Que Lanzarote es terreno volcánico lo percibes en cuanto pones un pie en sus negras tierras, salpicadas de cactus y plantas de aloe vera. Pero es que además es una isla, rodeada del temperamental océano Atlántico, con lo que sus negras costas contrastan con el mar azul que las baña y crea un paisaje único y fascinante. ¿Es por esto que Lanzarote resulta tan especial?

Para comprobarlo, hacerse con un coche es lo más recomendable, para recorrer la isla a tu aire y desplazarse a los lugares de interés. Así lo hicimos nosotros y nada más bajar del avión estábamos ya de road trip isleño. Nos alojamos en Punta Mujeres y desde ahí condujimos por Lanzarote para realizar las visitas, a nuestro parecer, imprescindibles:

Jardín de Cáctus. César Manrique es el nombre más escuchado para el visitante de Lanzarote: arquitecto, pintor, escultor… A él se debe desde la uniformidad urbanística de los pueblos isleños (fachadas blancas, ventanas y detalles en verde o azul) hasta numerosas esculturas visibles en carreteras y pueblos, pasando por los principales espacios turísticos, construidos aprovechando el paisaje y su entorno con máximo respeto al medio ambiente. Es el caso del Jardín de Cáctus: un viaje por el mundo a través de las distintas especies y variedades de esta planta desértica en un espacio al aire libre que resulta curiosamente armonioso y bello.

Jardín de cactus de César Manrique

Cueva de los Verdes y Jameos del Agua. Son dos centros diferentes, pero forman parte del mismo fenómeno: la erupción del volcán La Corona hace 21.000 años, en la zona donde se ubica el municipio de Haría, cuando la lava avanzó hacia el mar creando un tubo volcánico de 6 km de extensión. Algunos tramos de este túnel son accesibles a través precisamente de la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua. En la primera puedes recorrer un kilómetro aproximadamente y en el segundo César Manrique ha construido otra de sus geniales creaciones perfectamente integradas en el paisaje, aprovechando las aberturas naturales del terreno (los “jameos”) al tubo volcánico. Además en estos habita una especie endémica de cangrejo blanco, visible perfectamente en el interior del primer jameo.

Uno de los espacios en Jameos del Agua, creado por César Manrique

Mirador del Río. Otra construcción de Manrique en un acantilado del norte de la isla con vistas a La Graciosa. La panorámica es exactamente igual desde cualquier punto exterior cercano al mirador (con lo que en ese sentido puedes ahorrarte la entrada y su coste) pero el interior, con su arquitectura orgánica, es curiosa de ver. Por cierto, que si quieres poder visitar todas las atracciones de la isla sin preocuparte por el precio, te recomendamos comprar alguno de los bonos que ofertan (puedes adquirirlo online, se activa en tu primera visita y es válido durante los siguientes 14 días).

Parque Nacional de Timanfaya. Comprende el espacio sepultado por las erupciones volcánicas que tuvieron lugar hace tan solo 3 siglos en el extremo occidental de Lanzarote y cuya acción se ha extendido hasta un cuarto de superficie de la isla. La zona visitable corresponde a las Montañas del Fuego, donde se sitúa el Centro al Visitante (con una fantástica vista panorámica del parque) y desde donde parten los autobuses para recorrerlas durante una hora. No se puede descender del bus ni andar por esta zona si no es en estos vehículos autorizados, pues aún hay actividad volcánica, como demuestran los geyseres y el calor que emana de la tierra.

Vistas desde el autobús recorriendo el Parque Nacional de Timanfaya

También dentro de Timanfaya se encuentra el Charco Verde (de acceso gratuito), en la localidad costera de El Golfo (lugar adecuado para comer un buen pescado en los restaurantes locales, te recomendamos Casa Tato). La laguna debe a un alga su llamativo color verde, que resalta aún más al situarse junto a una playa de arena negra. Si vas desde el Parque de Las Montañas de Fuego en coche hasta el Charco Verde, pasarás también por las Salinas del Janubio y los Hervideros: unos acantilados con cuevas y recovecos por donde se cuela el mar con fuerza. Se formaron por el rápido enfriamiento de la lava al contacto con el agua y la erosión de ésta hizo el resto.

La Geria. Esta región limítrofe con Timanfaya también vio condicionada su oreografía por las erupciones volcánicas: la lava cubrió su superficie, acabando con toda vida vegetal. Pero he aquí que el ingenio humano dio lugar a una nueva forma de cultivo vinícola: reventando con dinamita la capa de lava, accedieron al terreno original donde plantaron las cepas de uva, como la malvasía autóctona y otras variantes como la moscatel. Y construyendo pequeños cercados de piedra a su alrededor para protegerlas del fuerte viento típico de Lanzarote, lograron que las viñas crecieran fuertes y dieran lugar a unos vinos destacables (sobre todo los blancos). Visitar una bodega de esta zona es posible, y muy aconsejable, para conocer el proceso de producción y pasear por los curisos campos de cultivo resultantes, con las plantas verdes contrastando con la negra tierra.

Viña de 240 años de antigüedad en La Geria

Playas. Las hay de tierra negra, de fina arena blanca, de piedra, formando piscinas naturales… Para todos los gustos. Aunque no fuimos en temporada veraniega simplemente verlas y pasear por ellas ya fue un placer. Nos quedamos con las famosas playas de Papagayo, la extensa caleta de Famara y las piscinas naturales nudistas de Charcos del Palo.

Playa de Famara

Playa de Famara

Y si aún te queda tiempo, dado que desplazarse en coche por la isla es fácil y rápido e incluso probablemente pases por estos municipios, te recomendamos: conocer Teguise, uno de los Pueblos Más Bonitos de España, preferentemente en domingo para ver su animado mercadillo, y dar un paseo tranquilo por Haría.

Como siempre, te dejamos un mapa con todas las direcciones. Pero… ¿nos hemos dejado tu rincón favorito de la isla? ¡Cuéntanoslo!

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

2 Comment on “Lanzarote: Canción de mar y fuego

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