No somos expertos montañeros ni mucho menos pero es cierto que nos gusta hacer alguna que otra ruta (muchas os las vamos contando en el blog) y solemos informarnos sobre esos trekkings populares en los destinos que visitamos. En ese sentido, el Percurso dos Sete Vales Suspensos (literalmente, Sendero de los Siete Valles Colgantes) es toda una celebridad en el Algarve, elegido incluso como una de las mejores opciones de senderismo de toda Europa, y teníamos claro que lo haríamos sí o sí.

Además, durante nuestro viaje allí el mar estuvo tan revuelto que se cancelaron las salidas en kayak y otras excursiones en barco. Eso significaba que, si queríamos admirar la belleza de la costa de Carvoeiro, recorrer este sendero iba a ser nuestra única opción.

Los valles colgantes son profundas cavidades que interrumpen los acantilados de la costa y que se asocian a antiguos ríos o corrientes de agua que debían de unirse al mar en estos puntos. El rápido retroceso de la costa favoreció la erosión tan visible de la roca en estos puntos, dando lugar a este peculiar paisaje visible en hasta 7 puntos de la ruta.

Paisajes mientras se recorre el percurso dos Sete Vales Suspensos
Paisajes mientras se recorre el Percurso dos Sete Vales Suspensos

Supone caminar unos 11 kilómetros y medio, ida y vuelta, entre las playas Vale Centeanes y Marinha, atravesando cuevas (o algares), acantilados, calas, más playas y los siete valles que dan nombre al recorrido. Cualquier descripción textual sobre lo maravilloso de esta ruta y de sus vistas se queda corta (esperamos que las fotos con que ilustramos el post ayuden).

La dificultad de la ruta es media, por lo irregular del camino y las múltiples subidas y bajadas, a veces incluso por rocas. Que no te engañe lo popular y “playero” de esta ruta y ve equipado con buen calzado, agua, crema solar y gorra, sobre todo si la haces en verano como nosotros (ni una sola sombra, amigo).

Paisaje rocoso de la costa de Carvoeiro haciendo la ruta de los siete valles colgantes
Paisaje rocoso de la costa de Carvoeiro haciendo la ruta de los siete valles colgantes

También puedes hacer solo ciertos tramos del sendero, dado que se puede acceder a él y salir del mismo desde muchos puntos. De hecho, solo en torno a los sitios más destacados y en los tramos más accesibles había mucha concurrencia de gente: vimos a pocos haciendo el itinerario completo como nosotros. En este sentido, los dos puntos culminantes probablemente sean la famosísima cueva de Benagil (a la que dedicamos este post completo) y la playa de Marinha.

Aquí van dos consejos extra que nosotros no cumplimos. Intenta madrugar y empezar la ruta temprano para evitar las horas centrales de sol del día, especialmente en época de calor. Y revisa los horarios de las mareas antes, para decidir qué paradas en ruta hacer y en qué playas. Por ejemplo, en la de Marinha con pleamar apenas queda sitio en la orilla y se forman bastantes aglomeraciones de gente, con lo que no es tan agradable estar en ella.

Pero empecemos por el principio. Como 11 kilómetros nos parecían pocos (sobre el papel), nuestra ruta fue en realidad un poco más larga. Y es que desde el hotel donde nos alojamos, el Tívoli Carvoeiro, pasando primero por la pequeña cala Vale de Cobo, se podía llegar fácilmente a pie hasta el punto de inicio oficial del camino (señalizado incluso con cartel informativo super completo) en la playa Vale de Centeanes. En realidad, también podría ser el punto final, según se mire. Esta ruta es lineal, con lo que puedes hacer el trayecto de ida o el de vuelta en el sentido que quieras. La cuestión es ir de Vale de Centeanes a playa de Marinha (o viceversa).

Nuestra primera etapa por tanto fue ir del hotel a Vale de Centeanes a través de un sendero que bordea la playa hasta bajar a ella. Por el camino, de regalo, nos encontramos con una mesa con vistas que el Hotel Bahía ha situado en lo alto de un acantilado para que puedas sentarte y admirar la panorámica.

Mesa con vistas situada junto al Hotel Bahía, en Carvoeiro
Mesa con vistas situada junto al Hotel Bahía, en Carvoeiro

Ya en la senda oficial, arrancamos subiendo un largo tramo de escaleras que nos dejó a 45 metros de altura, el punto más alto de todo el recorrido. A un lado, vistas a la playa Vale de Centeanes desde el extremo contrario a nuestra partida. Al otro, una perspectiva extensísima de la costa algarviana hasta donde alcanza la vista (o, geográficamente hablando, hasta Lagos, en su extremo más occidental).

Playa Vale de Centeanes en el Algarve
Playa Vale de Centeanes en el Algarve

Tras un tramo un poco más complicado por lo abruto del terreno, el siguiente punto de interés era el Faro de Alfanzina, guiando el tráfico marítimo de este área desde 1920. Y justo al lado, el Cabo Carvoeiro, donde la línea de acantilados es bellamente interrumpida por uno de los valles colgantes que dan nombre al recorrido, formando uno de los paisajes más salvajes de la ruta y que pasamos un buen rato admirando.

