Las altas expectativas pueden jugar en tu contra en un viaje. A todos nos ha pasado. Pero cuando se cumplen, el subidón es máximo. Nunca olvidaremos los primeros momentos de atisvar desde la carretera a lo lejos esas formaciones rocosas que habíamos visto miles de veces en vídeos y fotografía. Meteora significa literalmente “rocas en el aire” y en ese momento el nombre no nos pudo parecer más correcto porque eso era justo lo que teníamos delante. Así que también nosotros pasamos a estar como flotando en el aire durante nuestros 3 días allí.
Hoy Meteora y sus monasterios son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero hace cientos de miles de años este área estaba cubierta de agua por un gran río que desembocaba en el golfo de Tesalónica. Cuando este río encontró una nueva salida en el mar Egeo la zona se desaguó, dejando a la vista un macizo de roca de arenisca y conglomerado. La erosión y los terremotos dieron lugar al actual e impresionante paisaje de formaciones rocosas.
La mitología griega tiene no obstante otra versión para explicar cómo se creó Meteora, versión enmarcada en la historia de la Titanomaquía, nombre con el que se conoce a la guerra que enfrentó a los Titanes contra los dioses. Zeus lanzó desde el Olimpo enormes rocas con las que poner cerco a los Titanes: piedras que hoy quedarían como vestigos de aquella batalla formando la actual Meteora.
Las cuevas de Meteora estuvieron habitadas por el hombre ya en la Prehistoria. En el siglo IX, buscando aislamiento y soledad, llegaron los primeros monjes ascetas que ocuparon grietas y fisuras de las rocas. Los ataques del Imperio Otomano en el siglo XIV forzaron a estos monjes a construir edificios en los que poder refugiarse. Se fundaron 24 monasterios, lo que hizo de Meteora un importante centro del monacato ortodoxo griego.
Por aquel entonces el único modo de llegar a estos primeros monasterios era a través de escaleras de mano que los monjes podían replegar cuando se sentían amenazados. Los alimentos y productos de necesidad se transportaban con cestas y cuerdas. A principios del siglo XX se esculpieron las escaleras en la roca y se construyó un puente para facilitar los accesos. Durante la Segunda Guerra Mundial la resistencia griega se ocultó aquí de las tropas nazis, que destruyeron muchos de los monasterios en sus ataques. A día de hoy solo se conservan 6 de los 24 que hubo, aunque de algunos también se pueden ver restos de sus construcciones.
Actualmente, cine y series mediante, Meteora es uno de los mayores atractivos turísticos de Grecia. Y eso que se encuentra bastante alejada geográficamente de Atenas y del resto de lugares más habituales de visita: concretamente 350 km al norte de la capital griega. Lo más cómodo es llegar en coche, unas 4 horas, aunque con un tramo final por una carretera de montaña muy entretenida (ya te hablamos de él en este post sobre cómo moverte por Grecia). También puedes acceder desde Atenas en tren (4 horas desde la estación de Larissa), en bus (5 horas desde Tris Gefires) o contratando una excursión privada.
Personalmente nos parece un imprescindible en cualquier itinerario de viaje por Grecia y nos alegramos infinito de haber ido. Además, en pleno agosto estaba muy lejos de la temida masificación veraniega, las temperaturas eran mucho más suaves que en el resto del país y pudimos disfrutar de Meteora con calma y tranquilidad. También nos parece que verlo solo en un día desde Atenas es una pena y te quedarás claramente con ganas de más.
Kalambaka y Kastraki son las dos poblaciones de entrada, muy próximas entre sí, donde se encuentran los alojamientos, restaurantes y demás servicios. Kalambaka es más grande y tiene más infraestructuras (las estaciones de tren y autobús por ejemplo están aquí).
Nos alojamos en Kalambaka, concretamente en el Oikia Guesthouse, un pequeño hotel a la vera de las rocas de Meteora, regentado por gente amabilísima. Su desayuno fue probablemente el mejor de todos los que probamos en Grecia y pasamos unos días muy agradables allí. Pagamos 234 euros por 3 noches (habitación doble con baño privado y balcón, desayuno y parking incluidos). En nuestra guía de alojamientos en Grecia tienes más información.
Los 6 monasterios que quedan en pie hoy son visitables. Ojo a sus horarios porque la mayoría abren solo por las mañana, las horas de apertura varían en función de si es verano (del 1 de abril al 31 de octubre) o invierno (del 1 de noviembre al 31 de marzo) y todos cierran al menos un día a la semana, no coincidente, excepto sábados y domingos que están todos abiertos. Indicamos para cada uno la información aplicable cuando visitamos Meteora (agosto de 2021) pero mejor verifícala online antes de tu visita.
