“Zaragoza, Zaragoza, no sabe lo que se pierde quien no te goza”
Pues años llevábamos sin gozarla. Yo no iba desde bien pequeña y Diego hacía ya unos años que tampoco estaba por allí. Y desde luego, ha sido nuestra primera vez juntos. Parece mentira, con lo cerca que queda de Madrid. Sea como sea, por fin fuimos un fin de semana a Zaragoza ¡y qué bien lo pasamos!
En realidad tuvo que llegar Ouigo a nuestras vidas para que sucediese. El operador de tren de alta velocidad a bajo coste no nos lo pudo poner más fácil y en tan solo 1 hora y cuarto de trayecto desde Atocha nos plantamos en Zaragoza. Nos alojamos precisamente en las inmediaciones de la estación de tren: no nos importaba caminar para turistear pero dado que llegábamos el viernes a las 10 de la noche, era prioritaria la cercanía del alojamiento. Con esa premisa tampoco había muchas opciones así que el elegido fue el Hotel Delicias. Lo mejor: que en las calles limítrofes hay bastantes bares recomendables para tapear (una de las actividades estrella en Zaragoza de la que te damos detalles más adelante en este post).
Si tu estancia en Zaragoza va a ser corta y no necesitas alojamiento, o tienes varias horas antes del check-in o tras el check-out y lo que necesitas simplemente es un lugar seguro donde dejar tu equipaje para poder visitar la ciudad libre de pesos y con total tranquilidad, ahora esto es posible gracias a Megalockers. En pleno centro de Zaragoza, a escasos metros de la icónica Basílica del Pilar, podrás guardar tus maletas, mochilas o bolsas con la confianza de que estarán vigiladas las 24 horas y a precios muy económicos. ¡Disfruta así con libertad de todos los lugares y actividades de Zaragoza que te recomendamos en este post! → Guardar maletas en Zaragoza.
Zaragoza es la quinta ciudad más poblada de España (confesamos que el dato nos sorprendió) y su historia es como un resumen a pequeña escala de la de nuestro propio país, ostentando gran protagonismo en sus principales capítulos. Su primer nombre fue Salduie, ciudad íbera en el siglo III A.C.
Su siguiente denominación es mucho más famosa: Caesaraugusta, en honor al emperador César Augusto, desde el I A.C. En los siglos I y II fue un importante centro romano en Hispania y se construyeron grandes obras públicas, de las que aún hoy se pueden ver algunas: el foro, el puerto fluvial, las termas, el teatro…
El tercer nombre, el árabe, Saraqusta, le fue dado desde el siglo VIII. Llegó a ser una taifa independiente en los siglos X y XI, época de la que procede el mayor legado de este reinado: el Palacio de la Alfajería. En el siglo XII fue reconquistada por los cristianos y pasó a ser la capital del Reino de Aragón. Cuando éste se unió al Reino de Castilla, Zaragoza perdió en parte su protagonismo, que recuperó por su famosa resistencia a las tropas de Napoleón durante la Guerra de Independencia.
Una ciudad con tanta historia claramente tiene muchos sitios que visitar. Pero contando con solo un fin de semana tuvimos que elegir. En esta tarea nos ayudó mucho la Web de la Oficina de Turismo de Zaragoza, en la que puedes consultar información, leer sugerencias de rutas e incluso contratar online visitas y paseos guiados entre una oferta muy variada.
El epicentro de Zaragoza es la Plaza del Pilar. En ella encuentras la archiconocida Basílica, la menos popular pero bellísima Catedral o Seo, el museo del Foro romano y los restos de la muralla romana (uno a cada extremo). Y en sus inmediaciones, el Mercado Central, el Museo de Goya, el Patio de la Infanta, el Puente de Piedra y la zona de tapeo por excelencia, el Tubo. Así pues, ve a la Plaza del Pilar y empieza tu itinerario allí.
