero personalmente no pudimos hacerlo por el mal estado del mar. Al menos sí pudimos bajar una escalera de 180 escalones para llegar a la base del acantilado y verlo desde este punto de vista, más similar al que debes tener desde una canoa o un bote.

Ponta da Piedade está 3 kilómetros al sur de la ciudad de Lagos. Para acceder allí cogimos un trenecito turístico desde el paseo marítimo. Son 7 paradas en total: un par en el centro de Lagos, otras tantas en las famosas playas de Doña Ana y Mia Praia y finalmente la de Ponta da Piedade. El ticket costaba 3,5 euros cuando lo cogimos. También es factible llegar caminando en unos 45 minutos aproximadamente desde el centro y, por supuesto, en coche (hay un pequeño aparcamiento junto al faro).

Playas de Lagos

El litoral en torno a Lagos es también famoso por sus bellas playas, algunas están entre las más impresionantes de todo el Algarve. Las hay que son extensas lenguas de arena, como las playas de Porto de Mós o Meia Praia, y otras más pequeñas, rocosas, casi escondidas entre los acantilados (y personalmente más de nuestro gusto).

Dado que Ponta de Piedade es un cabo, desde aquí puedes aprovechar para caminar hacia un lado de la costa u hacia otro. Una opción es tomar un sendero costero de unos 4 kilómetros que baja a la playa de Porto de Mós y se prolonga hasta la vecina Praia de Luz. Desde allí deberás tomar un autobús para volver a Lagos. Desafortunadamente no nos dio tiempo a hacer esta ruta.

En cambio optamos por la segunda alternativa, que es regresar andando hasta Lagos por otro camino por lo alto de los acantilados, más o menos paralelo al litoral, y que pasa por varias calas y playas, entre ellas las más populares de Lagos, por este orden: Camilo, Doña Ana y Estudiantes. Recomendamos seguir algún track como éste que proponemos porque el sendero no está señalizado y no es muy uniforme: tienes que acercarte y alejarte de la costa alternativamente según avanzas. En total son apróximadamente 5 kilómetros, pero es una caminata sencilla y si la planteas haciendo paradas para descansar y bañarte en las playas que atraviesa, es totalmente llevadero.

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La primera vista sobre la praia do Camilo desde la cima del acantilado es inolvidable: tanto por la playa en sí como por la vista sobre la costa hasta Lagos. Una escalera da acceso al arenal, rodeado por curiosas formaciones rocosas, presentes también incluso frente a la orilla. De hecho una de ellas divide la playa en dos, pero existe un túnel estrecho excavado a mano para poder pasar de una mitad a otra.

Playa de Camilo en Lagos
Playa de Camilo en Lagos

Las formas de piedra son también las protagonistas en la praia de Doña Ana, si bien ésta es más amplia que Camilo y cuenta con una completa oferta de servicios y restaurantes, lo que la hace mucho más cómoda de visitar. Le debe su nombre a una monja llamada Ana que huyó a esta playa a través de un túnel desde el convento donde vivía y que asaltaron soldados durante la Primera Guerra Mundial, matando a todas las hermanas excepto a ella. Suele estar considerada entre las playas más bonitas de todo el Algarve, si bien, personalmente, a nosotros nos gustó más la de Camilo.

Pero el premio a la playa más curiosa y fotogénica se lo llevaría la de Estudiantes por un puente de piedra construido entre dos peñascos y perfectamente visible desde el arenal. Era parte de la Fortaleza do Pinhão que fue destruida por un terremoto seguido por un tsunami en 1755. Esta playa es muy pequeña y sin ningún servicio, pero está a dos pasos del centro de Lagos, al lado prácticamente del Fuerte. Solo se puede llegar a través de un túnel desde la playa aledaña de Batata.

Playa de Estudiantes en Lagos
Playa de Estudiantes en Lagos

Personalmente no nos acercamos a las otras dos playas más conocidas de Lagos: Porto de Mós y Meia Praia. Primero, por falta de tiempo y, segundo, porque priorizamos este otro tipo de calas que nos gustan más. Pero si eres más de arenales extensísimos en los que poder dar largos paseos sin preocuparte del aforo, éstas son tus playas.

Una excursión tan típica como recomendable desde Lagos es desplazarse hasta Sagres para visitar su Fortaleza y para ver atardecer desde el Cabo San Vicente. Nosotros lo hicimos, en nuestro coche de alquiler. El Fuerte de Sagres ocupa una extensión sorprendentemente grande y, además de la construcción militar en sí, comprende una Iglesia, un Museo, el Faro, una rosa de los vientos… La entrada cuesta 3 euros, recorrerlo lleva tranquilamente una hora y, por supuesto, destacan las vistas de la costa. Tras visitar la fortaleza, es obligatorio ir al cercano Cabo San Vicente a ver la caída de sol. Obviamente no fuimos los únicos en tener esta idea y encontramos muchos turistas allí, pero merece la pena ver el atardecer.

Atardecer en el cabo San Vicente
Atardecer en el cabo San Vicente

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

2 Comment on “Dos días en Lagos, en el Algarve

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