Cualquier viaje a Grecia empieza y termina en Atenas. Excepto el nuestro. Es cierto que aterrizamos en el Aeropuerto Internacional ateniense, pero, como te contamos en nuestro artículo sobre el itinerario, nada más llegar, recogimos el coche de alquiler y sin haber puesto un pie en la capital arrancamos nuestro road trip griego. Después regresamos a Madrid en vuelo directo desde Santorini. Así que en realidad Atenas fue una parada intermedia en nuestro viaje (concretamente entre Delfos y Milos). Eso sí: sabíamos que era imprescindible y por ello decidimos dedicarle 3 días completos con sus noches. Y no nos sobró ni un minuto. Y después de esta visita, Atenas se ha convertido en una de nuestras capitales favoritas de Europa.
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La visita imprescindible en Atenas es la Acrópolis y por eso le hemos dedicado un post al completo. Además es imposible no verla pues se sitúa sobre una colina en el centro de la ciudad. Aunque precisamente por eso pueda parecer que acceder a ella y recorrerla es de lo más sencillo, recomendamos muy mucho hacerlo con un guía profesional para entender bien qué significó y su historia; y por extensión la de Atenas e incuso la de Grecia. Y en concreto, recomendamos esta guía griega, que habla perfectamente español y lo explica todo a las mil maravillas (30 euros por persona la visita conjunta de Acrópolis y Museo, no incluye entradas a estos, unas 3 horas, en grupos de unas 20 personas).
“Acrópolis” significa literalmente el lugar más destacado de una ciudad; es por ello que toda ciudad griega antigua tenía su propia acrópolis. Los templos de mármol que vemos hoy son originarios del siglo IV A.C. pero antes de estos, en ese mismo emplazamiento, hubo otros pues esta misma área estaba habitada desde muchísimo antes. Las principales construcciones están en su parte más alta:
A lo largo de la colina de la Acrópolis hay otras muchas edificaciones, hechas en su día para uso y disfrute de los ciudadanos. De entre ellas las más destacadas son el Teatro de Dionisio, del siglo V A.C., el más antiguo de Europa y con capacidad para nada menos que 17.000 espectadores, y el Odeón de Herodes Ático, del siglo II A.C y aún en uso para conciertos y festivales.
Es la segunda visita imprescindible, lógicamente ligada a la anterior: lo suyo es ir a este museo a continuación de la Acrópolis. Alberga las obras más importantes halladas en ella. El interior del Museo, de 3 plantas, está organizado imitando la disposicón e historia de la Acrópolis. Así, por ejemplo, nada más acceder en la primera planta ves una exposición de vasijas, ánforas y demás utensilios encontrados en la colina de la Acrópolis. El segundo piso está dedicado a los templos de la época arcaica, los que había antes de los que vemos actualmente. Curiosamente de estos se han conservado muchísimos restos, sobre todo estatuas, porque los antiguos atenienses los enterraron para conservarlos antes de construir los nuevos.
Siguiendo con la mímesis, las 5 Cariátides originales se colocan en un balcón de la segunda planta, imitando su disposición en el balcón del Erecteion y manteniendo vacío el hueco correspondiente a la sexta que falta. El último piso del Museo está dedicado por completo al Partenón, con maquetas, proyecciones audivosiuales y lo que se ha recuperado de su famoso friso, interior y exterior. Las piezas, originales unas, réplicas de las que están en el Británico otras, están colocadas alrededor de la enorme sala, tal y como estarían en el friso real del Partenón, siendo éste además visible a través de los enormes ventanales que hay, favoreciendo por tanto que puedas imaginar mejor cómo sería en conjunto.
El Museo en sí y la idea con la que se ha construido nos parece una auténtica maravilla, imperdible.
A los pies de la Acrópolis se sitúa el Ágora, un espacio muy amplio donde realmente hacían su vida los ciudadanos atenienses (no en la Acrópolis). Aquí había galerías, paseos, tiendas, viviendas, edificios administrativos… Todo lo necesario para el desarrollo de una ciudad, al fin y al cabo. Se puede visitar y recorrer y, tras la Acrópolis, es el lugar monumental que más nos gustó en Atenas.
De entre todas las construcciones que quedan hoy en día destacan, en primer lugar, la Estoa de Átalo. Una estoa era una galería atechada de dos pisos donde se colocaban tiendas y donde los vecinos podían pasear, charlar y resguardarse del calor y del frío. Ésta fue un regalo del rey sirio Átalo en el siglo II A.C. y hoy ha sido reconstruida y sirve como Museo del Ágora.
El otro punto destacado del recinto es el Templo de Hefesto, del siglo IV A.C., considerado como el mejor conservado de la época antigua (y damos fe de que merece este título). Estaba dedicado a Hefesto, dios de la forja y del fuego y, por lo mismo, de los herreros y escultores.