Hay 2 catedrales en Zaragoza: la del Pilar, nombrada como tal en el siglo XVI; más antigua es la del Savador o Seo, desde el XII (de la que te hablamos en el siguiente punto). Ambos edificios son inversamente proporcionales pese a compartir título: el Pilar es impresionante por fuera, pero su interior es más discreto; la Seo apenas destaca en su exterior pero sorprende con un interior apabullante y luminoso. Sea como sea, ambas son de obligada visita.
La actual Basílica está construida en el mismo lugar que ocupó un templo románico del siglo XII y sobre la base de una iglesia gótico mudéjar consagrada a Santa María La Mayor, que sustituyó al anterior, en el XV. En el XVI se hizo necesaria ampliar esta construcción en vista de la creciente devoción por la Virgen del Pilar. Con estilo predominantemente barroco, las obras se prolongaron durante varios siglos: a mediados del XVII ya estaba lo principal, incluyendo las cúpulas, si bien las torres no se completaron hasta mediados del XX. El resultado, sea como fuere, es indudablemente impresionante: 130 metros de largo por 76 de ancho y hasta 96 de altura en las torres.
El interior nos pareció más discreto, si bien hay varios elementos claramente destacables. En primer lugar, la Santa Capilla, que es un templo en sí mismo dentro de la Basílica y en cuyo interior está la imagen del Pilar. En segundo lugar, hay hasta dos frescos pintados por Goya: uno en la bóveda del coreto (frente a la Santa Capilla) y otro en una cúpula sobre la Columna de la Virgen. Por último, resulta muy curioso ver que en varias paredes cuelgan banderas de países latinoamericanos: esto se debe a que la Virgen del Pilar es también la patrona de la Hispanidad.
La entrada al Pilar es gratuita. Es posible realizar un visita guiada organizada por la Oficina de Turismo, de 1 hora de duración, por tan solo 2 euros (nosotros la habíamos contratado online pero se canceló por servicios religiosos). Está prohibido tomar fotografías en el interior.
Una forma diferente de conocer la Basílica es subir a una de sus torres, hasta 96 metros de altura, por 4 euros. Tras el paseo en un ascensor panorámico tienes media hora para disfrutar de las vistas del Ebro, el Puente de Piedra, las cubiertas de la Basílica, la Plaza del Pilar y el resto de Zaragoza. Mejor reserva online porque solo venden un número limitado de plazas cada 30 minutos.
Otra alternativa, en cuanto a vistas se refiere, es el Torreón de la Zuda, ubicado junto a los restos de la muralla romana en la misma Plaza del Pilar. Es lo que queda del antiguo Palacio del gobernador de Saraqusta. Hoy lo ocupa una oficina de turismo pero se puede subir gratis a la última planta y disfrutar de la panorámica de la Plaza desde el Mirador de las 4 culturas.
La devoción de los zaragozanos por Nuestra Señora del Pilar se ha plasmado no solo en la construcción de la Basílica sino también en la consagración a la Virgen de las grandes fiestas locales, como patrona de la ciudad, en torno al 12 de octubre (festividad compartida con el Día de la Hispanidad, por cierto, por conmemorarse esta fecha el descubrimiento de América). Las Fiestas del Pilar de Zaragoza son de las más conocidas, tanto dentro como fuera de España, y en torno a ellas se celebran muchos eventos. Si visitas la Basílica en días próximos a las Fiestas confundirás la cola para entrar a ésta con la cola, igual de larga, para conseguir “la cinta del Pilar”. Se trata de un trozo de tela que es costumbre llevar durante la festividad, cuya medida es igual a la de la estatua de la Virgen. El origen de esta tradición se remonta al siglo XVIII cuando se cedía el manto de la imagen del Pilar a los enfermos para estar así “bajo la protección de la Santísima Virgen”.
