Si te decimos “Zakynthos”, probablemente no sepas qué es. Si te explicamos sobre una playa entre acantilados donde un barco naufragó y aún se conserva su esqueleto de hierro, igual te quiere sonar. Pero si te enseñamos esta fotografía, seguro que recuerdas haberla visto alguna vez:
El poder de una imagen. Hasta que no estás allí cuesta imaginarlo… Esa imagen atrae a cientos y cientos de personas hasta el punto de hacer que esta bellísima playa resulte una mala experiencia.
Irónicamente, a título personal, ésa no fue la foto que nos hizo desear ir a esta isla. Es decir, fue la que nos hizo conocer su nombre y buscar más información, sí. Pero esto nos llevó a su vez hasta más imágenes: de acantilados vertiginosos, de una especie de tortuga marina llamada boba y de unas cuevas azules bellísimas. Y éstas fueron las que nos terminaron de convencer de ir a Zakynthos.
Pero empecemos por el principio. Zakynthos, o Zante, es una isla griega, concretamente en el archipiélago de las Jónicas, en el mar del mismo nombre. Éstas, geográficamente próximas a Italia, pertenecieron a Venecia entre los siglos XV y XVIII y aún hoy es claramente visible la influencia veneciana: cipreses, antiguos palacios en color pastel y muchos (pero que muchos) visitantes italianos. Tantos que nuestra experiencia no fue la mejor, teniendo en cuenta que era agosto y encontramos algunos lugares de la isla excesivamente masificados.
Los venecianos bautizaron Zakynthos como Flor de Levante, por su clima templado y su frondosa vegetación. La isla está dividida en dos mitades bien diferenciadas: una zona montañosa al oeste con una escarpada costa y una llanura de viñedos y olivos con tranquilas playas al este. Ambas son bellísimas y merece la pena recorrerlas a fondo, aunque nosotros nos decantamos más por la occidental.
La mítica obra “Odisea” del no menos mítico poeta griego Homero hacía ya referencia a esta isla, indicando que sus primeros habitantes fueron los hombres de Zakynthos, hijo del rey troyano Dardanos, nieto de Zeus y Electra. La “Odisea”, compuesto en el siglo VIII A.C., narra la vuelta a casa, a la isla de Ítaca, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises. Está considerado como uno de los primeros textos de la literatura occidental.
Cual Ulises moderno llegamos hasta allí en barco, en un ferry de la compañía Mare di Levante que partió del puerto de Kyllini, en la Grecia continental (mira nuestro post sobre el transporte en Grecia para más información). También hay conexión aérea con Atenas y es posible tanto volar como navegar hasta Zakynthos desde las islas vecinas de Cefalonia y Corfú. Incluso hay vuelos directos desde ciertas ciudades europeas, como Londres, especialmente en temporada alta veraniega.
Dado que cruzamos en barco con el coche de alquiler, pudimos movernos por la isla con total libertad y aprovechar así más el tiempo. Al final esta circunstancia nos salvó, por momentos, de las aglomeraciones turísticas, pues nos permitió desplazarnos hacia lugares menos populares o en horas más madrugadoras.
A pesar de que pasamos 3 noches en Zakynthos, realmente solo fueron 2 días conociendo la isla como tal. Su superficie es pequeña (40 kilómetros de largo por 20 de ancho), pero al ser tan montañosa y con carreteras pequeñas, tardas bastante en trasladarte de un punto a otro, incluso aunque parezcan cercanos en el mapa. Así que no es de extrañar que nos dejásemos muchísimas playas por conocer y, seguro, algunas joyas escondidas. Te contamos todo lo que vimos e hicimos durante nuestras 48 horas en Zakynthos.
Es la capital y el puerto de llegada y de partida, en la costa suroriental. Precisamente por esto nos alojamos en ella y fue nuestra base durante nuestra estancia en la isla. Aún conserva muchos edificios de estilo veneciano. Y también de esta época es su Castillo, situado en lo alto de una colina con magníficas vistas a toda la ciudad, la visita ineludible. Pillamos el Castillo cerrado pero de la panorámica sí pudimos disfrutar y damos fe de que merece la pena.
Las ventajas de alojarse en Zakynthos son, primero, que es el punto de entrada y salida en ferry; segundo, que tienes todos los restaurantes, comercios y servicios a mano; y, por último, que, en caso de no disponer de transporte propio, allí puedes contratar todas las excursiones posibles para recorrer la isla. Puesto que sí contábamos con coche de alquiler, preferimos desplazarnos por libre directamente hasta los lugares a visitar. Así pues, reconocemos que paramos muy poco tiempo en la ciudad, pero en general nos gustó. El paseo marítimo es bonito, hay varias iglesias llamativas, la plaza principal, de Solomós, es animada y, junto a ésta, la zona de tiendas y restaurantes tiene su encanto. Nos gustó más de lo esperado, aún sin recorrerla a fondo.
