La primera vez que vimos el Lago de Garda, solo una cosa venía a nuestra mente: la dolce vita. He aquí la dolce vita. Un bello lago en el norte de Italia, azul cristalino, enmarcado por los Alpes y salpicado de pueblos tan bonitos que parecen el decorado de una película. No nos extrañó su fama. ¡Si hasta tiene su propio vino denominación de origen!
El lago más grande de Italia es de origen glaciar, numerosos ríos y afluentes le alimentan e incluso tiene 8 islas propias. La parte norte está rodeada de montañas, pertenecientes al Monte Baldo, mientras que la parte sur se encuentra entre valles y su costa es más irregular con penínsulas y entrantes. Y es el lago más famoso y turístico del país alpino (título quizá solo disputado por el glamouroso lago de Como).
Una veintena de municipios se sitúan en torno a su perímetro, que se reparten entre las 3 regiones italianas que ocupa: Trentino, Lombardía y Véneto. Precisamente debido a la multitud de ciudades con acceso al lago, por tanto, es fácil llegar a él por casi cualquier medio de transporte. Nosotros lo hicimos en coche desde Verona y las localidades que visitamos fueron Sirmione y Malcesine, dos de las más grandes y turísticas.
Malcesine se ubica en la parte norte: a un lado las azules aguas del lago, al otro las altas montañas del Monte Baldo. ¡Menudo paisaje! Es una ciudad pequeña, de apenas 3.000 habitantes, pero encantadora. De origen medieval, su castillo es el punto más visible y el que define su fotogénica silueta. Pasearla te llevará apenas unas horas: sacar mil fotos y tomar algo tranquilamente en alguna de sus terrazas harán el resto.
Sirmione, por contra, está situada en la costa sur, en una península del mismo nombre que penetra en las aguas del lago. Es una ciudad de mayor tamaño y con muchos más visitantes, debido también a que tiene más atractivos turísticos.
En primer lugar, su castillo, llamado Rocca scaligera, se encuentra en el tramo que une la península con tierra firme y marca el acceso al casco histórico. Para entrar en éste, por tanto, deberás cruzar su pequeño puerto y el puente del castillo. ¡Menuda entrada triunfal!
Sirmione es también famoso por sus balnearios: las aguas del lago en esta zona son ricas en azufre y por tanto recomendadas para baños termales y curativos.
Pero la joya de la corona para nosotros es el paseo por su casco antiguo, situado en la península y por tanto rodeado por el lago a cada paso, con embarcaderos a los que asomarse a contemplar su inmensidad. Si tienes la suerte de estar en uno de ellos al atardecer, la visión te dejará sin habla.
Desde Verona a Sirmione en coche se tardan 50 minutos, por autovía con peaje, o bien 1 hora por carretera. Se puede llegar también en tren en apenas 20 minutos. El trayecto de Verona a Malcesine por carretera es de 1 hora y 15 minutos en automóvil. En autobús hay que combinar 2 líneas: primero hasta Garda y de ahí ya a Malcesine. Si vas en tu coche, en Sirmione lo más recomendable es dejarlo en el parking público que hay justo junto a la entrada del puente del castillo por el que se accede al centro histórico y moverte después a pie. En Malcesine hay varios aparcamientos de pago en distintos puntos.