Hay ciudades que están indisolublemente unidas en la memoria colectiva a una determinada construcción. Por ejemplo, París es a la Torre Eiffel lo que Roma al Coliseo o Granada a la Alhambra. Y lo mismo con Ávila y su muralla, que le ha valido su nombramiento como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Es imposible visitar Ávila y no ver su muralla, por supuesto, pero merece la pena no solo recorrerla a pie sino también descubrir su historia y los secretos de su construcción.
En Ávila hubo asentamientos ya en épocas prehistóricas pero comenzó a tener un mayor auge en época romana. Los indicios hacen pensar que ya en el siglo I A.C. este pequeño núcleo contaba con una incipiente cerca, de perímetro más reducido al actual. Hay que tener en cuenta que Ávila no fue un municipio relevante dentro del Imperio Romano, con lo que no tuvo las grandes construcciones típicas romanas.
En torno al siglo V, ya en época visigoda y con un Ávila mucho más importante y fuerte, parece lógico pensar que la ciudad necesitase defenderse con una muralla. Se han encontrado indicios de ello en varias torres actuales. Sin embargo, no es hasta la Edad Media cuando se configura la muralla tal y como la conocemos hoy.
Así, en el siglo XII ya existía la gran cerca que da fama mundia a Ávila hoy. Con un perímetro de unos 2 kilómetros y medio, 87 torreones y 9 puertas principales se trata de uno de los recintos amurallados mejor conservados del mundo. De forma rectangular irregular y con orientación de este a oeste, abarca una superficie de 33 hectáreas.
En realidad durante varios siglos la muralla contó con 88 torreones, no 87. ¿Qué fue entonces de ese torreón perdido? Fue derribado para construir en el siglo XVI la capilla de San Segundo en el interior de la Catedral. Ésta se encuentra adosada a la muralla, casi como si de una fortaleza se tratase. De hecho, su ábside, conocido como “cimorro” supone el cubo más robusto del lado oriental de la muralla.
La construcción de estos muros hay que entenderla en un contexto en que la necesidad defensiva era grande, por la amenaza de la invasión musulmana, los enfrentamientos internos de las coronas cristianas y la inestabilidad general de la época. La orden de su edificación partió del rey Alfonso VI de León para el conde Raimundo de Borgoña, marido de su hija la infanta doña Urraca, con el objetivo de repoblar la zona y fortificar las ciudades de Ávila, Segovia, y Salamanca.
En el siglo XVI la transformación de la ciudad y las edificaciones, interiores y exteriores, afectaron también a la muralla. En esta época los grandes linajes abulenses construyeron sus palacios a lo largo del perímetro interior de la cerca: casi podría decirse que cada gran familia tenía su propio tramo de muralla, cuya defensa era su responsabilidad. Esto hizo que intramuros se crease una especie de segunda barrera conformada por estos palacios: el de los Dávila, el de los Sofraga, el de Piedras Albas (actual Parador)… Muchos aún se conservan y pueden ver hoy.
En el siglo XVIII se llevaron a cabo varias medidas para el embellecimiento del entorno de la muralla, como la creación del Paseo del Rastro, en torno a la puerta del mismo nombre. En el siglo XIX la utilidad de la muralla como gran cerca defensiva volvió a ser primordial, durante las Guerras Carlistas.
A finales del siglo XIX, sin embargo, hubo un intento de demolerla por considerarse un impedimento para el nuevo desarrollo urbano; motivo que de hecho llevó a la destrucción de las murallas en otras muchas ciudades europeas. Por suerte para todos, el empeño del Ayuntamiento y la falta de recursos económicos para su demolición, entre otras razones, lo impidieron.
En 1982 el casco histórico de Ávila fue declarado Bien de Interés Cultural y en 1985 la UNESCO la catalogó como Patrimonio Cultural Mundial.
Según la tradición, dos maestros de la geometría dirigieron la construcción de la muralla, el romano Casandro y el francés Florín de Pituenga, en tan solo 9 años, de 1090 a 1099. No resulta creíble un período tan breve de obras y se considera más ajustado a la realidad que la muralla se construyó en realidad entre los siglos XI y XII. Hay que tener en cuenta además que se trata de una construcción en evolución durante largo tiempo, con ampliaciones, reconstrucciones y reparaciones.
La muralla está cimentada sobre roca y construida, principalmente, con granito, piedra y mortero de cal. En la base, sobre todo del lado Este, predominan los sillares de granito gris. También se puede apreciar a simple vista la abundancia de piezas reutilizadas, obtenidas de los verracos de piedra que esculpían los vetones y de edificaciones romanas previas: algunas incluso de un antiguo cementerio ubicado en la zona donde ésta la actual Basílica de San Vicente.
La cara Este es la primera en construirse, pues en esta zona la ciudad carece de defensa natural: por lo mismo es aquí donde aparece más imponente, con muros de 3 metros de espesor y 12 metros de altura y con más torres y puertas. También aquí es donde se encuentra el “cimorro” de la Catedral que es en realidad un doble torreón con tres líneas sucesivas de defensa. De hecho las dos principales puertas de toda la muralla están este sector: la de Alcázar y la de San Vicente.
