Si yo digo “Atenas“, seguro que tú respondes “Acrópolis”. Y es que ambas están indisolublemente unidas para la mayoría de nosotros. Es por ello la visita imprescindible en la capital griega, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además es imposible no verla pues se sitúa sobre una colina de 156 metros de altura en el centro de la ciudad. Pero, ¿sabes realmente qué fue la Acrópolis y el por qué de su importancia?
A pesar de que, precisamente por su fama y ubicación central, puede parecer que acceder a ella y recorrerla es de lo más sencillo, recomendamos muy mucho hacerlo con un guía profesional para entender bien qué significó y su historia, que, por extensión, es también la de Atenas e incuso la de Grecia. En concreto, recomendamos a Efi, una guía griega que habla perfectamente español y lo explica todo a las mil maravillas. Cobra 30 euros por persona por la visita conjunta de unas 3 horas a la Acrópolis y a su Museo en grupos de unas 20 personas (el coste no incluye el precio de las entradas).
Nosotros adquirimos un combo ticket que incluía la Acrópolis y otros 5 recintos arqueológicos por 33 € por persona (Ágora griega, Ágora romana, Olimpeion, Biblioteca de Adriano, Kerameikos y Escuela de Aristóteles). La entrada individual a la Acrópolis cuesta ya 20 euros y al Ágora griega por ejemplo 10 euros. Con lo que si quieres visitar 2 o 3 de estos recintos el combo te va a salir rentable. A parte, la entrada al Museo de la Acrópolis nos costó 10 €, por ir de abril a octubre; son 5 € el resto de año, se pueden comprar online. También hay ofertas combinadas de Acrópolis más Museo o de varios Museos. En función de cuáles sean tus lugares de preferencia a visitar te puede convenir más uno u otro o la mezcla de varios incluso.
«Acrópolis» significa literalmente el lugar más destacado de una ciudad; por esto mismo toda ciudad griega antigua tenía su propia acrópolis. Los templos de mármol que vemos hoy son originarios del siglo IV A.C. pero antes de estos, en ese mismo emplazamiento, hubo otros pues esta misma área estaba habitada desde muchísimo antes.
Las primeras construcciones de la Acrópolis eran de madera y se construyeron en el siglo IX A.C. Destruidas en batallas y enfrentamientos bélicos, se levantaron otras, de piedra porosa, en el siglo VII A.C, la conocida como «era arcaica». Éstas también fueron arrasadas, en la guerra con los persas, y sustituidas por las actuales que, con sus más y sus menos, han llegado hasta nuestros días.
En contra de lo que se suele creer, los atenienses no vivían en la Acrópolis, lo hacían en el Ágora, justo a los pies de la colina donde se ubicaba ésta (también se puede visitar hoy, como te contamos en nuestra guía de viaje a Atenas). En cambio, la Acrópolis era un lugar de vigilancia: lógico, dado que su situación elevada le permite una gran visibilidad que se extiende incluso hasta el mar. También era un sitio de adoración a los dioses: de ahí los templos que se construyeron. Y, por último, suponía un refugio para la población en caso de ataque exterior, cuando dejaban el Ágora, que era más fácilmente accesible para el invasor.
Esas 3 circunstancias explican por qué en la cima de la Acrópolis nunca hubo más construcciones que las que vemos hoy: los Propíleos, el Partenón, el Erecteion y el templo de Atenea Nike.
El Partenón es el gran templo dedicado a Atenea, patrona de Atenas, donde se guardaba una estatua de oro de 12 metros de la diosa. Es una proeza arquitectónica por haber sido levantado en un terreno irregular y por los trucos de construcción que aplicaron para corregir las imperfecciones visuales que habría tenido de haber sido edificado de manera convencional. Por ejemplo, sus columnas no son rectas y son más anchas en la parte central que en los extremos.
Aunque a lo largo de la historia sufrió muchos daños, más o menos se mantuvo bastante bien conservado hasta el siglo XVII en que fue totalmente destruido durante la guerra entre venecianos y turcos. Estos almacenaban su dinamita en el Partenón y un ataque veneciano provocó su explosión. Aún hoy se siguen recolocando las piezas que saltaron por los aires.
