Si Nueva Zelanda siempre ha sido un destino soñado para muchos viajeros, la trilogía de El Señor de los Anillos extendió ese deseo a todo aquél que disfrutó de las películas: las recreaciones del universo de Tolkien fueron aplaudidas por fanáticos del libro y del film a partes iguales. Los tours para recorrer las localizaciones donde Frodo y el resto de la Comunidad vivieron sus aventuras también han aprovechado el filón. Y si bien hay muchísimos lugares dispersos por todo el país por donde el rodaje dejó su huella, el más destacado de todos ellos es sin duda Hobbitton.
Antes de que Peter Jackson la convirtiese en la Comarca, la granja Alexander era una más en la zona de Matamata (en la Isla Norte de Nueva Zelanda) dedicada fundamentalmente a sus 13.000 ovejas y sus 300 vacas. Pero he aquí que la producción de El Señor de los Anillos llegó para cambiarlo todo (la magia del cine, al fin y al cabo). En marzo de 1999 comenzaron a adecuar la granja para ser la Comarca, tarea que les llevó nada menos que 6 meses: de acuerdo que el espacio tenía potencial, pero hasta el último detalle debía estar perfecto (¡esto es Hollywood, amigos!).
El ejército neozelandés construyó kilómetro y medio de carreteras y accesos por la granja; se cavaron los 37 agujeros que recrearían las puertas de las casas de los hobbits (sólo las puertas, el interior se rodó en el estudio); se trajeron árboles y plantas de Inglaterra para replantar el área (recordemos que la descripción de Tolkien de los hobbits, sobre todo en lo que a usos y costumbres domésticos se refiere, hace que siempre se los compare con el pueblo inglés); el roble situado en lo alto de la casa de Bilbo Bolsón fue prácticamente desmontado rama a rama y traído de un pueblo vecino; durante 3 meses de rodaje había unas 400 personas trabajando y conviviendo en la granja. Digamos que el esfuerzo fue demasiado grande como para desmontarlo sin más al terminar la película… ¡Así que lo convirtieron en una atracción turística permanente! Concedámosle el mérito a la visión de negocio porque así nació uno de los principales puntos de peregrinación para los fans de la trilogía: Hobbitton.
Puedes contratar online uno de los tours que ofertan en los que se recorre, caminando tranquilamente, lo que fuera el set de rodaje de la Comarca, pudiéndote hacer fotos libremente en todo momento. Además, se ha reconstruido la posada del Dragón Verde para completar la experiencia (cuando nosotros fuimos estaba en obras porque toda la granja estaba reacondicionándose para el rodaje de El Hobbit así que nos la perdimos).
En el fondo, la visita es como ir a Disneylandia para un niño: si te gustan los libros y/o las películas, por muy turistada que pueda parecer, lo disfrutas, eso es innegable. Y el camino para llegar hasta Hobbitton es también una gozada: con esas colinas verdes infinitas, con ovejas y vacas a cada paso (literalmente te las cruzas en la carretera) y con una indescriptible tranquilidad. Además, será la localización de El Señor de los Anillos a la que más fácil y cómodamente accedas: para el resto hay que recorrer todo el país, buscando (e imaginando un poco también) los puntos exactos. Aunque muchas veces, cuando estés visitando Nueva Zelanda, sin necesidad de estar en la ubicación donde se rodó, te sentirás igualmente en medio de los escenarios de la película, así que ¡disfruta de cada paso por este país!
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