Concretamente nos alojamos en el hotel Strada Marina, con vistas directas al puerto, así que la cercanía al ferry era su gran atractivo a priori, aunque a posteriori lo fue incluso más su terraza en la azotea con bar y piscina. Nos hicieron upgrade a una habitación superior por el mismo precio con balcón mirando al mar que nos permitió disfrutar de un amanecer precioso. El desayuno buffet era muy variado: las opciones dulces mejores que las saladas. Su principal desventaja, si vas con coche propio, es que no cuenta con parking privado y encontrar aparcamiento en las inmediaciones es muy complicado.
Su nombre significa literalmente en griego playa Naufragio. Su denominación original, ya olvidada, es otra: Agios Georgios. Es la imagen más icónica de Zakynthos, como decíamos, y la gran celebridad de la isla. Por lo mismo, está abarrotada siempre en verano sobrepasando cualquier límite sensato. Su belleza es indiscutible: un mar azul azulísimo, contrastando con la costa de diminutas piedras blancas, y unos altos y escarpados acantilados rocosos. Si ya de por sí esto forma un “marco incomparable”, un barco vino a naufragar justo allí y sumarse a la estampa. Resultado: una de las playas más bonitas de Europa y miles de turistas cada año yendo a verla.
¿Y cómo un barco fue a parar allí? Su nombre era Panagiotis y cuenta la leyenda que pertenecía a contrabandistas que transportaban tabaco desde Turquía a Italia (este punto de la historia hay que cogerlo con pinzas porque no está cien por cien demostrado). En 1980 una tormenta hizo que encallase en esta playa y hasta hoy: aquí permanece el esqueleto metálico de este bote para deleite de fotógrafos y viajeros.
La playa de Navagio es inaccesible por tierra. Si quieres pisarla, literalmente, tu única opción es como llegó el Panagiotis en su día: por mar. No exageramos al decir que hay cientos de excursiones en bote para visitarla, la mayoría en combinación con las cuevas azules (de las que te hablamos en el siguiente punto). También puedes alquilar una embarcación para la que no es necesaria licencia y navegar por tu cuenta (cuidado con no encallar tú también). El puerto más cercano del que partir es Porto Vromi. También desde Agios Nikolaos salen barcos. Las excursiones que parten de la capital, de Zakynthos, te llevan en realidad en bus hasta alguno de estos puertos más próximos para desde ahí tomar el bote correspondiente. El itinerario es prácticamente el mismo en todos los casos y te permite disfrutar de aproximadamente entre 45 y 60 minutos en la playa para estar en la orilla, bañarte y observar de cerca el barco.
Nuestra intención era embarcarnos en alguno de los primeros servicios del día que salen de los puertos antes indicados (a partir de las 8.30 – 9 de la mañana) y por ello contratamos el primero a las 9 con Potamitis Boat Trips, ubicados en el cabo Skinari, el punto más al norte de la isla (20 euros cada uno, 2h30 min de excursión). Pensábamos que primero visitaríamos Navagio y luego las cuevas azules, pero en realidad fue al revés, con tiempo de espera entre cada excursión para juntar más pasajeros con los que poner rumbo a la famosa playa. Terminamos llegando prácticamente a las 12 de la mañana y estaba abarrotada. Tanto que la experiencia fue muy negativa y no la recomendamos en absoluto, al menos en temporada alta. No sabemos si llegando a primera hora realmente habría mejorado. Entendemos que es raro ir a Zakynthos y no visitar su playa más icónica, pero, si va a ser en las condiciones en que lo hicimos nosotros, no compensa.
La otra alternativa es en realidad complementaria: no estás físicamente en la playa pero puedes verla desde una panorámica maravillosa, a tenor de las fotos que hemos visto. Se trata de visitar un mirador en lo alto de las paredes de piedra que circundan Navagio. Debes llegar en coche y, si no dispones de él, hay excursiones en bus por la isla que también paran aquí. Está en la carretera hacia Volimes, perfectamente indicado en Google Maps como “Shipwreck View Point”, no tiene pérdida. En verano estaba cerrado el acceso por alto riesgo de incendios, así que nos quedamos sin comprobarlo. Quizá esto también hizo que hubiese más barcos de lo habitual, al no haber literalmente otro modo de ver la playa si no.