Consagrada a Jesucristo el Salvador (de ahí el nombre) fue también la primera Sede del Obispo (de ahí su otro sobrenombre de Seo). Su sobria fachada neoclasica no refleja en absoluto el rico interior que guarda. Se inició su construcción en el sigo XII, tras la reconquista cristiana de Zaragoza, y se prolongó hasta el XVIII: todos los estilos arquitectónicos que se desarrollaron durante esos 6 siglos tienen su reflejo en esta Catedral. Es por ello como entrar en un libro de historia del arte de España.
Su situación, en un extremo de la Plaza del Pilar, tampoco es casual. El principal templo de la época romana de Caesaraugusta estaba también aquí, así como la Mezquita Mayor de Saraqusta. De hecho, la edificación de la Catedral se inicia en el centro de la antigua Mezquita, reutilizando sus espacios durante siglos hasta que se finalizó la construcción cristiana. Ésta se vio expecialmente impulsa en los siglos XV y XVI, con la financiación de obispos locales, descendientes a su vez de reyes aragoneses.
Su interior es muy amplio y luminoso, favorecido por la predominancia del color blanco de uno de los materiales más empleados en ella, el alabastro (no en vano Aragón es uno de los mayores productores mundiales de este tipo de mineral). Destacan el retablo gótico del siglo XV del Altar Mayor, el cimborrio mudéjar del siglo XVI y el muro mudéjar de la Parroquieta (visible desde fuera). De hecho, estos dos últimos elementos, junto al Palacio de Alfajería del que hablamos más adelante, son los principales exponentes del mudéjar zaragozano, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Por último, la Catedral alberga en su segunda planta el Museo de Tapices: 65 telas de los siglos XV a XVII, aunque solo se muestran 23. Presume de ser la segunda colección de tapices más importante de España.
El acceso a la Seo es previo pago de una entrada de 6 euros. El precio se reduce a 3 si entras formando parte de la visita guiada de la Oficina de Turismo (que cuesta 2 euros a su vez). La recomendamos cien por cien: aprendimos mucho tanto de la propia Catedral como de la historia de Zaragoza.
En la misma Plaza del Pilar, a medio camino entre la Basílica y la Seo, junto al Ayuntamiento, está este edificio, una de las principales obras civiles del Renacimiento español. Construido en el siglo XVI para uso y disfrute de los mercaderes de la ciudad, actualmente se emplea en cambio como sala de exposiciones. Recomiendan entrar porque su interior amplio y diáfano con bóvedas de crucería y columnas anilladas debe de ser muy bonito. Por desgracia no pudimos comprobarlo, pese a que el acceso es gratuito, porque en el momento de nuestra visita la Lonja estaba cerrada por un cambio de exposición.
Éste tampoco pudimos visitarlo por falta de tiempo y eso que no hace falta salir de la Plaza del Pilar. Es bien visible, pues un cubo de alabastro frente a la Seo marca su entrada. En realidad los restos romanos del Foro del siglo I están en el subsuelo, luego deberás descender literalmente bajo la plaza para verlos. Si quieres empaparte bien de todo lo referente al pasado romano de Zaragoza lo más aconsejables es que adquieras el bono de los 4 museos de Caesaragusta, que incluye, además de éste: el del Puerto Fluvial (junto al Foro), el Teatro Romano y las Termas Publicas (próximos entre sí, un poco más lejos de la Plaza del Pilar).
No puedes irte de Zaragoza sin esta fotografía, hecha desde el Balcón de San Lázaro tras cruzar el Puente de Piedra. Puente construido en el siglo XV (aunque ya cuando Zaragoza era Caesaraugusta en el siglo I había otro puente en este mismo emplazamiento), con 225 metros de largo, 7 arcadas e infinitos atardeceres bonitos a sus espaldas. Y es que cuando cae el sol, es aquí donde debes venir a celebrar el fin del día. El Balcón de San Lázaro, una especie de plataforma a mano derecha tras cruzar el puente, se construyó más tarde, en el siglo XVIII, y su uso era más prosaico que el actual de servir de buen punto fotográfico: proteger la ribera de inundaciones cuando crecía el Ebro.