El precio de entrada a cada monasterio es de 3€ por persona, solo admiten efectivo y debes vestir con hombros y rodillas tapados. En el caso de las mujeres, además, los pantalones deben ser flojos o deberás cubrirte adicionalmente con una falda o pañuelo largo (doy fe de que son estrictos con esto porque me tocó envolverme en un pañuelo pese a ir con vaqueros largos). Si no tienes ninguno, los prestan a la entrada.
¿Merece la pena entrar en los monasterios? Sí, rotundamente sí. Tanto por las vistas al resto de Meteora desde ellos como por su interior, destacando los maravillosos frescos de los siglos XV a XVIII en sus capillas. Está prohibido hacer fotos de estos, así que tendrás que fiarte de nuestra palabra. Vamos con una pequeña descripción de cada uno.
Es el más antiguo, el más grande y el más visitado. Conviene llegar temprano por la mañana para adelantarse a los tours organizados que llegan en grandes buses y sueltan a numerosos grupos a la vez. En ese sentido es complicado encontrar aparcamiento cerca: lo más sensato es dejarlo en el parking más abajo, más cercano a Varlaam, y subir caminando. Quizá porque fue el primero que visitamos el Gran Meteoro nos impresionó muchísimo, especialmente los frescos en su iglesia. También contribuye que es el más completo, con el mayor número de instalaciones y estancias a visitar: un par de museos, la capilla, una antigua cocina, un patio con vistas…
Horario de verano: 9:00 – 15:00; cierra los martes. Horario de invierno: 9:00 – 14:00; cierra martes, miércoles y jueves.
Al Monasterio del Gran Meteoro también se le conoce como de la Metamorfosis o Transfiguración de Cristo. En la Iglesia Ortodoxa este hecho es muy celebrado y se refiere al milagro que obró Jesús sobre sí mismo, narrado en varios Evangelios, cuando se volvió radiante, como luz brillante, sobre una montaña ante 3 de los Apóstoles.
Es muy popular porque muchos líderes de las actual iglesia griega fueron monjes en él. También porque es de los más fotografiados, al situarse sobre una abrupta roca a 551 metros de altura, con los muros casi como prolongaciones de la propia piedra, pero decorados con dibujos y relieves. Es muy grande, con varias construcciones superpuestas. Entre ellas un museo, el mejor preparado y organizado de los que vimos: incluso proyectan un vídeo antiguo muy interesante sobre cómo era la vida en los monasterios y cómo empleaban poleas y cuerdas para subir productos y hasta personas. Personalmente nos pareció el más bonito de todos.
Horario de verano: 9:00 – 16:00; cierra los viernes. Horario de invierno: 9:00 – 15:00; cierra jueves y viernes.
Está situado junto a Kastraki, en la carretera de subida al Gran Meteoro. Puedes llegar hasta él desde el pueblo a pie en un corto paseo. No es muy visitado, lo cual es de por sí ya suficiente aliciente para ir. Es el único con 3 plantas, dado que la roca sobre la que se construyó es muy pequeña y no había más superficie disponible. Por lo mismo, es muy curioso de ver por dentro: las estancias son más estrechas y se reparten por los pisos. Las vistas desde su tejado merecen la pena, pudiendo ver restos de otros monasterios que existieron en las inmediaciones.
Horario todo el año: 9:00 – 16:00; cierra los viernes.
También se le llama de Santa Bárbara porque guarda sus reliquias. La panorámica que hay desde sus balcones es de las mejores. Es pequeñito, se ve muy rápido y además el acceso es de los más sencillos, así que es una visita muy fácil de encajar. Está gestionado por una comunidad de monjas, que fueron las más estrictas con el vestuario femenino de las visitantes de entre todos los monasterios que visitamos.
Horario de verano: 10:00 – 16:00; cierra los miércoles. Horario de invierno: 9.00 – 14.00; cierra los miércoles.
Se encuentra, junto al de San Esteban, en el lado opuesto a los 4 monasterios anteriores. Es el que más difícil pone visitarlo: primero tienes que descender unos minutos por un camino desde el aparcamiento y luego requiere subir 145 peldaños excavados en la roca y con una inclinación considerable. Por lo mismo, en caso de aglomeración turística, es probablemente donde menos gente encontrarás, así que puede valer la pena el esfuerzo. Por su ubicación, sus vistas son muy diferentes a los demás con dos persepectivas bien distintas: por un lado, hacia la zona donde se sitúan el resto de monasterios; por el otro, hacia Kalamabaka y la enorme llanura de Tesalia.
