Vagamundos Viajeros

Vaya por delante que si bien somos aficionados al buen vino, no somos expertos enólogos ni mucho menos. Por tanto este viaje que decidimos hacer por la región del Medoc para conocer sus viñedos y chateaux responde a esta premisa: veamos bodegas, bebamos vino, conozcamos ciudades ¡y disfrutemos del viaje! Así que he aquí nuestro road trip francés. Aterrizamos y recogimos el coche de alquiler que teníamos reservado en el mismo aeropuerto para ir directamente a visitar Burdeos. Si bien la ruta por viñedos y chateaux era el objetivo principal del viaje, no podíamos desaprovechar la oportunidad de ver la capital de Aquitania ¡y nos sorprendió muy gratamente! Más allá de su título de “capital del vino”, es una ciudad muy bonita, muy bien conservada y muy agradable de pasear (vale, que fuese mayo y nos hiciese un tiempo estupendo también ayudó). Desconocida (turísticamente hablando) hasta no hace mucho, en 2007 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO e incluso se la denomina la “pequeña París“ por su belleza urbanística.

Puerta Cailhau en Burdeos

Tras recorrer los puntos de interés principales (el barrio de Saint Pierre, el Ayuntamiento y la Plaza de la Bolsa son obligatorios), nos dirigimos hacia el corazón de los viñedos del Medoc, porque allí nos alojaríamos. Concretamente en el Chateau Meyre, que, además de sus propios viñedos y bodegas donde crean su vino (de producción ecológica), también es un hotel con preciosas habitaciones, piscina, pista de tenis y amplios jardines. Nuestra casita en medio del campo.

Château Meyre en Burdeos

En el propio chateau organizan tours por sus instalaciones para explicar el proceso por el que elaboran el vino y poder catarlo. No obstante, es una producción moderna, con lo que mejor pásate también por otros chateaux de la zona (en el Medoc no te faltarán) en los que la elaboración es más tradicional y con una producción de vino mayor. En casi todos (los más exclusivos como Cheval Blanc o Palmer no) es posible realizar visitas guiadas y catas: en algunos cobran una cantidad simbólica, en otros ni siquiera. Lo único a tener en cuenta es que debes contactar con ellos y reservar (por e-mail, por ejemplo) con cierta antelación para cuadrar una cita, pues tienen horarios restringidos para las visitas (y pocos en fin de semana). La lista para elegir es amplia: Chateau La Mision Haut-Brion, Chateau Margaux, Chateau Pape-Clement, Chateau La Tour blanche, Chateau Angelus…

Nosotros probamos el Chateau Prieure-Lichine y fue una experiencia estupenda: el guía era maravilloso, gran conocedor de los viñedos y de los vinos, recorrimos los campos e instalaciones y terminamos con una cata en que nos dio grandes consejos que a día de hoy aplicamos al pedir una copa de vino. Producen un tinto “gran cru” (es una categoría dentro de la clasificación de vinos de Burdeos) y un blanco bastante resultón. Por supuesto nos llevamos un par de botellas (no era obligatorio con la visita, pero sí difícil de resistir).

Cata de vinos en el Chateau Prieure Lichine

Como lo normal será que no tengas tiempo para conocer (y catar) todos los chateaux por dentro, siempre queda el placer de recorrer en coche la región del Medoc, pasando por sus preciosos pueblos (Margaux, Pauillac, Saint Emilion…) y divisando sus viñedos y esos fabulosos edificios que son los chateaux. Y si no tienes coche, no te preocupes: en la oficina de turismo de Burdeos hay disponibles excursiones organizadas en grupo a precios no muy altos. Sea como sea, ¡no dejes de hacer este pequeño road trip! 

El mítico Chateau Palmer, en nuestro recorrido en coche

Una parada obligada es Saint Emilion: un pueblo medieval, con calles y edificios de piedra, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y el paraíso para cualquier amante del vino y los dulces pues prácticamente a cada paso encuentras tiendas especializadas, todas cuidadísimas y exquisitas. Además de pasear en general, y evitar dejarte los ahorros en sus tiendas, debes visitar la Torre del castillo del Rey, con unas vistas impresionantes de los viñedos de la zona y la Iglesia Monolítica, cavada en la roca y con un campanario que compite en vistas con la torre. También puedes realizar una visita guiada privada o un free tour para descubrir muchos más rincones de este bellísimo pueblo.

Vista panorámica de Saint Emilion

Y para finalizar el road trip… ¿Por qué no aprovechar que el mar está a dos pasos de Burdeos? Porque además de los viñedos, la costa atlántica es también digna de ver. Sobre todo la gran duna del Pilat, situada en la bahía de Arcachón (por el lado marítimo) y en el Parque Natural de las Landas de Gascuña (por el interior). Se trata de una formación arenosa enorme, con unas cifras que marean: 104 metros de altura (es la duna más alta de Europa), 2’7 kilómetros de extensión de costa y 60 millones de metros cúbicos de arena. Su ascensión, no tan difícil como cabría esperar gracias a unos escalones habilitados, permite disfrutar de las imponentes vistas desde la cima: el océano y la entrada de la bahía, por un lado, y los bosques de las Landas, por el otro.

Vistas desde la duna Pilat en la bahía de Arcachón

Buenos vinos y paisajes espectaculares fueron los protagonistas de este viaje y también, como siempre, la sensación de que hay tantos sitios maravillosos dignos de ver por el mundo, ¡que una vida no es suficiente para viajar! Todo un descubrimiento esta zona de Francia… ¿No te animas?