Éste es el lugar que nombraremos en todo el post más alejado de la Plaza del Pilar (entre 20 y 30 minutos caminando) pero imprescindible, desde nuestro punto de vista, si vas a Zaragoza. ¿Acaso te irías de Granada sin ver la Alhambra? ¿O de Córdoba sin entrar en su Mezquita? Pues el Palacio de Alfajería es el equivalente en Zaragoza a esas dos grandes construcciones.
Este palacio fortificado fue construido en el siglo XI como máximo exponente del esplendor que alcanzó la taifa de Saraqusta. Pese a su aspecto exterior amurallado y con altas torres, fue en realidad un lugar de recreo para los reyes musulmanes. De hecho se le conocía como el Palacio de la Alegría. Su denominación actual, “de Alfajería”, deriva en realidad de “al-jafariyya” que hace alusión al monarca taifa que promovió su edificación, Abu Yafar al-Muqtadir.
Tras la reconquista de Zaragoza, el recinto ha tenido diversos usos sucesivos: residencia de los Reyes aragoneses, sede y cárcel de la Inquisición, palacio de los Reyes Católicos, cuartel y, desde 1987 hasta hoy, sede de las Cortes de Aragón (incluso puedes ver la moderna sala donde se reúnen éstas como parte de la visita). Por lo mismo, la construcción ha sufrido cambios y ampliaciones a lo largo de los siglos.
El Palacio musulmán originario se articula en torno al bellísimo Salón de Mármoles o Salón Dorado y al patio interior ajardinado situado frente a él. En un lateral destaca también el oratorio que conserva parte de su decoración policromada original.
Los reyes cristianos, tomando como base lo que había, crearon un palacio mudéjar adicional de dos plantas en el que lo más llamativo son los alfarjes o techos de madera decorados al estilo mudéjar. En este sentido el más impresionante es el correspondiente al Salón del Trono, de la época de los Reyes Católicos.
Por último, se puede visitar la Torre del Homenaje o del Trovador, que es en realidad la parte más antigua de todo el Palacio. Lo que ha llegado hasta hoy de su interior son fundamentalmente los testimonios en forma de grabados y dibujos en sus pareces de la (triste) etapa en que fue utilizada como cárcel de la Inquisición.
El acceso al Palacio de Aljafería cuesta 5 euros. Se pueden consultar tarifas y horarios y reservar online aquí pero debes pasar por taquilla en persona para abonar el importe. Además, puedes unirte a las visitas guiadas que realizan a las 10:30, 11.30h, 17.30h y 18.30h (por el mismo precio) o bien contratar un tour privado guiado como éste. La entrada es gratuita el primer domingo del mes (todo el día) y el primer lunes por la tarde. Permiten hacer fotos (sin flash) durante toda la visita.
Una pequeña joya del Renacimiento, un secreto de Zaragoza del que nunca habíamos oído hablar hasta estar allí y que fue toda una sorpresa. Este patio lo mandó construir en el siglo XVI Zaporta, un rico judío, tesorero del rey Carlos I, para su mujer Sabina, como regalo de bodas. Formaba parte del palacio donde vivían. Es un patio ricamente decorado con 8 columnas de alabastro y varios frisos con distintos dibujos y representaciones. Lo que le hace tan especial es que está plagado de símbolos, aparentemente invisibles a los ojos del común de los mortales.
Por ejemplo, están representados los planetas que forman la carta astral correspondiente a la fecha exacta de la boda de los Zaporta. El primer friso sobre las columnas está decorado con 28 medallones que representan 14 parejas de amantes míticos de la historia o la mitología: Abraham y Sara, Paris y Helena, Ulises y Penélope… Por todo esto en su época se le conocía como el Patio del Amor. Así de enamorado estaba este hombre de su esposa…
El nombre “de la Infanta” es posterior y se debe a que la infanta María Teresa de Vallabriga, cuñada del rey Carlos III, vivió en el Palacio de Zaporta a finales del siglo XVIII. Hoy forma parte de la Fundación Ibercaja y se puede (y debe) visitar gratis.
