Una simple búsqueda en Google de “los pueblos más bonitos de Madrid puede derivar en decenas de escapadas interesantes desde la capital madrileña: El Escorial, Buitrago de Lozoya, Chinchón, La Hiruela… Y Patones de Arriba. Este municipio ocupa siempre un lugar destacado en este tipo de listas. Y desde que lo visitamos, podemos decir que es bien merecido.

En la Sierra Norte de Madrid, a sólo 60 km de la capital, una hora en coche, se encuentra Patones de Arriba, el representante más conocido de los pueblos negros de este área (sí, haberlos, haylos, pese a que la fama sea sobre todo para los pueblos negros de la vecina provincia de Guadalajara). El nombre les viene de sus tradicionales construcciones hechas en pizarra (piedra de color negro, claro, muy abundante en la zona), situadas entre calles empedradas y, en el caso de Patones además, en una envidiable ubicación por sus vistas a la sierra.

El pueblo está dividido en realidad en dos núcleos urbanos: Patones de Arriba, el enclave original con las edificaciones de pizarra, y Patones de Abajo, más grande, más accesible y de creación moderna, en los años 60. Lo recomendable si vas en coche es que lo aparques en Patones de Abajo, en un parking habilitado para ello junto al polideportivo municipal y desde donde parte el sendero que te lleva a pie hasta Patones de Arriba: la Senda Interpretativa del Barranco, de menos de 800 metros, apenas 15 minutos de paseo.

Aunque se han encontrado restos arqueológicos del siglo II A.C., el origen de Patones de Arriba data del siglo XVI, cuando estaba habitado eminentemente por pastores y dependía del municipio de Uceda (hoy perteneciente a Guadalajara). Los fundadores se apellidaban Patón y de ahí la denominación del pueblo.

Debido a su aislamiento geográfico y a la distancia de Uceda, los vecinos de Patones decidieron nombrar un Rey propio: una especie de alcalde, en realidad, que les representaba y que administraba justicia. A finales del siglo XVII el Rey de Patones escribió una carta a Carlos III explicando la situación del pueblo. La misiva tenía un inicio así de motivado: “Del Rey de Patones al Rey de las Españas”. Sea como fuere, surtió efecto, pues Carlos III concedió a Patones el deseo de ser una aldea independiente de Uceda. Al poder organizarse por tanto como tal ya no era necesaria la figura del Rey local.

La historia del Rey de Patones está descrita en algunos carteles que encuentras paseando por las calles patoneras. Y sobre todo, da nombre a un (recomendable) restaurante: el Rey de Patones. Porque si algo hay en este pueblo son buenos restaurantes: su fama les precede y un plan muy habitual entre los madrileños es venir aquí a pasear y comer.

Aunque todo Patones está formado por construcciones en pizarra, no todas tienen la misma antigüedad. Las originarias del siglo XVI son más pequeñas y con una sola planta. Con el paso del tiempo las casas fueron creciendo en superficie, primero, y en altura, después, incorporando un segundo piso. Incluso viviendas más modernas han seguido la arquitectura tradicional en pizarra, manteniendo así la homogeneidad.

A lo largo del siglo XX los vecinos fueron abandonando Patones de Arriba para asentarse en la parte baja del pueblo, en lo que es hoy Patones de Abajo y donde viven en realidad la mayoría de patoneros. En los 90 Patones de Arriba fue nombrado Bien de Interés Cultural. Desde entonces se ha convertido en un núcleo eminentemente turístico, especialmente con establecimientos de comercio artesanal y hostelería y solo unas 20 personas viven allí.

La historia de Patones está ligada a la de las infraestructuras hidráulicas en la Comunidad de Madrid. Empezó en el siglo XVIII con el canal de Cabarrús, que facilitó el riego y la prosperidad para las huertas de Patones, Uceda y Torrelaguna. En el XIX se construyó el embalse del Pontón de la Oliva: una de las obras de ingeniería más importantes de su época que sin embargo fue abandonada por problemas de filtración. Por último, ya en el siglo XX, la presa del Atazar procura el abastecimiento principal de agua en Madrid. Además de estas 3 significativas construcciones, canales, presas y acueductos son visibles en las inmediaciones de Patones.

Lo primero que encuentras al entrar en Patones de Arriba es la antigua iglesia de San José, una pequeña ermita de piedra que hoy funciona como Oficina de Turismo.

Siguiendo los carteles informativos puedes realizar un interesante itinerario por el pueblo y aprender sobre su historia y arquitectura. Por último, es habitual hacer rutas de senderismo que parten del mismo Patones o sus inmediaciones, como la que hicimos nosotros a las cárcavas desde la presa del Pontón de la Oliva.

Para finalizar, te dejamos el podcast de “Viajar del cuento” en que hablamos de muchos más planes para hacer en otoño en Madrid:

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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