Las Galazies Spilies o blue holes son unas cuevas marinas situadas en el extremo norte de la isla, desde el enclave costero Agios Nikolaos hasta el cabo Skinari, donde el reflejo de los rayos del sol sobre el agua del mar provoca, supuestamente, unos increíbles efectos de luz. Los arcos de piedra y las cuevas se han formado por acción de la erosión sobre la piedra caliza y en su interior es posible disfrutar de este fenómeno natural, fundamentalmente en las horas de la mañana.
La mejor forma de llegar es en barco o kayak. La más habitual es contratando una excursión que pasa también por la Playa Navagio, como te explicábamos, o también puedes alquilar un bote que no requiere de licencia que conduzcas tú mismo. Por último, existe una alternativa más aventurera: desde un molino cerca del cabo Skinari es posible descender a pie hasta unos escalones que llevan al mar y, una vez dentro del agua, puedes explorar a nado las cuevas cercanas.
Aunque esta parte de la costa de Zakynthos es innegablemente bonita y es cierto que en las cuevas el agua es azul azulísima, no nos parecieron tan impresionantes como esperábamos. Lo mejor fue que, dado que hicimos el recorrido en bote a primera hora de la mañana, pudimos bañarnos solos en un enclave precioso y disfrutar del mar que, en general en toda la isla, es fabuloso.
La costa sur, en torno a la bahía de Laganas, es el hábitat natural de la tortuga marina Caretta-caretta (también llamada tortuga boba o cabezona), que está en peligro de extinción. Precisamente para protegerla se formó en 1999 el Parque Nacional marino aquí, una de las zonas que mayor concentración de este tipo de tortuga presenta en el mundo. El área protegida comprende las 6 playas de Gerakas, Daphni, Sekania, Kalamaki y Laganas así como el islote deshabitado Marathonisi.
Pese a ser un Parque Nacional, esta zona en torno a Laganas es también la más turística de la isla, con muchos hoteles, barcos y visitantes. De hecho hay quejas, a las que nos sumamos tras verlo en persona, por el exceso de excursiones que prometen avistar tortugas y el estrés que esto les causa. La época de desove coincide encima con la temporada alta (de julio a octubre), lo que agrava la situación.
Personalmente no quisimos tomar ningún crucero precisamente por este motivo. Además, leímos en el blog de Viajar es vida que es posible ver tortugas, de una manera mucho menos intrusiva y a título individual, en las inmediaciones de Cameo Island, una isla muy pequeña a la que llegas simplemente caminando por una pasarela de madera desde el puerto de Agios Sostis y previo pago de 5 euros por persona. Hay una pequeña playa que se llena rápido, un bar con terraza y vistas a la bahía y puedes nadar y hacer snorkel alrededor de toda la isla. Llegamos a las 9 de la mañana y estaba prácticamente vacía, así que disfrutamos de un par de baños pero a las 12 ya estaba abarrotada y nos fuimos (la maldición de agosto…).
Personalmente no vimos tortugas mientras buceamos, pero sí muchos peces y, sobre todo, muchos barcos en su busca. Por desgracia desde la terraza de Cameo Island pudimos presenciar en primera persona lo que ocurre cuando aparece una pobre tortuga: bañistas rodeándola (algunos incluso intentando tocarla) y barcos acosándola e impidiéndole alejarse. Nos resultaba increíble pensar que estuviésemos en un área natural protegida y que pudiese suceder eso…
Están en la costa merididional de Keri, entre rocosos acantilados. Según leímos, son menos espectaculares que las cuevas azules del norte de la isla, pero, a cambio, suelen estar menos masificadas. Se encuentran cerca de la bahía de Laganas y son solo accesibles por mar. Algunas son lo suficientemente grandes para permitir la entrada de barcos mientras que a otras únicamente puedes acceder nadando.
Generalmente se visitan en cruceros que parten de Laganas o del puerto Agios Sostis y que combinan la visita a las cuevas con la mencionada isla Marathonisi para ver tortugas. Otras opciones son navegar por cuenta propia en un bote que no requiere de licencia para pilotarlo o recorrerlas en kayak, que también puedes alquilar.
No las vimos en primera persona pero muy cerca de las cuevas Keri se encuentra el cabo del mismo nombre. Es un acantilado sobre el mar con vistazas y merece la pena observar allí el atardecer. El sitio con la mejor panorámica es supuestamente la terraza del restaurante Keri Lightouse, a unos 500 metros del faro. No pudimos verificarlo porque estaba lleno cuando intentamos entrar, pero puedes disfrutar igualmente de las vistas (gratis) en las inmediaciones.
