Katmandú es la puerta de entrada a Nepal y por eso la mayoría de turistas apenas pasan por ella en su camino hacia los pueblos del Himalaya, que son el objetivo real de casi todos los que entran en el país. En nuestro caso, era la parada obligada en nuestro viaje a Bután, así que decidimos quedarnos allí unos días para conocerla.
Con millón y medio de habitantes y atravesada por el río Vishnumati, Katmandú cuenta con varias áreas históricas y religiosas de gran interés que son su principal atractivo turístico. En cambio, la urbe moderna es un caos de edificios y casas mal construidos, calles apenas asfaltadas con peatones, motos y coches circulando sin orden ni concierto y postes de electricidad con mil cables enredados. De hecho, tienen serios problemas con el suministro eléctrico y sufren cortes diarios de luz (incluso en los hoteles). ¡Moverse por Katmandú puede catalogarse de actividad de alto riesgo! Quizá por ello te interese contratar una visita guiada por la ciudad.
Bhaktapur, vista de la plaza principal (Nepal)
Teniendo en cuenta todo esto, ¿merece la pena una visita? Sí, porque allí podrás ver construcciones únicas, pero no te quedes demasiado tiempo si eres de agobiarte en las ciudades caóticas: 48 horas son suficientes. ¿Y qué hacer en Katmandú en esas 48 horas?
Para contemplar la legendaria cordillera del Himalaya desde Katmandú lo más recomendable es coger un vuelo panorámico. Se realiza en pequeños aviones con 2 filas de asientos individuales (de modo que todos los pasajeros tienen garantizado un sitio de ventanilla) y que parten del aeropuerto de Katmandú a primera hora del día (6-7 de la mañana). El vuelo dura unos 50 minutos con un coste de entre 150 y 200 euros por persona, pudiendo ver, en días despejados, varios ochomiles, Everest incluido (damos fe de ello). Pero si admirar estos míticos picos desde lejos te sabe a poco, siempre puedes hacer un trekking en Nepal: alcanzar el campamento base del Everest o completar el Circuito Annapurna son algunas de las posibles rutas a realizar.
Swayambhunath es un complejo religioso también conocido como Templo de los Monos, ya que estos son los pequeños habitantes que campan a sus anchas allí. Es también uno de los principales centros religiosos para los budistas. Está compuesto por una gran estupa dorada y varios santuarios y templos (las estupas son monumentos funerarios budistas).
Swayambhunath, Templo de los Monos, en Katmandu, Nepal
El templo Pashupatinath, a orillas del río Bagmati, está dedicado a la manifestación del dios Shiva llamada Pashupati, Señor de los Animales, y es uno de los principales templos hindúes del mundo. Es además el más antiguo de Katmandú (data del año 400) y acoge muchas piras funerarias junto al río. Cuando lo visitamos presenciamos la incineración, con honores, de un miembro de un partido político nepalí.
Incineración funeraria con honores en Pashupatinath, en Katmandú, Nepal
La estupa budista de Boudhanath es una de las más grandes del mundo. Está situada en la antigua ruta comercial del Tíbet, con lo que ha acogido a peregrinos durante siglos. Por ello, tras la invasión china, muchos refugiados tibetanos que entraron en Nepal se quedaron a vivir cerca de Boudhanath. A su alrededor hay en consecuencia muchas casas y comercios. Además de pasear por el recinto, es muy recomendable subir a alguno de los cafés y restaurantes situados en las terrazas en torno a la estupa y disfrutar de las vistas.
La estupa Boudhanath, en Katmandú, Nepal
Bhaktapur es la capital cultural de Nepal (lo fue también política hasta el siglo XVI) y la que mejor conserva sus plazas y construcciones históricas. Entre éstas llaman la atención los templos en forma de pagoda, tan típicos en toda Asia, desde Tíbet a Japón. La plaza Durbar es la más conocida de Bhaktapur (y de Nepal, en realidad): además de ser la más grande, alberga varios templos, palacios, estatuas… ¡Todo en una sola plaza!
Plaza de Bhaktapur, Nepal
Otras dos plazas históricas, quizá menos famosas que la de Bhaktapur, pero que igualmente merecen una visita, son la plaza Katmandú Durbar, situada en la parte antigua de la ciudad (Basantapur), y la plaza real de Patan, en la ciudad del mismo nombre. Katmandú Durbar está situada frente al Palacio Real y compuesta por hasta 50 templos, entre los que destaca el de Kaandasthamp, del que deriva el nombre de la ciudad Katmandú. Por su parte, la plaza de Patan fue en su día residencia de los reyes y entre sus construcciones destaca el Hiranya Varna Mahavir, más conocido como el templo dorado de Patan.
El conjunto de todas estas construcciones y áreas compone el “Valle de Katmandú”, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, debido a su relevancia como cruce de culturas de las antiguas civilizaciones asiáticas, con lugares sagrados de gran importancia tanto para budistas como para hindúes.
Fuera ya de las visitas históricas, Thamel es el barrio turístico por excelencia, un laberinto de calles plagadas de hoteles, comercios, bares, cafés… Si vas a Katmandú probablemente te alojes en esta zona: nosotros lo hicimos en el hotel Florid, barato, con habitaciones cómodas, desayuno excelente y personal muy atento. Nuestras recomendaciones en cuanto a restaurantes: Reggae Bar & Café, con música en directo, cerveza local Everest y deliciosos momos; Café Orleans, con comida internacional y una extensa carta de vinos (¡vino manchego incluido!) y Bamboo Club, con una estupenda terraza y platos típicos nepalíes.
Si el agobio de tráfico y ruido (los pitidos del claxon de los coches son la banda sonora de Katmandú) te pueden, muy cerca de Thamel hay un pequeño oasis de tranquilidad: The Garden of Dreams (el Jardín de los sueños). Un jardín neoclásico de estilo inglés, construido en 1920 y adornado con pérgolas, estanques e incluso un pequeño anfiteatro donde se realizan representaciones. Puedes acceder a este remanso de paz previo pago de su entrada (200 rupias nepalíes, no llega a 2 euros) y en su interior hay también un par de restaurantes, para presupuestos altos.
The Garden of Dreams en Katmandú, Nepal
Vistas del Everest, Himalaya, desde el vuelo escénico
¿Te atreves entonces a visitar Katmandú? ¿O ya has estado allí? Tanto en un caso como en otro, puedes disfrutar de más fotos de este viaje en nuestro Flickr.
Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0
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Pero qué maravilla de lugar. Se siente un halo de misticismo a través de las fotos y la reseña de viaje que han hecho. Muchas gracias por compartirnos un viaje tan fenomenal.
Gracias a ti por leernos y poe tu amable comentario