Después de recorrer medio planeta para llegar a Nueva Zelanda y de alucinar con la isla Norte, ¡aún teníamos la isla Sur por delante! Reservamos más días para dedicarle y no nos arrepentimos en absoluto: todas las estaciones y todos los paisajes concentrados en una sola isla.

El Interislander fue sólo un aperitivo de lo que nos esperaba. Dejamos atrás la lluvia y el mal tiempo de Tongariro y Wellington en la isla Norte y el sol nos recibió en la isla Sur. Llegamos a Nelson, ciudad principal de la región más cálida de Nueva Zelanda, con playas y pueblos turísticos costeros bañados por el mar de Tasmania: la Golden Bay (Bahía Dorada).

Gran parte de su superficie la forma el Parque Nacional Abel Tasman, uno de los que más nos impresionaron por su combinación de mar y vegetación. Recorrimos en lancha las costas del parque, divisamos colonias de focas y lobos marinos e hicimos un pequeño trekking, en el que pasamos de playas doradas a frondosos bosques en pocos kilómetros. Había rutas que duraban semanas, con cabañas acondicionadas por el camino para alojarse, y recorrerlas era uno de los típicos destinos vacacionales de los neozelandeses.

Parque Nacional Abel Tasman en Nueva Zelanda

Parque Nacional Abel Tasman en Nueva Zelanda

Tras salir del parque, fuimos a conocer los “manantiales de agua más cristalina del mundo”, los de Te Waikoropupu, que hacen honor a su título.

A la mañana siguiente, nuevo madrugón, para variar: durante todo el viaje solíamos levantarnos a las 6, pasar todo el día recorriendo y a las 10 de la noche estábamos ya medio dormidos. Dejamos el sol de Golden Bay para dirigirnos a la costa del Pacífico, a Kaikoura (3 horas desde Nelson).

Allí vivimos la peor experiencia del viaje intentando ver ballenas en una tipiquísima excursión en barco: la mar estaba demasiado revuelta, con olas considerables y ni las ballenas debían de haber salido a dar un paseo, con lo que el viajecito en barco se convirtió en una pesadilla con todos los excursionistas mareados y vomitando. El capitán Akab no encontró a su Moby Dick (pese a sus esforzados intentos, doy fe) y los que íbamos a bordo encontramos el mareo de nuestra vida. Eso sí: como no vimos ballenas, nos devolvieron el dinero.

Vistas durante la ruta de la Península de Kaikoura en Nueva Zelanda

Vistas durante la Kaikoura Peninsula Walkway

Tras tremenda aventura, nos reconciliamos con la zona haciendo una maravillosa ruta a pie, la Kaikoura Peninsula Walkway, con preciosas vistas del océano y los valles y focas y lobos marinos a cada paso (te las encontrabas en medio del camino tan tranquilas y ni se inmutaban cuando pasábamos por su lado). Una de las mejores rutas que hicimos en Nueva Zelanda.

Habitante local en Kaikoura, Nueva Zelanda

Habitante local en Kaikoura

Y de Kaikoura volvimos a la costa del mar de Tasmania, a Punakaiki, 4 horas y media en coche mediante. Punakaiki se encuentra en pleno Parque Nacional de Paparoa, con vegetación y bosques autóctonos de la Costa Oeste, montañas, rocas y un mar increíblemente azul. Tras un pequeño trekking para recorrer una de las sendas del Parque, llegamos a otro de los highlights del viaje: las Rocas Pancake, una zona que el oleaje ha erosionado formando lo que parecen capas de hojaldre (o pancakes, de ahí el nombre).

Pancake Rocks en Punakaiki, Nueva Zelanda

Pancake Rocks en Punakaiki

Tras dormir en una casa árbol en Punakaiki (todo un puntazo) pasamos de su soleada costa al frío hielo de Fox Glacier (3 horas en coche). Como ves, nuestro viaje no fue sólo geográfico sino también climatológico, porque pasamos por todas las estaciones.

Franz Josef y Fox Glacier son dos glaciares muy cercanos entre sí, ubicados en el Parque Nacional Westland. Franz Josef tiene una extensión de unos 12 kilómetros  y lo que le hace tan especial es que desciende a sólo unos 300 metros sobre el nivel del mar. Para visitarlo es imprescindible contratar un tour guiado. Nosotros hicimos la excursión “Ice Explorer“: llegamos en helicóptero al glaciar (con unas estupendas vistas durante el vuelo) y pasamos 3 horas “en el hielo”, recorriendo cuevas, grietas… ¡Nos encantó! De los momentos más memorables de todo el viaje.

Glaciar Franz Joseph en Nueva Zelanda

Glaciar Franz Joseph en Nueva Zelanda

Después, ya por nuestra cuenta, pudimos ver el Fox Glacier, de 13 kilómetros de longitud y que finaliza también muy cercano a la costa. No pisamos el hielo, como en el Franz Josef, pero lo vimos desde muy cerca porque hay senderos habilitados y es mucho más accesible. Hicimos noche en el pueblo de Fox Glacier y partimos rumbo a Wanaka (3 horas en carretera).

