Tan cerca y tan lejos. Un vuelo de Madrid a Marrakech apenas lleva 2 horas (con Ryanair encima te puede salir baratísimo) y, pese a ser una de las ciudades más importantes de Marruecos y contar de hecho con una zona totalmente occidental (Gueliz), en cuanto pisas la Medina, te sientes en otro mundo. Caótica, desordenada y única. Y aquí te damos nuestros consejos para conocerla.
¿Cuándo ir?
Evitar los meses de verano sería lo más sensato, para no pasar demasiado calor. Nosotros fuimos en noviembre: durante el día había temperaturas cálidas, perfectamente soportables, y por la noche refrescaba (lo perfecto para dormir bien).
¿Dónde alojarte?
Sin duda, en un riad. Así se denominan las casas tradicionales marroquíes con un jardín o patio interior, algunas son más semejantes a un palacio incluso. Resulta muy asequible alquilar una habitación y es un alojamiento más auténtico que el hotel habitual. Nosotros nos hospedamos en el Riad Dar Palmyra, en plena Medina: es una casa preciosa, con un amplio patio perfectamente cuidado y una terraza en la azotea muy bien acondicionada. Nuestra habitación era la más pequeña (y barata, 45 euros la noche), pero de sobra para descansar y con baño privado. Los dueños del riad son amabilísimos (él habla español y te da consejos super prácticos y valiosos, como cuánta propina dar, dónde comer, cómo desplazarte de la forma más económica, etc) y sirven un desayuno delicioso y abundante. Además ofrecen un servicio de transporte al aeropuerto en coche, a buen precio.
¿Qué ver?
La plaza de Jamaa el Fna. Es el epicentro de la Medina en Marrakech, toda la actividad de la ciudad concentrada en esta plaza, por la que pasarás tanto de día como de noche. Tiendas, puestos de comida, espectáculos, músicos, restaurantes, bares y todos los turistas de Marrakech están aquí. O la amas o la odias. Personalmente me agobió un poco… Aunque sí me gustaron las vistas de noche desde alguna de las terrazas de los edificios que rodean la plaza (en su mayoría restaurantes).
El zoco. Laberinto de tiendas y puestos donde puedes encontrar de todo (a cambio de un buen regateo, eso sí): comida, tés, artesanía, tejidos, cuero, etc. Procura ir por la mañana pues por la tarde muchos puestos cierran.
La mezquita Koutoubia. La más alta e importante de Marrakech y símbolo de la ciudad, es reconocible por su alto minarete, similar a la Giralda, y su color arenisca rosada. En las mezquitas de Marrakech (a diferencia de otros lugares, como Estambul) no está permitida la entrada a los no musulmanes, con lo que hay que conformarse con admirarlas desde fuera…
El Palacio Bahia (10 dirhams la entrada). Tiene una extensión de 8 hectáreas de superficie y cuenta con más de 150 habitaciones. Fue mandado construir a finales del siglo XIX por un visir de la corte real.
La Madraza Ben Yousef (60 dirhams la entrada, con acceso al Museo de Marrakech). Es una antigua escuela musulmana de estudios superiores que daba servicio a la mezquita cercana y donde llegaron a estudiar y vivir hasta 900 niños. Destaca su arquitectura, en madera y azulejos, con ricos grabados e inscripciones en caligrafía árabe. El patio interior con una alberca en el centro es de lo mejor que puedes ver en Marrakech.
El Museo de Marrakech. Nada que ver con los museos de capitales europeas, con cientos de salas y obras, éste es mucho más humilde. Lo más espectacular es el patio interior con una lámpara de cobre inmensa y maravillosa. Las salas alrededor del patio albergan la colección del museo: cerámicas, lámparas, alfombras…
El barrio de los curtidores. Cercano a la puerta Bab Debbagh, es el lugar donde los curtidores trabajan la piel (el olor aquí es por tanto muy fuerte y desagradable). Si encuentras un guía (él te encontrará a ti casi seguro), te ofrecerá una rama de hierbabuena para sobrellevar el olor y una explicación guiada a cambio de unos dirhams. La parada final, como no, es una tienda con artículos de piel fabricados en el mismo barrio.
Los Jardines de Menara. Se componen de un gran estanque presidido por un edificio muy llamativo y miles de olivos que se riegan gracias a él. Los habitantes de Marrakech suelen ir allí a pasear o simplemente estar sentados disfrutando de las vistas. Pero no esperes un recinto especialmente bello.
Los Jardines Majorelle. Son unos jardines que hizo construir en los años veinte el pintor Jacques Majorelle y que compró en los años sesenta el famoso diseñador francés Yves Saint Laurent. Cuenta con multitud de árboles y plantas distintas, estanques y una decoración colorida. Un oasis de tranquilidad fuera de la Medina.
Gueliz, la ciudad nueva. Alejada de la Medina (geográfica y espiritualmente), es la zona moderna, más occidental, con tiendas, hoteles, restaurantes y edificios como los que vemos en cualquier ciudad de Europa. Desde las azoteas de este barrio hay una gran vista de Marrakech y sus atardeceres, en días claros se puede ver incluso la cordillera del Atlas, en terrazas como la del hotel Renaissance.
¿Dónde comer?
En Marrakech puedes comer bien y barato en cualquiera de los restaurantes que rodean la Plaza Jamaa El Fna (menú completo por 2 o 3 euros). Pero si algún día quieres darte un pequeño homenaje o tomar una bebida alcohólica (recuerda que en Marruecos al ser país árabe están prohibidas en sus establecimientos públicos), prueba con alguno de estos:
Café Árabe (184, rue Mouassine, Medina). En su terraza podrás disfrutar, además de las vistas, de su cocina italiana y marroquí y vinos de la zona.
Le Marrakchi (52 Rue des Banques, Medina). Situado en una esquina de Jamaa el Fna, este restaurante tradicional marroquí ocupa dos plantas y tiene vistas a la plaza y espectáculos de danza del vientre mientras cenas.
Kasbah Café (47 Boutouil, Medina, frente a las Tumbas Sadíes). Y otra terraza más con grandes vistas y con una carta-para-todos: desde especialidades marroquíes hasta pizza o ensaladas para los que echen de menos el menú europeo.
¿Qué hacer?
Callejear por la Medina, regatear en las tiendas del Zoco, observar la ciudad desde una azotea, comer en la plaza Jamaa el Fna por 2 euros, esquivar a los coches, motos y transeúntes, todo a la vez… Mucho qué ver y qué hacer en Marrakech, pero te damos una recomendación especial: probar un hamman en unos baños tradicionales. Nosotros lo hicimos en Les bains de Azahara, con ofertas desde 150 dirhams. ¡No te vayas de Marruecos sin probarlo!
Si además, cuentas con días suficientes, desde Marrakech puedes llegar fácilmente a Esauira en autobús o contratar una excursión para conocer el desierto del Sahara o el ksar de Ait Ben Haddou, famoso por aparecer en múltiples películas. ¡Toda una experiencia!
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4 Comment on “Guía de viaje a Marrakech”