También junto al faro Keri se encuentra Mizithres: dos altas rocas frente a la costa rodeadas de un mar azul brillante que forman un enclave realmente bello. Cerca del punto indicado antes para ver el atardecer hay un mirador (señalizado en Google Maps) desde el que podrás verlo. Debes aparcar cerca del restaurante Keri Lighthouse y caminar por un camino de tierra unos 15 minutos. Merece la pena, créenos.
Por suerte hay vida más allá de Navagio y hay decenas de playas recomendables en Zakynthos. Lamentablemente no nos dio tiempo a conocerlas todas, solo éstas:
Xigia Beach. En realidad son dos playas juntas, situadas en el noreste de la isla y separadas por un promontorio de rocas. Puedes pasar de una a otra a nado o bien trepando un poco por las piedras. A la que accedes desde un bar con aparcamiento (está indicado en la carretera) es más amplia que la otra, que es estrechísima y apenas tiene espacio para una hilera de toallas. En la primera además hay hamacas y sombrillas para alquilar y puedes comprar comida y bebida en el mencionado bar. Ambas son playas de piedra. El principal motivo por el que es popular esta playa es porque sus aguas contienen sulfuro (lo olerás), procedente de un manantial cercano, y son por ello aconsejables como tratamiento dermatológico. La sorpresa fue encontrarnos con un par de ocas que campaban libremente por allí, paseaban por la orilla y se bañaban junto al resto de visitantes.
Makris Gialos. Está justo a continuación de Xigia Beach yendo hacia el norte en paralelo a la costa. No nos detuvimos en ella aunque está tan cerca de la carretera que se ve perfectamente desde ella. Es pequeñita así que deducimos que se queda pronto sin espacio. Y según leímos, es muy recomendable para bucear.
Puerto Limnionas. Una lengua de mar que se adentra sinuosamente entre las rocas y plataformas de piedra de los laterales forma esta curiosísima playa, cuya imagen está en el extremo opuesto a la típica de arena y palmeras. Se encuentra en la costa occidental que, como ya dijimos, es más escarpada. Es además un sitio recomendado para hacer snorkel y buceo (vimos un grupo de submarinismo) por sus aguas transparentes y numerosos peces. Puedes alquilar una hamaca y sombrilla en el chiringuito que hay justo a la entrada a la playa o bien buscar un lugar libre gratuito: aunque encontramos muchísima gente, hay tantos recovecos entre las paredes rocosas y senderos que recorren este (casi) fiordo que es relativamente fácil encontrar un hueco.
Puerto Roxa. Muy próxima a la anterior, del mismo estilo, igualmente bonita, aunque más pequeña y con menos espacio disponible para situar la toalla (de hecho aquí recurrimos al bar que hay también justo a la entrada para poder sentarnos más tranquilamente). Cuenta con un trampolín desde el que lanzarse a cierta altura al agua y muchos saltadores amenizando tu estancia en la playa.
No fuimos a las playas de arena en torno a Laganas, que son también muy populares y que forman parte del Parque natural marino. En varias desovan tortugas así que no vemos cómo de compatible es eso con el turismo…
Conducir por Zakynthos e ir descubriendo paisajes y pueblos desconocidos (sin apenas gente) fue de lo que más nos gustó. Así encontramos por ejemplo en Exo Chora un impresionante olivo de 2.000 años de edad, el árbol más antiguo de la isla. O el municipio de Keri, imprescindible de atravesar para llegar al faro y a los acantilados de los que te hablábamos antes, con una iglesia que nos recordaba contra todo pronóstico a la de Trinidad en Cuba. Y es que en nuestro periplo por la isla vimos montones de iglesias y torres, como la de Agios Nikolaos en el pueblo Koiliomenos. Y otros muchos lugares por los que pasamos y no recordamos sus nombres…
En todas las islas de Grecia en general la gastronomía se basa en pescado y marisco, sin olvidar los tradicionales productos griegos, como la oliva, el queso feta y las verduras (para más detalles sobre la comida griega y todos los restaurantes que probamos allí, consulta este post). En Zakynthos disfrutamos especialmente de la cocina en estos dos restaurantes:
Como amantes del enoturismo que somos no desaprovechamos la ocasión de probar nuevos vinos cuando viajamos. Más aún si visitamos un lugar con tradición vitivinícola de siglos: desde el XVII para ser exactos, cuando Zakynthos era uno de los principales exportadores de vino del Mediterráneo. La variedad local más conocida es la blanca “Verdea”, protegida como tradicional griega, y cuyo nombre se debe a que se elabora con uvas vendimiadas cuando aún están “verdes”. Se pueden visitar también bodegas en la isla, si estás interesado, como Solomos Wines.