Horario de verano: 9:00 – 17:00; cierra los jueves. Horario de invierno: 10.00 – 16.00; cierra miércoles y jueves.
Es el más visitado, junto al Gran Meteoro, por su facilidad de acceso: es el monasterio más próximo a Kalambaka y cuenta con un puente de piedra sin inclinación ninguna. Está preparado por tanto para personas con movilidad reducida; literalmente cero escaleras. Sus frescos son más modernos y todo el edificio fue restaurado en los siglos XVIII y XIX: por ello es el que menor valor arquitectónico histórico puede tener. También está gestionado por monjas.
Horario de verano: 9:00 a 13:00 (excepto domingos, desde las 9.30) y 15:30 – 17:30; cierra los lunes. Horario de invierno: 9.30 – 13.00 y 15.00 – 17.00; cierra los lunes.
Nosotros repartimos las visitas en 2 jornadas así que nos resultó muy entretenido. El primer día visitamos Gran Meteoro, Roussanou y San Nicolás por la mañana y Santísima Trinidad por la tarde. Y el segundo, Varlaam por la mañana y San Esteban por la tarde. Si solo vas a ir un día, quizá ver los 6 sea demasiado. En tal caso, aconsejaríamos Gran Meteoro, Varlaam y Santísima Trinidad (éste último sobre todo por ver la perspectiva desde el lado contrario a los otros, más habitual). Si la elección fuese en base a la facilidad de acceso, diríamos San Esteban y Roussanou.
Más alejado se encuentra Ypapanti, un pequeño monasterio construido en el siglo XIII en una cueva. Desde fuera parece que está literalmente incrustado en la roca. Puedes llegar a él en una ruta de senderismo desde el Monasterio de San Nicolás, subiendo a través de una zona boscosa. O bien ascender en coche por un camino paralelo que se va volviendo más rústico a medida que te aproximas a Ypapanti y hacer a pie solo un tramo final. Mejor consulta con el GPS o con Gogole Maps cómo acceder, en cualquier caso. Cuando estuvimos, estaba cerrado al público pero en el pasado sí se podía visitar (¿quizá también en el futuro de nuevo?).
Éste es el mapa de Meteora que nos sirvió de referencia y guía durante nuestra estancia allí.
La línea roja indica la carretera que recorrimos unas trescientas veces. Esta vía une Kalambaka con Kastraki y rodea el área de las formaciones rocosas, llevando a su vez con distintos desvíos hasta cada uno de los monasterios. En esta carretera circular hay varios miradores “oficiales” indicados y que son los más típicos, especialmente al atardecer. En el mapa al final de este post también los señalamos y si te guías por Google Maps, los localizas con los nombres de:
No obstante, a lo largo de toda esa carretera hay otros muchos puntos donde parar y disfrutar de las vistas que, aunque no tan típicas, siguen mereciendo mucho la pena. Constantemente tienes ganas de detenerte, es imposible contenerse y simplemente conducir por allí ya es una gozada. En muchos casos, además, puedes moverte hacia piedras cercanas y desde ahí buscar nuevas perspectivas o encontrar un rincón más aislado. Siempre con cuidado, no reviste mayor peligro.
Por último, como decíamos en el punto anterior, desde los propios monasterios también obtienes fantásticas vistas, así que también suponen miradores nada despreciables.
Reconocemos que tuvimos bastante suerte en general porque ni siquiera para el famoso atardecer desde View in Meteora o desde Meteora Observation Deck tuvimos nunca que llegar con demasiada antelación para coger sitio. Es cierto que los miradores son amplios (siempre y cuando no te importe moverte un poco entre las piedras, como decíamos, y buscar tu hueco modo saltimbanqui) y que, pese a ser agosto, no encontramos esta zona para nada masificada. ¿Merece la pena? Sí, sin duda. Íbamos con las expectativas altísimas y aún así, las superó. Realmente es de los mejores atardeceres que hemos visto en nuestra vida.
El amanecer también es digno de mención, sobre todo porque ése sí puedes verlo prácticamente en soledad. Si tienes suerte, incluso va acompañado de los cánticos de los monjes a lo lejos (el domingo que estuvimos allí nos ocurrió). Además, no requiere de tanto madrugón como podría parecer: la salida del sol se produce desde detrás de las montañas donde están los miradores, con lo que para cuando asciende lo suficiente y empieza a iluminar los monasterios, ha pasado alrededor de 1 hora en realidad desde que salió en sí.