El Erecteion es probablemente la segunda celebridad de la Acrópolis por el Pórtico de las Cariátides, las 6 míticas columnas con forma de mujer. Las que ves allí son réplicas: las originales están 5 en el ateniense Museo de la Acrópolis y la sexta en el Museo Británico de Londres.
Los Propíleos es la única y principal puerta de acceso a la cumbre de la Acrópolis. Su estado actual es consecuencia de una bomba que le cayó encima durante la Segunda Guerra Mundial; curiosamente hasta entonces se había conservado en bastante buen estado.
El Templo de Atenea Nike es una pequeña construcción, junto a los Propíleos, que se dedicó a la diosa para conmemorar la victoria de Atenas frente a los persas.
De todos es sabido que Atenas debe su nombre a Atenea, pero ¿sabes por qué? La ciudad le concedió tal honor porque la diosa le hizo el mejor regalo de entre todos los posibles: el olivo. Por ello precisamente hay un olivo en la Acrópolis que, según la leyenda, ni siquiera ardió ante los ataques de los persas. Por eso también las leyes antiguas atenienses establecían que quien arrancara un olivo sería condenado al exilio. Y por lo mismo los vencedores de las Olimpiadas recibían una corona hecha de hojas de olivo. No solo se le consideraba un árbol sagrado sino que a él se debió, en parte, el dominio heleno del Mediterráneo, al comerciar con otros pueblos con el aceite y con otros productos derivados de la oliva.
Dejando la cima, en las laderas de la colina de la Acrópolis había otras edificaciones, éstas sí, hechas para uso y disfrute de los ciudadanos: stoas, monumentos, santurarios… incluso un hospital muy rudimentario (el ascleplion o templo de Asclepio). También el Teatro de Dionisio, del siglo V A.C: el más antiguo de Europa y con capacidad para nada menos que 17.000 espectadores, del que solo vemos el 35% de lo que fue (las obras de excavación siguen en curso). Y el Odeón de Herodes Ático, del siglo II A.C y aún en uso para conciertos y festivales (por un día no llegamos a ver una obra allí).
Si visitas Atenas en temporada alta, tendrás que enfrentarte a dos considerables inconvenientes: el calor y las hordas de turistas. Para evitar ambos es recomendable madrugar y acceder a primera hora de la mañana. Parece obvio, pero conviene recordar que en la Acrópolis no hay sombra donde guarecerse así que, en días calurosos, además de entrar pronto, lleva contigo agua, gorra o sombrero y protector solar.
Lo suyo tras recorrer la Acrópolis es acercarse a su Museo, donde se guardan las obras más importantes halladas en ella. Su interior, de 3 plantas, está organizado imitando la disposicón e historia de la Acrópolis. Así, por ejemplo, nada más acceder encuentras una enorme vitrina con vasijas, ánforas y demás utensilios encontrados en la colina de la Acrópolis: testimonio de las tradiciones y costumbres de los atenienses de hace siglos.
El segundo piso está dedicado a los restos de los templos y estatuas de la época arcaica, los de piedra porosa que estaban donde están los que vemos actualmente. Curiosamente estos se han conservado mucho y bien, porque los antiguos atenienses los enterraron para protegerlos antes de construir los nuevos. Especialmente llamativas son las esculturas arcaicas con sus característicos rostros felices y sonrientes, en contraste con las clásicas de mármol, mucho más serias y rigurosas.
Siguiendo con la mímesis, las 5 Cariátides originales se colocan en un balcón de la segunda planta, imitando su disposición en el balcón del Erecteion y manteniendo vacío el hueco correspondiente a la sexta que falta.
El último piso del Museo está dedicado al Partenón: maquetas, proyecciones audivosiuales y lo que se ha recuperado de su famoso friso, interior y exterior. Las piezas, originales unas, réplicas de las que están en el Británico otras, están colocadas alrededor de la enorme sala, tal y como estarían en el friso real del Partenón. El templo original en lo alto de la Acrópolis es visible a través de los enormes ventanales: de este modo puedes visualizar friso y construcción en todo momento, siendo más fácil imaginar cómo sería el conjunto al completo.
Cuando ya te has empapado de la historia y significado de la Acrópolis desde su interior, seguro que admirarla desde el exterior es incluso más placentero. Decíamos que es visible desde casi cualquier punto de Atenas pero hay algunos lugares especialmente indicados para ello.