También llamado Olimpeion, fue el templo corinto de mayores dimesiones de la antigüedad, iniciado en el siglo IV A.C. pero finalizado por los romanos en el siglo II. Tenía más de 100 columnas pero hoy en día solo quedan 15 en pie y una tumbada en el suelo. Sí puedes apreciar la superficie de terreno que ocupaba en total, lo que da idea de lo enorme que debió de ser. Se puede ver perfectamente desde el exterior (de hecho desde la Acrópolis tienes una vista superior magnífica). Solo recomendamos entrar si cuentas con algún pase de entradas combinado que incluya el acceso (como era nuestro caso).
Situada a continuación del Ágora griega, aunque no tan espectacular como la primera. Desde el exterior puedes verla en gran parte, así que, nuevamente, salvo que dispongas de un ticket combinado que incluya la entrada a ésta, no creemos que merezca la pena pagar específicamente por entrar. Cuando los romanos llegaron a Atenas, en el siglo I A.C., construyeron su propia Ágora que, a efectos prácticos, venía a ser lo mismo que la griega, con el mismo tipo de edificios y para los mismos fines. Se mantienen en pie pocas estructuras, pero sí nos pareció muy curiosa la Torre de los Vientos, bien conservada, que en su interior guardaba un reloj de agua.
Para este recinto tuvimos posibilidad de acceder por el bono que compramos, pero lo vimos solo desde fuera. Está más alejado del resto de sitios mencionados, yendo hacia el barrio de Gazi (del que te hablamos más adelante). Debe su nombre (El Cerámico) a que era el barrio de los alfareros. En el siglo V A.C. este área quedó dividada en dos por la construcción de un muro que marcaba el límite del Ágora. El terreno exterior al muro pasó a usarse como cementerio, dado que los atenienses siempre enterraban a sus muertos fuera de los límites de la ciudad. Como consecuencia, hoy es la mayor necrópolis de toda Grecia y en su Museo hay importantes piezas.
Para entrar a los lugares descritos adquirimos un combo ticket que incluía Acrópolis y otros 5 recintos arqueológicos por 33 € por persona (Ágora griega, Ágora romana, Olimpeion, Biblioteca de Adriano, Kerameikos y Escuela de Aristóteles). La entrada individual a la Acrópolis cuesta ya 20 euros y al Ágora griega por ejemplo 10 euros, con lo que si quieres visitar 2 o 3 de estos recintos el combo te va a salir rentable. A parte de esto, pagamos 10 € por la entrada al Museo de la Acrópolis (son 10 € de abril a octubre, 5 € el resto de año, se pueden comprar online). También hay ofertas combinadas de Acrópolis más Museo o de varios Museos (personalmente me dio rabia no visitar el Arqueológico Nacional por ejemplo; si planeas ir a estos 2 Museos puede que un combo resulte mejor). En definitiva, en función de cuáles sean tus lugares de preferencia a visitar, puede convenir más uno u otro o la mezcla de varios incluso.
Casi incrustado en los laterales de roca de la Acrópolis se encuentra este bonito y peculiar barrio, de las visitas que más disfrutamos en Atenas. Fue construido por habitantes de la isla de Anafi cuando emigraron a la capital griega y lo hicieron imitando las edificaciones y calles típicas de su isla de origen. Y así tal cual sigue hoy: casitas bajas blancas, muchas flores, escaleras y continuas pendientes estrechas… Es como viajar a una isla de las Cícladas sin salir del centro de Atenas.
Es el barrio turístico por excelencia, situado junto a la Acrópolis y junto a la Plaza Sintagma, caerás en él una y otra vez casi sin darte cuenta. La calle Adrianou es la principal y, aunque los cientos de bares, restaurantes y terrazas acaparan la atención, también hay un par de visitas más culturales que merecen la pena. Además, ambas están juntas, en la plaza de Mitrópolis. La primera es la Catedral ortodoxa de la Anunciación de Santa María, a la que puedes entrar gratis y ver sus frescos interiores (nos recordaron mucho, aunque más modernos, a los de los monasterios de Meteora). Junto a ésta, la pequeña iglesia bizantina de Agios Eleftherios, casi como si se tratase de una catedral en miniatura.
Desde los restos de la Biblioteca de Adriano, un impresionante edificio en su día con 100 columnas que albergaba la colección de libros de este emperador, llegas a la plaza Monastiraki. Es muy amplia, en ella está la iglesia bizantina de Pantanassa (imposible no verla) y marca el inicio de este barrio del mismo nombre, pegado al de Plaka. La calle Ermou es la principal aunque desde ella van saliendo callecitas perpendiculares por las que conviene perderse: montones de bares y terrazas muy animadas y muchísimas opciones de restaurantes, menos tradicionales que los de Plaka. En la plaza está también la estación de Monastiraki, una de las más antiguas del metro de Atenas y donde se exponen algunos hallazgos arqueológicos que se encontraron durante la construcción de la misma.