El solitario árbol en medio del lago Wanaka, en Nueva Zelanda

El solitario árbol en medio del lago Wanaka, en Nueva Zelanda

Allí visitamos dos de los lagos más célebres: el lago Matheson, famoso por el perfecto reflejo en sus aguas de las cercanas montañas Mount y Tasman, y el lago Wanaka, probablemente el más fotografiado de Nueva Zelanda (sí, ése que tiene un árbol en medio). En Wanaka también teníamos planeada una excursión por el río Matukituki, pero no pudo ser por el mal tiempo.

LAGO MATHESON EN NUEVA ZELANDA

Lago Matheson

Así que, a falta de excursión organizada, decidimos probar el jet boat, una embarcación diseñada específicamente para moverse por los ríos neozelandeses y que funciona aprovechando la fuerza del propio agua eyectada desde la parte trasera del bote.

Jet boat en Nueva Zelanda

Jet boat en Nueva Zelanda

Tras una hora en coche desde Wanaka, llegamos al último destino de nuestro viaje y a la única ciudad que nos gustó (y futuro lugar de nuestra jubilación quizás): Queenstown. Un pequeño municipio, con mucho encanto, que bien merece un paseo por los parques, el muelle, los pubs en torno al lago, las calles comerciales…

Barco de vapor en Queenstown, Nueva Zelanda

Barco de vapor en Queenstown, Nueva Zelanda

Y sobre todo, hay que subir en el funicular Skyline a la cima del monte Bob’s Peak desde donde disfrutar de unas estupendas vistas de Queenstown y el lago Wakatipu. Los más osados pueden sobrevolar la ciudad en parapente o poner a prueba sus niveles de adrenalina con el bungy jumping (puenting desde una plataforma situada a 400 metros sobre la ciudad). Porque Nueva Zelanda también es archiconocida por los deportes extremos y en todas las ciudades hay alguna atracción consistente en lanzarse desde algún punto elevado de la forma más rocambolesca.

Después de un día tranquilo en Queenstown, ¡vuelta a la aventura! Dejamos el coche aparcado y nos montamos en un autobús rumbo a Fiordland. La primera parada es Te Anau, un pueblecito que marca la entrada al Parque Nacional de Fiordland, donde, oh sorpresa, el objetivo es ver los fiordos neozelandeses más famosos. Desde Te Anau se viaja por un paisaje de selvas y valles glaciales hacia Milford Sound, desde donde parte un crucero que se adentra en el mar de Tasmania para disfrutar de unas magníficas vistas de los fiordos, el pico Mitre y las cascadas Bowen. No te olvides el chubasquero porque en Milford Sound llueve el 80% del año y si quieres verlo todo en primer plano el viaje en la cubierta estará pasado por agua casi con toda seguridad.

Milford Sound, Fiordland, Nueva Zelanda

Milford Sound, Fiordland

Aún impresionados por los fiordos, pasamos nuestra última noche en Queenstown y a la mañana siguiente cogimos el primero de los vuelos que nos llevarían de vuelta a casa. Parada de 6 horas en Auckland que aprovechamos para dar un último paseo por la ciudad, subir a la Sky Tower y despedirnos de Nueva Zelanda desde las alturas.

Dos vuelos más de casi 24 horas en total (de nuevo con Emirates) y ya estábamos en el otro extremo del mundo otra vez, en nuestra casa en Madrid, con miles de recuerdos y fotos para recordar nuestra aventura neozelandesa. Y desde entonces, muchas veces hablamos sobre cómo y cuándo volver, esperemos no tener que esperar hasta la jubilación…

P.D.1 – Nuestro agradecimiento a Belén Vilares, amiga y super agente de viajes que nos ayudó a organizar este viajazo porque solos no habríamos tenido tiempo para hacerlo.

P.D.2 – ¿Os gustan las fotos? Pues tenéis más, muchas más, y mejores en nuestro Flickr de Vagamundos

Si estás planteándote viajar a Nueva Zelanda y quieres hacerlo seguro, recuerda que te ofrecemos este descuento en la contratación del seguro de viaje a través de nuestro blog

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

6 Comment on “Nueva Zelanda: Itinerario y road trip (Isla Sur)

  1. Pingback: Road trip de Verona a Madrid (I) Norte de Italia | Vagamundos

  2. Pingback: Más allá de las auroras boreales en Tromso | Vagamundos

  3. Pingback: Nueva Zelanda: Itinerario y road trip (Isla Norte) | Vagamundos

  4. Pingback: Guía práctica de nuestro viaje por Nueva Zelanda | Vagamundos

  5. Pingback: Milford Sound: el fiordo más espectacular de Nueva Zelanda | Vagamundos

  6. Pingback: Abel Tasman en Nueva Zelanda: un parque nacional diferente | Vagamundos

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

%d