Hablemos de… Baños. Aseos. Excusados. Para alguien como yo, con una micro vejiga que le obliga a visitarlos cada 2 – 3 horas, encontrar donde satisfacer esta necesidad mientras se está viajando, no siempre es fácil. Desde luego da origen a muchas anécdotas y recuerdos graciosos. Incluso, ya pensándolo en profundidad, da para plantearse cómo hasta el acto más cotidiano y común varía enormemente a la hora de realizarse en los diferentes lugares del mundo.

Bután es un país distinto a todos los que hemos visitado, como ya os contamos. Y desde luego en el tema de los baños no iba a ser menos. ¿Aseos públicos? No, no son necesarios. No cuando  simplemente te invitan a entrar a los baños de sus casas. Sí, como lo lees. Podíamos llegar a un pueblo donde no habíamos estado antes ni conocíamos a nadie, pero si necesitábamos hacer uso del retrete, nos invitaban a entrar a sus casas sin más. ¿Cuántos haríamos lo mismo? Estás en la calle frente a tu casa, aparece un extranjero explicando que necesita hacer pipí y ¿tú le invitas a entrar a tu baño? Sinceramente, nosotros no lo haríamos. Y hasta en eso nos dan lecciones.

En Madagascar tampoco había instalaciones públicas, gasolineras o tiendas a lo largo de los muchos kilómetros de carretera que recorrimos. Cuando la necesidad apretaba, simplemente deteníamos el coche y nos adentrábamos un poco en la vegetación próxima a la vía. Fácil y sencillo. En una de éstas me encontraba yo, buscando un buen lugar, cuando de repente veo acercarse corriendo hacia mí unas 20 personas alzando los brazos. Y tras ellos, nuestro conductor. Me explicó cómo pudo que aquel terreno tenía algo de sagrado para los vecinos del pueblo cercano y que debía alejarme. Mejor esperar a la siguiente parada…

Carretera de Madagascar

Y es que, al fin y al cabo, cubrir esta necesidad es devolver a la tierra lo que originalmente nos dio. Esto nos quedó especialmente claro en Bolivia, donde descubrimos en primera persona cómo funcionan los baños secos composteros. Básicamente, son inodoros en los que cubres con algún tipo de materia orgánica los desechos (ceniza en todos los casos que vimos nosotros al menos) y los microorganismos del suelo se ocupan de descomponerlos. La principal ventaja es que no requiere de agua ni canalizaciones de la misma, algo difícil de conseguir en zonas secas o aisladas. Y es cien por cien ecológico, claro. Aunque algo difícil de extrapolar su uso a grandes concentraciones de población. En la reserva Eduardo Avaroa todos los baños de zonas comunes eran así y la verdad es que funcionaban mejor que los tradicionales con agua, que estaban inundados y estropeados en muchas ocasiones.

Altiplano de Bolivia

Hablando de inundaciones… En Katmandú descubrimos que los baños “mojados” se estilan en Asia. En primer lugar, no suele haber mamparas ni cortinas que separen la ducha del resto del aseo. Resultado: habitación inundada. Y en segundo lugar, siempre junto al retrete hay una manguera para poder asearte y/o limpiar la taza del váter tras su uso. Lo primero nos resultaba incómodo; lo segundo nos parece maravilloso y nos encantaría instalarlo en el baño de casa (¡muerte a las escobillas!).

Y si en Bután, Madagascar o el Amazonas, el baño estaba, a efectos prácticos, en cualquier parte de la naturaleza, en las ciudades europeas por el contrario es fácil encontrar aseos públicos. En Oslo vimos los más curiosos: en una plaza frente al Parlamento Noruego hay 3 cabinas con los colores de la bandera francesa y con el lema de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Una vez dentro (previo pago de unos 3 euros), suena un discurso político en francés (¿?). Resulta que estos baños fueron instalados en el aniversario de la Constitución Noruega como homenaje a la República Francesa. ¿Curioso homenaje, no?

Baños públicos en Oslo en homenaje a la República Francesa

Pero si un destino, hasta la fecha, se lleva la palma en cuanto a instalaciones sanitarias se refiere, es Islandia. Encuentras baños públicos en cualquier sitio por remoto que sea: en la carretera de acceso a un glaciar, haciendo rutas por parques naturales, junto a un cráter de volcán… Eso sí: en muchos casos son aseos de pago, pero, estos islandeses piensan en todo, puedes pagar con tarjeta.

¿Qué nuevas sorpresas nos depararán futuros viajes? Os las iremos contando en este mismo post. ¿Y tú?, ¿también tienes alguna anécdota al respecto? Cuéntanosla en los comentarios.

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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