Entre Madrid y Guadalajara se encuentra un paisaje tan singular como relativamente poco conocido. Concretamente, en el límite entre el madrileño municipio de Patones y la vecina Valdepeñas de la Sierra, cuya frontera natural la marca el río Lozoya.

Se trata de las cárcavas: unas formaciones creadas por la erosión llevada a cabo por el agua sobre terrenos arcillosos. La tierra rojiza queda a la vista, exenta de vegetación, y la acción desigual del agua sobre sus materiales, unos más blandos que otros, provoca que se formen pequeñas pirámides o “chimeneas de hadas”. El paisaje más famoso de este tipo que seguro te viene a la mente es el de la Capadocia en Turquía, pero también en Toledo puedes encontrar otro similar (y que ya visitamos, las Barrancas de Burujón).

Las cárcavas de Patones pertenecen en realidad a la provincia de Guadalajara
Las cárcavas de Patones pertenecen en realidad a la provincia de Guadalajara

Aunque coloquialmente se las conoce como “las cárcavas de Patones”, en realidad, estrictamente hablando, son “las cárcavas de Valdepeñas de la Sierra” pues pertenecen a la provincia de Guadalajara. Las rutas para acercarse a ellas parten de la presa del Pontón de la Oliva, en la frontera entre las comunidades madrileña y machega (aunque su ubicación está en la segunda), pero a tan solo 5 km de Patones (con lo que es factible incluso unir la caminata desde éste hasta el embalse y de ahí a las cárcavas) y a unos 80 km de Madrid capital.

Precisamente su cercanía a Patones hace de estas cárcavas una excursión ideal para hacer si te encuentras en este famoso pueblo. Incluso puedes combinar la ruta y la visita al municipio en el mismo día yendo y volviendo desde Madrid capital, dado que el trayecto es solo una hora en coche (así de hecho lo hicimos nosotros). También puede ser una buena excusa para descubrir otras joyas naturales de la provincia de Guadalajara como el Parque Natural Alto Tajo, que conocimos desde Zaorejas, o los campos de lavanda de Brihuega.

El embalse del Pontón de la Oliva es de por sí un lugar que merece la pena conocer. Se trata de la presa más antigua del Canal de Isabel II, la primera gran construcción de este tipo que se llevó a cabo para abastecer de agua a una ciudad ya en gran crecimiento, como era Madrid a finales del siglo XIX. Una obra monumental en el río Lozoya en la que trabajaron en muy duras condiciones unas 2.000 personas, muchas de las cuales eran prisioneros de las guerras carlistas.

Embalse del Pontón de la Oliva en el río Lozoya, Madrid
Embalse del Pontón de la Oliva en el río Lozoya, Madrid

Sin embargo, hubo un error de cálculo básico: el terreno sobre el que se construyó la presa. Favorecía las filtraciones de agua, lo que reducía la capacidad del embalse, por lo que fue abandonado al poco tiempo de empezar su actividad. Si bien la presa está en desuso, hoy se ha convertido en destino de senderistas, por las rutas que pasan por allí, y de escaladores, por una pared de piedra ideal para este deporte que hay justo junto a ella.

Parede junto a la presa del Pontón de la Oliva, popular entre escaladores
Pared junto a la presa del Pontón de la Oliva, popular entre escaladores

Hay básicamente dos formas de llegar a las cárcavas desde Pontón de la Oliva: una rápida y directa, otra más larga que pasa incluso por Alpedrete de la Sierra. Dado que nosotros planteamos la jornada para conocer tanto las Cárcavas como Patones (y encima no fuimos muy madrugadores), optamos por la rápida. Si te interesa la ruta más larga, aquí los chicos de Viajar por libre te lo explican con todo detalle.

Para dejar el coche, dispones de dos aparcamientos junto al embalse: el mejor para empezar la ruta es el inferior, el que está justo en la base de la presa. Supone el primer desvío que ves en la carretera si vienes de Madrid. Si te lo pasas y vas hasta el segundo parking, no es gran problema pues puedes llegar a pie hasta el primero y retomar el camino.

Desde ahí continúas hacia el restaurante La Chopera (está señalizado en Google Maps en caso de duda) y tomas la carretera que empieza a subir. Pero no tienes que seguir demasiado por ella. Tras avanzar unos metros, aparece un desvío a la derecha hacia un camino de tierra roja sin asfaltar. Ésta es la vía directa que lleva a las cárcavas.

Desvío hacia el sendero que lleva a las cárcavas de Patones
Desvío hacia el sendero que lleva a las cárcavas de Patones

El sendero es bastante empinado en su primera mitad y al ser de terreno arcilloso, puedes resbalar si no vas con atención. Imprescindible llevar botas de montaña. Suponemos que con lluvia o terreno húmedo, ascender por aquí debe de ser directamente imposible. La segunda parte es más llana y más bonita, pasando entre campos amarillos, con lo que una vez hecho el esfuerzo inicial, piensa que ya el objetivo está más cerca.

Vista de las cárcavas desde la ruta
Vista de las cárcavas desde la ruta

El tiempo de subida total solo de este sendero es de 30 minutos aproximadamente (también depende de tu ritmo). Muy importante: no hay ni una sola sombra, así que si el sol aprieta, nada te libra de mucho calor y agua, gorra y crema protectora son necesarios. Por ello, si vas en verano, mejor ir en horas tempranas (justo lo que no hicimos nosotros, por cierto).

Último tramo del sendero que lleva hasta las cárcavas de Patones
Último tramo del sendero que lleva hasta las cárcavas de Patones

Con esta ruta llegas a la parte superior de las cárcavas, de modo que las ves como “encajadas” en el paisaje. No ocupan una superficie demasiado grande, de un vistazo las abarcas sin problema. El camino va bordeando la periferia de las formaciones, siempre por arriba: si lo sigues puedes observarlas desde distintas perspectivas y tomar cuantas fotografías quieras. Después del ascenso, disfruta de la panorámica.

Admirando las cárcavas tras el ascenso
Admirando las cárcavas tras el ascenso

El regreso se realiza exactamente por el mismo camino así que simplemente se trata de deshacer lo andado, esta vez cuesta abajo y también con precaución porque la tierra está suelta. Vuelves a la carretera desde la que te desviaste, primero, y de ahí al punto de inicio en el embalse del Pontón de la Oliva.

Tras la caminata puedes optar por tomar algo en el restaurante, refrescarte al pie de la presa o, como hicimos nosotros, coger el coche para ir hasta el cercano Patones a disfrutar de ese bello pueblo aprovechando su cercanía (pero eso te lo contamos en este post específico sobre Patones).

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3 Comment on “Las cárcavas, desde Patones

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