No solo de fútbol vive el madrileño. O al menos, no solo de fútbol vive el madrileño de finales del siglo XIX. En pleno barrio de Chamberí, en el número 7 de la calle del Marqués de Riscal, muy cerca del paseo de la Castellana y detrás de una fachada neoclásica, que no se diferencia aparentemente en nada a la de otros inmuebles cercanos de viviendas, hay una prueba de ello (una prueba enorme, de hecho). Un frontón de pelota vasca con el maravilloso nombre “Beti Jai”: “Siempre Fiesta”, literalmente en euskera (aunque la traducción sería más bien “siempre alegre”).
Y es que a finales de siglo XIX, en apenas 10 años, se construyen más de 20 frontones de pelota vasca en el centro de Madrid en barrios como el ya mencionado de Chamberí, Argüelles, Goya, Tetuán… Éste de Beti Jai es de los más grandes, lo que permite celebrar partidos de todas las modalidades deportivas, incluida la cesta-punta.
La pelota vasca es un deporte tradicional del País Vasco, Navarra y La Rioja fundamentalmente. Su origen se remonta al siglo XII, a un “juego de pelota” practicado sobre todo en zonas del norte de España, del que derivarían diversas modalidades posteriores como el tenis y la propia pelota vasca. A finales del siglo XIX este deporte protagoniza una gran expansión, llegando hasta el continente americano. A principios del XX se profesionaliza y empiezan a realizarse torneos a nivel mundial.
Joaquín Rucoba, arquitecto del teatro Arriaga y del Ayuntamiento de Bilbao, es el encargado de la construcción del Beti Jai en 1893. La tarea le llevaría un año aproximadamente. Se plantea como una réplica del frontón del mismo nombre de San Sebastián. La fachada se construye en estilo neoclásico, habitual en la arquitectura europea de finales de siglo XIX, mientras que el interior mezcla el neomudéjar, empleado en los edificios de ocio de la época (recuerda a la plaza de toros de las Ventas sin ir más lejos) y la arquitectura del hierro.
Si algún día pasas por delante de la fachada del Beti Jai, fíjate en ella, pues da algunas pistas interesantes sobre lo que guarda en su interior. Los 5 escudos visibles están formados por las iniciales de los empresarios vascos que participaron en la construcción del frontón. El motivo central de los capiteles de las pilastras, en la parte superior, es una cesta, elemento con el que se juega a la cesta punta en los frontones. Y las letras con el nombre Beti Jai, en el centro de la fachada, son las originales. Las que fueran las puertas de acceso al frontón, bajo éstas, están hoy tapiadas.
El Beti Jai ocupa una superficie de 3.609 metros cuadrados. La cancha al aire libre es amplísima: 67 metros de largo, 20 metros de ancho y 11 metros de alto. Impresiona cuando estás allí de pie. La rodean en curva semielíptica las gradas en sus lados oriental y sur.
Están construidas en madera y hierro y dispuestas en 4 plantas, con una capacidad de hasta 4.000 personas. Inicialmente se planifica incluso una planta más, pero se renuncia a ella porque pone en peligro la estabilidad de la construcción. Las barandillas de las gradas, blancas, son especialmente bonitas: los motivos y dibujos varían entre un piso y otro.
Frente a las gradas, en el lateral occidental del frontón, para seguir el resultado de los partidos se emplea uno de los primeros marcadores de timbres electrónicos en España (hoy solo queda el hueco).
Y en la cara norte, junto al muro de juego, hay una sorprendente fachada interior claramente neomudéjar.
Se inaugura el 29 de mayo de 1894. Por aquel entonces no hay más edificios alrededor del Beti Jai, con lo que los 4.000 espectadores previstos pueden acceder sin formarse grandes aglomeraciones. Pese a su popularidad inicial, solo durante 2 años está plenamente dedicado a los encuentros de pelota vasca. Tras este tiempo, la construcción combina el deporte con otras actividades, hasta que en 1919 deja definitivamente de funcionar como cancha deportiva.
¿Y para qué sirve un frontón de pelota vasca en el centro de Madrid si no? A la vista de los diferentes usos que se le dan al Beti Jai en años posteriores, para muchas cosas. Por ejemplo, sirve de lugar de ensayo del primer teledirigible en España. También es concesionario de lujo de la marca Harley. Durante la Guerra Civil se emplea como comisaría de policía. Cárcel, almacenes, dispensario de vacuna de la poleo, taller de chapa y pintura de la empresa automovilística Citroën…
Es declarado monumento nacional en 1991 y Bien de Interés Cultural en 2011. En 2015 el Ayuntamiento de Madrid adquiere el Beti-Jai y comienza las obras de reconstrucción para recuperarlo de forma que resulte lo más fiel posible al original. El grueso de los trabajos de rehabilitación se extiende hasta 2019 (aún hoy queda por finalizar parte del interior). A pesar de que el Beti Jai estaba bastante deteriorado, se ha logrado recuperar con bastante éxito: por ejemplo, hasta un 90% de las gradas se han podido restaurar, gracias a que fueron tapiadas.
Antes de que la Administración se hiciese cargo del Beti Jai, su estado estaba tan deteriorado que un grupo de vecinos crearon la plataforma ciudadana “Salvemos el frontón Beti Jai de Madrid”. Ciudadanos de distinta índole (arquitectos, pelotaris, aficionados a la pelota vasca, defensores del patrimonio, etc) que realizaron reivindicaciones y protestas con el objetivo de dar visibilidad al estado del frontón y reclamar acciones para salvarlo de la ruina.
Desde 2020 recibe visitantes como parte del programa municipal de visitas guiadas “Pasea Madrid”. Los horarios e instrucciones para apuntarte a estos tours debes consultarlos online, pues varían en cada convocatoria de las actividades. Advertimos de que las plazas vuelan, así que el día que salgan a reserva, debes estar muy muy pendiente (y tener paciencia porque la web suele caerse).
La visita dura apenas 30 minutos pues solo se puede entrar a la pista, dado que las gradas aún están en proceso de recuperación. Ahora mismo las obras están paradas. Según nos explicaron, desde que se reanudasen, estiman que habría 1 o 2 años más de trabajo hasta completarlas. Una vez terminadas, la intención municipal sería dar un uso cultural al frontón, quizás como teatro o cine al aire libre. ¡Ojalá podamos volver algún día a presenciar un evento así en el Beti Jai!
Si Madrid te queda lejos, si no logras llegar a tiempo para reservar tu plaza en las visitas guiadas (nos ha pasado varias veces) o simplemente si quieres ampliar información, puedes visitar esta web para un tour virtual excelente por el frontón Beti Jai.