Faro en el transcurso de la ruta de los 7 Valles Colgantes
Faro de Alfanzina, desde la ruta de los 7 Valles Colgantes

Cuando crees que nada puede mejorar lo que acabas de ver, llega el siguiente hito fabuloso del camino para superar al anterior: la playa de Carvalho. Quizá por estar un poco en medio de ninguna parte, quizá por tener cerca otras playas más mediáticas, quizá por ambas razones, ésta de Carvalho no es tan reconocida como debería. Tanto nos gustó que decidimos deternos un rato para bañarnos. Está protegida por altas paredes rocosas, frente a su orilla hay un alto y característico peñasco y para bajar a ella debes atravesar unas escaleras excavadas en la propia roca. ¡Como para no hacer una parada, eh!

Playa do Carvalho
Playa do Carvalho

A tan solo un kilómetro se encuentra la playa de Benagil: es menos bonita que otras de esta ruta pero cuenta con el aliciente de suponer la entrada más cercana al interior de la famosísima cueva del mismo nombre. Y es que no se puede acceder por otra vía que no sea la marítima (precisamente desde aquí hicimos nuestra excursión en kayak con ese objetivo, aunque eso lo contaremos en otro post). Además a su alrededor hay restaurantes, varios con agradables vistas a la costa, por si te entra el hambre y quieres hacer un alto en el camino. Eso sí: ten en cuenta que es sumamente turística, con lo que puede que tengas que esperar por una mesa.

Playa de Benagil
Playa de Benagil

Retomando el Percurso dos Sete Vales Suspensos, nada más dejar atrás la playa, el sendero pasa por la cavidad natural que forma el algar de Benagil, pudiendo observarlo desde arriba. A tus pies, la cueva más famosa de Portugal, iluminada por la luz del sol que entra a través del agujero en la roca, siempre que sean entre las 12 y las 14 horas en verano. Nuestra gran ventaja fue que ese día no había excursiones a Benagil por el mal estado del mar y estaba completamente vacía (una imagen, créenos, difícil de conseguir). Es cierto que durante todo el recorrido ves muchísimos algares, pero también es verdad que ninguno iguala a éste en belleza, así que ¡disfruta de la visión!

Cueva de Benagil, vista desde la ruta de los 7 Valles Colgantes
Cueva de Benagil, vista desde la ruta de los 7 Valles Colgantes

La erosión del agua, tanto procedente de la lluvia como del mar, sobre la roca caliza que compone la costa algarviana ha dado lugar a numerosas cavidades naturales verticales, a modo de pozo o agujero, denominados algares. El de Benagil es probablemente el más famoso del mundo. Estas grutas en la piedra van creciendo con el tiempo a medida que la erosión aumenta. Etimológicamente la palabra procede del árabe.

¡Encaramos el último tramo de la ruta! (del trayecto de ida al menos). Se suceden las preciosas calas y acantilados con nombres que desconocemos, pero igualmente bellas, hasta llegar a un nombre archiconocido: la playa de Marinha, elegida como una de las más espectaculares de Europa. Estrecha y alargada, con altas formaciones de piedra, perfectos arcos rocosos y multitud de cuevas y túneles naturales. El sendero la alcanza en primer lugar desde la parte superior de uno de sus extremos y esta primera impresión es la de ver un laberinto de piedra de tonos ocres bañado por el mar turquesa. Luego la va rodeando hasta bajar en el lado contrario y mostrártela ya a pie de arena.

Llegamos con la marea alta, lo que acrecentaba la sensación de estar literalmente entre el océano y la roca. Poco espacio, mucha gente, mala combinación. Nos sentamos un poco a descansar y emprendimos el camino de vuelta, porque Marinha es también el punto final (o inicial, según se mire) del sendero.

Playa de Marinha en el Algarve, una de las más bellas de Europa
Playa de Marinha en el Algarve, una de las más bellas de Europa

Deshicimos el camino al completo, punto por punto, volviendo a pasar por las mismas playas, las mismas cuevas, los mismos valles. Nos deteníamos menos porque ya estábamos cansados y queríamos regresar cuanto antes al hotel. En total empleamos 8 horas con paradas varias, como hemos descrito. ¿Se puede hacer en menos tiempo? Sí, claro, si te centras solo en caminar. Pero ¿quién puede hacerlo con esos paisajes?

Percurso dos Sete Vales Suspensos
Percurso dos Sete Vales Suspensos

Planees hacerlo entero o solo un tramo, no te pierdas este Percurso dos Sete Vale Suspensos porque para nosotros fue lo mejor del viaje por el Algarve. Y si eres de los que te pierdes fácilmente como nosotros, seguir este track de Wikiloc puede ayudarte:

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