En los lados Sur y Oeste las puertas son menos complejas y en sus torres se aprecia el uso del ladrillo. La parte Norte es la menos espectacular, la menos robusta; y con menos torres, más pequeñas y espaciadas.
En primer lugar, recomendamos ver la muralla tanto de día como de noche, para disfrutar de su iluminación nocturna. Muchos visitantes, dada la cercanía a su ciudad de origen, van a Ávila y regresan en el día, con lo que se pierden el espectáculo que supone verla de noche y damos fé de que merece mucho la pena.
Dicho esto, si quieres recorrer el perímetro completo de la muralla, unos 3 kilómetros, solo podrás hacerlo desde su exterior. Por el lado interior esto es más difícil, pues varios tramos del muro están integrados en recintos privados o públicos, como explicábamos. Si no te atreves con los 3 kilómetros completos, te recomendamos no perderte el paseo entre las Puertas del Rastro y San Vicente, así cómo la vista saliendo por la Puerta del Carmen y avanzando hasta el final del lado norte.
No obstante, la mejor forma de conocer la muralla es caminar por el adarve, el corredor situado en la parte superior, del que 1.700 metros están habilitados para ello. Hay varios accesos disponibles: la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar, el Arco del Carmen y la Puerta del Puente. En este paseo puedes disfrutar, por supuesto, de una extraordinaria panorámica de Ávila, tanto del centro histório amurallado como de la expansión urbana de la ciudad en el exterior y de las sierras alrededor.
El recorrido se divide en dos grandes tramos: de la Casa de Carnicerías a la Puerta del Carmen y desde la Catedral a la Puerta del Alcázar. El primero es el más largo y si quieres recorrer ambos debes bajar en la Casa de Carnicerías y subir en el siguiente acceso tras la Catedral, no hay paso continuo entre ambos. Si solo puedes elegir uno, por tanto, el primero es el que permite ver más muralla y hacerse una mejor idea sobre la misma. Además, el punto final de este tramo permite observar de cerca la Espadaña, una de las imágenes más típicas de la muralla de Ávila y lo único que queda del convento carmelita del Carmen que hubo allí.
Haces el recorrido a tu aire y a tu ritmo, con varios carteles y elementos informativos. También disponen de audioguía, descargable vía QR, que resulta muy útil para entender mejor lo que ves y su contexto histórico. Consulta online los horarios de acceso pues varían en función de la época del año y el día de la semana. El precio es de 5 euros, gratuito los martes de 14:00h a 16:00h (salvo festivos o vísperas de festivos). También está incluido dentro del conjunto de actividades de la tarjeta turística AvilaCard (15 euros).
En verano, los miércoles y jueves de los meses de julio y agosto, tienes otra forma de conocer la muralla, mucho más original. Se trata de realizar una visita guiada teatralizada nocturna. Parte a las 21:30h de la Casa de Carnacerías, cuesta 6 euros y conviene reservar tu entrada online aquí. Durante 1 hora y media recorre el adarve noreste de la muralla, representando escenas y leyendas relativas a la ciudad y a la muralla abulense. Todo mientras el sol va cayendo sobre Ávila, en un ambiente único. Personalmente no pudimos disfrutar de esta visita, al no coincidir en horarios, pero nos encantaría verla.
Y es que la muralla de Ávila ha sido el escenario ideal desde hace siglos para muchas historias que mezclan lo real con lo imaginario. Como un personaje más, participa por tanto también en las representaciones que se hacen hoy de estas leyendas.
Para conocerlas de primera mano, y no solo las relacionadas con la muralla sino con otros muchos lugares de la ciudad, es también muy recomendable unirse a la visita guiada “Ávila de Leyenda”. Se realiza todos los sábados a las 19:00 horas durante los meses de junio, julio y agosto, con un precio de 6 euros por persona. Ésta no pasa por la parte superior de la muralla en sí (como la anterior), pero sí por varios puntos en torno a ella.
Por último, para hacerte una idea del tamaño total de la muralla, es buena idea tomar un poco de perspectiva y alejarse para contemplarla en su totalidad. El mirador de los Cuatro Postes es ideal para tal objetivo, sobre todo al atardecer y de noche, cuando ya luce iluminada. Se trata en realidad de una pequeña ermita del siglo XV dedicada a San Sebastián formada por cuatro columnas (de ahí el nombre popular) y una cruz en el centro. Está ubicada en la margen izquierda del río Adaja, en la N-110.
Puedes ir caminando, en un paseo de unos 20 minutos desde la Catedral; en coche (hay espacio para aparcar); o, de una forma muy original, en Tuk tuk, en un paseo de 35 minutos de duración en total que pasa por los principales monumentos de la ciudad, incluyendo esta parada (6,50 euros por adulto, 4,80 euros por niño, partiendo del centro histórico).
También desde el restaurante Gloria Bendita, justo al otro lado del río, obtienes una vista magnífica, sobre todo desde su última planta, que es otro auténtico mirador en sí mismo.
Nuestro agradecimiento a Turismo de Ávila que nos invitó a pasar un fin de semana en su ciudad para descubrir su historia, cultura y patrimonio, experiencia de la que obtuvimos la información para publicar este artículo.