Está a continuación de Monastiraki y es un barrio más alternativo y moderno: muchos graffittis, muchos locales que no sabes si son tiendas o bares o todo a la vez… Y el desfase hecho cafetería: Little Kook. Decoración recargada, exótica y excesiva, tanto del local interior como de su exterior y de sus terrazas que ocupan varias calles aledañas, y que van cambiando periódicamente (a nosotros nos tocó Peter Pan y el País de Nunca Jamás). Te puede encantar u horrorizar a partes iguales: eso sí, a los peques les flipa.
Es el corazón político de la Atenas moderna, parte crucial de su historia reciente pues aquí los griegos se levantaron en 1843 para exigir la redacción de la Constitución. El principal edificio de la plaza es el Parlamento y delante de éste, la Tumba al Soldado Desconocido, custodiado por dos guardias vestidos con el curioso uniforme tradicional griego. El cambio de guardia se produce cada hora aunque el más popular es el de los domingos a las 10 de la mañana (personalmente no lo presenciamos).
Situado junto a la Plaza Sintagma y al Parlamento, supone un gran oasis verde de 15,5 hectáreas en pleno centro de Atenas. Desafortunadamente, estaba cerrado por riesgo de incendios cuando estuvimos allí (nos ocurrió con otros puntos de la capital, es lo que tiene viajar en agosto) y solo pudimos ver un extremo del mismo, concretamente donde se encuentra el Zappeion: un palacio construido para los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896.
Aunque en mármol y con estilo clásico, fue construido en realidad para acoger la primera edición de los Juegos Olímpicos Modernos en Atenas en 1896. Eso sí, ocupa la misma ubicación que un estadio mucho anterior, en madera, del año 330 A.C, donde se celebraban las competiciones deportivas durante las celebraciones religiosas de Panateneas, en honor a la diosa Atenea. Visible bastante bien desde el exterior, también puedes acceder a él por 3 euros la entrada y caminar libremente por las gradas, echarte unas carreras en la pista de atletismo y aprender curiosidades sobre este estadio y sobre los Juegos Olímpicos en su museo.
La visita más diferente que hicimos en Atenas. Se trta de una antigua fábrica de gas, fundada a finales del XIX ocupando una extensa superficie de 30.000 metros cuadrados, hoy reconvertida en centro cultural y de ocio. Se conservan muchas de las edificaciones originales con fotos y carteles explicativos que se pueden recorrer, como si de un museo se tratase. Otras áreas han sido ocupadas por espacios para exposiciones, conciertos y otros eventos, incluso un par de cafés y terrazas. En agosto estaba prácticamente desierto y no había programación destacable, pero en otras fechas hacen festivales y muchas actividades interesantes. Personalmente nos recordó mucho al Matadero de Madrid o al High Line de Nueva York. Además, el barrio al que pertenece, Gazi, merece un paseo: muchísimo street art, bares y restaurantes llamativos.
Con un lugar tan visible y atractivo como la Acrópolis, proliferan las terrazas y azoteas con vistas a la misma (nuestro hotel sin ir más lejos, como te contamos más adelante en este post). Sin embargo, la mejor panorámica probablemente sea desde 3 puntos cien por cien gratuitos y de libre acceso. Huelga decir que el mejor momento del día para ir es el atardecer. Aunque personalmente ver la Acrópolis iluminada de noche nos parece igual de espectacular. De más cercano a más lejano respecto a la Acrópolis, son:
Pasamos 3 noches en el Acropolis View Hotel (450 euros, desayuno incluido). Ya te contábamos en nuestro artículo sobre todos los alojamientos en Grecia que éste de Atenas es céntrico, cercano a los principales sitios a visitar y, como su propio nombre indica, tiene unas espectaculares vistas a la Acrópolis, fundamentalmente desde su azotea (donde sirven el desayuno, por cierto, todo un lujo). Es un hotel pequeño (32 habitaciones) pero curiosamente muy avanzado a nivel tecnológico: hicimos el check in online antes de llegar y cada día rellenabas un formulario en su web con lo que querías para desayunar a la mañana siguiente.
Plaka es el barrio ateniense por excelencia para comer y el número de restaurantes para elegir asusta. Personalmente probamos dos de los muchos que hay. La terraza de la Taverna Platanos ocupa una bonita plaza donde sirven cocina tradicional griega, así que es un buen sitio para probar esos platos indispensables de la gastronomía helena (que ya sabes por este otro post que nos gustó y disfrutamos mucho). Comimos saganaki (queso frito), gigantes (judías blancas muy grandes, cocinadas en salsa de tomate) y cordero, especialidad de la casa.
El Klepsidra Café también tiene una bonita terraza (más pequeña que la anterior pero con mejores vistas) y también sirve platos típicos griegos: concretamente tomamos dolmades, gyros de pollo y cordero y pseftokefedes (albóndigas vegetales con tomate y arroz).
Por último, todas las direcciones y nombres mencionados en el artículo, los situamos en un mapa para que te sea más fácil localizarlos si tú también vas a Atenas (y esperamos que sí).