Meteora es también un destino indicado para practicar senderismo y con unos paisajes únicos de acompañamiento. No podemos olvidar que, al fin y al cabo, es un destino de montaña. Igual que decíamos que hay una carretera que rodea y permite acceder a cada monasterio, también existe una ruta circular a pie equivalente, con lo que puedes visitarlos andando. Eso sí, son unos 17 kilómetros en total (este track de Wikiloc por ejemplo lo describe bien).
Si no te atreves con tanto (nosotros no nos atrevimos) pero aún así quieres caminar algo, hay opciones de trekking más cortas. Por ejemplo, desde Kalambaka puedes ascender al monasterio de Santísima Trinidad a pie (este sí lo hicimos). Apenas son 50 minutos y está perfectamente señalizado desde su inicio, a las afueras de Kalambaka (te indicamos el punto de salida en el mapa al final de este post). Pero es un sendero cuesta arriba constante y cuando llegues al monasterio, si quieres verlo, tienes que subir sus escalones también para rematar el esfuerzo. Y es lineal, luego el regreso tienes que hacerlo por la misma vía, simplemente en sentido contrario (es decir, todo de bajada). Al menos, vas por una zona boscosa al abrigo del sol y más fresca.
Existe una ruta circular de unos 6 kilómetros que parte y termina en el monasterio de San Nicolás pasando por el de Ypapanti, el Gran Meteoro y Varlaam: en este mapa puedes verla. La parte más difícil es justo la inicial, de San Nicolás a Ypapanti: subiendo entre árboles. Nosotros hicimos una variante más corta, apenas hora y media: fuimos en coche hasta las inmediaciones de Ypapanti y desde ahí caminamos hasta el Gran Meteoro por el camino indicado en la ruta que os enlazábamos, ida y vuelta. Al menos así conocimos otra zona de Meteora alejada de la más típica y vimos el Gran Meteoro y Varlaam desde una perspectiva diferente.
Por último hicimos una caminata súper sencilla de apenas 3 kilómetros de la que nos hablaron en el hotel, para ir desde Kastraki hacia la roca Adrachti (aquí la descripción completa para seguirla en Wikiloc). Se trata de una piedra vertical de 40 metros de altura perfectamente visible desde distintos puntos. Nos gustó sobre todo porque pudimos ver las rocas desde abajo, literalmente desde su base.
Recorrimos todas estas rutas por libre, por nuestra cuenta, pero si prefieres ir acompañado por un guía, en la Oficina de Turismo situada en Kalambaka organizan tours guiados de medio día o día completo. También allí puedes reservar otras actividades deportivas como escalada en las rocas de Meteora, circuitos de bici de montaña e incluso rafting (más info en esta web).
Igual que nos ocurrió con los alojamientos, fue muy agradable comprobar que, en un lugar tan turístico, era posible encontrar tantísimas opciones para comer bien y barato (no te pierdas nuestro artículo sobre la gastronomía griega). De hecho, llevábamos una lista de restaurantes recomendados enorme y fue imposible probarlos todos. Aquí los que sí pudimos visitar:
Restaurante Meteora. Es probablemente el más mítico de Kalambaka, el que te aconsejan en todas las guías, hoteles y blogs (no vamos a ser menos). No en vano lleva allí desde 1925. Tiene una terraza muy grande y agradable, pero no dejes de entrar en el local porque su interior guarda una muy curiosa decoración. Comimos fenomenal y a buen precio: “eggplant saganaki” (berenjena al horno en una salsa de tomate y queso feta, deliciosa), cordero asado (kleftiko) y pastitsio (similar a la lasaña).
Taverna To Paramithi. También en Kalambaka, fuimos nuestra primera noche porque nos quedaba literalmente a dos pasos del hotel. Había un músico tocando en directo música típica griega y nos dieron de cenar pese a ser ya un poco tarde. Todo correcto aunque personalmente nos gustó más el restaurante anterior. Tomamos queso feta frito, musaca y souvlaki (trozos de carne en un pincho).
Restaurante Boufidis. Está en Kastraki y presume del mejor souvlaki de la zona. Estaba bueno pero no tanto como su fama dice. Eso sí, el tzatziki nos gustó mucho y fue el más barato de los tres restaurantes.
Por último, nos dio mucha pena no llegar a ir al Meteoron Panorama: más caro pero con buenas vistas y el más “gourmet” de Kalambaka.
Como siempre, te dejamos un mapa con todos los lugares mencionados en el post ¡esperamos que te sea de utilidad si vas a Meteora!