La antigua Casa Palacio del Infanzon Jerónimo Cosifs del siglo XVI es hoy la sede del Museo Goya, también gestionado por la Fundación Ibercaja (6 euros la entrada). ¿Y por qué aquí, en Zaragoza? Porque Goya nació en un puebo de la provincia zaragozana, Fuendetodos. Justo en 2021 además es el 275 aniversario de su nacimiento, así que nos pareció más que apropiado ir. ¡Y menos mal que fuimos! Lo recomendamos cien por cien.
La exposición se reparte en 3 plantas. La primera está dedicada a artistas predecesores de Goya, de los siglos XV a XVII. La segunda es la principal, con pinturas y dibujos de Goya y algunas de otros artistas contemporáneos suyos. Pero sobre todo con una amplísima colección de sus grabados: los Caprichos, los Desastres de la Guerra, la Tauromaquia, los Disparates y los Toros de Burdeos (que son litografías en realidad). La experiencia en esta sala es totalmente inmersiva: casi a oscuras, iluminando únicamente los grabados. Solo por esto ya merecen la pena (de sobra) esos 6 euros. La tercera planta recoge el legado de Goya a través de otros artistas de los siglos XIX y XX a los que sirvió de inspiración. Por último en el sótano se realizan proyecciones audiovisuales sobre su vida y trayectoria.
Si Goya se pasease hoy por Zaragoza probablemente la agradaría ver que es una de las ciudades españolas con más arte urbano en sus calles. A ello contribuye desde 2005 cada septiembre el Festival Asalto de Arte Urbano. El casco histórico y varios barrios limítrofes se han llenado de arte y color gracias a la celebración anual de este evento y hoy puedes disfrutar de su legado en las fachadas zaragozanas. No pudimos verlos todos, pero sí algunos de los indicados en el mapa del Festival (a tener en cuenta que algunos pueden haber desaparecido, por el propio desarrollo urbano). Si quieres ir a tiro fijo, puedes unirte a este tour por el arte urbano de Zaragoza.
En 2008 la ciudad acogió la exposición internacional Expo dedicada al agua y el desarrollo sostenible. Aunque el motivo puede parecer muy actual, en realidad no lo es tanto. El agua ya jugaba un importante papel en la Caesaraugusta romana, por su ubicación a orillas del río Ebro y junto a la desembocadura del Huerva y el Gállego, lo que se manifestó en importantes termas, aljibes y demás construcciones. Muchas de las que se crearon para la antigua Expo se han mantenido y se pueden ver hoy: la Torre del Agua, el Pabellón Puente, el Pabellón de España o el Parque del Agua. Desafortunadamente no nos dio tiempo a recorrerlos (para una próxima vez en Zaragoza).
En vista de que la Plaza del Pilar y alrededores es la zona en la que probablemente más te moverás, también es donde, previsiblemente, te entrará el hambre. Estás de suerte: los principales sitios de tapeo y más animados están literalmente a dos pasos. ¡Bienvenido al Tubo!
Con este nombre se conoce a un conjunto de calles estrechas y plagadas de bares donde dar rienda a una de las costumbres gastronómicas más maravillosas de nuestro país. Bebida + Tapa = Felicidad (al menos para nosotros). ¡Y qué tapas! Llevábamos una lista de recomendaciones interminable y evidentemente, no pudimos probarlas todas. Así que solo mencionamos las que catamos personalmente.
Si las aglomeraciones del Tubo no son lo tuyo (en fin de semana supongo que será la norma), en el Barrio Delicias, a unos 30 minutos a pie del centro, puedes encontrar bares mucho más amplios y tranquilos, donde sus tapas tampoco desmerecen. Como por ejemplo:
Por último, te dejamos un mapa con todos los lugares mencionados en el post para que puedas ubicarte mejor en tu visita a Zaragoza. ¡Voveremos!