De Trujillo al mundo. Con un poco de creatividad, ése debería haber sido el lema de esta ciudad de Extremadura en el siglo XVI pues de ella salieron dos de las más grandes conquistadores de América: Francisco Pizarro, conquistador de Perú, y Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas. Ahí es nada. A esto se debe que haya otros Trujillos en el mapa mundial: por ejemplo en Perú y en Venezuela. Aunque la Edad Media fue justamente la época de mayor importancia y riqueza de Trujillo, ligada al descubrimiento del continente americano, su historia en realidad empieza antes. Mucho antes.

Su situación en lo alto de un batolito de granito y con acceso a abundante agua favoreció su temprano poblamiento ya en época prehistórica. Más tarde, con el nombre de Turgalium, formó parte del Imperio Romano, situado en la calzada que unía Mérida con Zaragoza, dos de las principales ciudades por entonces. Durante la ocupación árabe también jugo un papel destacado, bajo el gobierno de Badajoz: a esta etapa corresponde la construcción del Castillo y de la muralla (siglos X y XI). Y con la Reconquista continuó su protagonismo, siendo lugar fronterizo y de enfrentamiento entre las tropas árabes y castellanas, hasta que a principios del siglo XIII Fernando III la reconquistó definitivamente para la Corona de Castilla.

Vistas desde el Castillo de Trujillo
Vistas desde el Castillo de Trujillo

Y llega el siglo XVI, el más importante en la historia de Trujillo. El descubrimiento de Perú por parte de uno de sus ciudadanos propició el crecimiento y enriquecimiento de la ciudad: muchos trujillanos partieron para América y regresaron con riquezas que volcaron en la construcción de palacios y edificios destacados. El desarrollo arquitectónico continúa hasta el siglo XVIII y en el XIX comienza el declive económico. La Guerra de la Independiencia fue la gran causante, pues Trujillo fue invadido varias veces por las tropas napoleónicas.

El antiguo esplendor medieval ha llegado no obstante hasta nuestros días: su Plaza Mayor es posiblemente de las más impresionantes que puedes ver. Además, su ubicación sigue jugando a su favor: en la autovía que comunica Madrid y Lisboa, la misma que a su vez lleva hacia Mérida y Badajoz.

Amanecer en la Plaza Mayor de Trujillo
Amanecer en la Plaza Mayor de Trujillo

Aunque nuestras dos visitas a Trujillo han sido siempre breves, de apenas un día o dos, puede ser buena idea dedicarle más tiempo y tomarlo como base desde la que visitar otros muchos sitios cercanos de interés, como Cáceres (a 48 km), el Parque Nacional de Monfragüe (a 50 km), Mérida (a 90 km) o incluso el Valle del Jerte y sus cerezos en flor si tu viaje coincide con primavera (ya a 150 km).

La Plaza Mayor

Quién diría viéndola hoy que esta plaza nació extra muros como el lugar donde se celebraba el mercado. Los soportales que conserva dan fe de este pasado. Fue a principios del siglo XV cuando se decidió ubicar aquí al Ayuntamiento, movimiento que la reconvertió en una Plaza Mayor como tal. Por muy esplendorosos que sean los Palacios que la rodean (que lo son), levantados con el dinero logrado con la conquista americana, no ha perdido sin embargo ese sentido de sus orígenes.

Plaza Mayor de Trujillo
Plaza Mayor de Trujillo

La primera vez que pisamos esta Plaza Mayor se celebraba en ella la Feria del Queso y ni siquiera la enorme estatua de bronce que representa a su vecino más ilustre, Francisco Pizarro, a caballo, llamaba la atención en ese momento en comparación con los puestos de venta y degustación quesera. En ella siguen celebrándose por tanto mercados y eventos festivos populares.

Estatua de Francisco Pizarro, conquistador del Perú, en la Plaza Mayor de Trujillo
Estatua de Francisco Pizarro

Precisamente justo detrás de la estatua de Pizarro está una de las construcciones más destacadas de la Plaza Mayor. La Iglesia de San Martín de Tours es alta y robusta, construida en sillería de piedra. Se comenzó a edificar en el siglo XIV pero no se terminó hasta finales del XVI: esto explica la mezcla de estilos gótico y renacencista que presenta.

Iglesia de San Martín en la Plaza Mayor de Trujillo
Iglesia de San Martín en la Plaza Mayor de Trujillo

Los dos edificios más bonitos de la Plaza Mayor se encuentran en extremos opuestos. A un lado, el Palacio del Marqués de la Conquista, perteneciente a la familia Pizarro, con su enorme y recargado escudo y un balcón en esquina, ambos claramente visibles. Al otro, junto a la Iglesia, el Palacio de los Vargas Carbajal o de los Duques de San Carlos, con otro llamativo balcón en esquina: es el palacio más grande de Trujillo y está restaurado e incluso aún habitado por descendientes de la familia originaria.

Pero hay más sin salir de la Plaza: el Palacio de Piedras Albas, el de Chaves-SotoMayor, el de los Orellana Toledo o la Casa de la Cadena, que debe su nombre a que pernoctó allí Felipe II (la cadena era símbolo de que un rey se había alojado en esa casa).

¿Y a qué viene esa afán arquitectónico por construir los balcones en esquina? En el siglo XVI dieron con esta idea como solución para tener controladas al mismo tiempo las dos calles en que se situaba una casa. En Trujillo hay 7 balcones de este tipo, como en los Palacios de la Conquista y de los Duques de San Carlos, sin salir de la Plaza Mayor. Sin embargo hay una rareza arquitectónica aún más especial en el mismo Trujillo: un antiguo edificio del siglo XVI, hoy ocupado por el Hotel Palacio Chaves, tiene balcón y puerta esquinada, única en Extremadura.

El Castillo

Casi tan característico de Trujillo como su Plaza Mayor es su Castillo, visible desde cualquier punto de la ciudad al estar construido a 584 metros de altura, sobre el monte más alto del municipio, el Cabezo de zorro. Se trata en realidad de una alcazaba árabe edificada en los siglos X y XI y la altura también le proporciona unas vistas maravillosas de todo el territorio alrededor. De la muralla original que lo protegía apenas se conservan restos: solo 4 de las 7 puertas originales han llegado hasta hoy.

Fue reformado tras la Reconquista y dentro del recinto amurallado se encuentran la ermita de San Pablo (del siglo XVI), la Alberca y un aljibe. Alrededor del Castillo hay una serie de caminos y miradores que se pueden recorrer libremente, para disfutar de las vistazas, pero el interior de la fortaleza solo puede visitarse adquiriendo tu entrada (1,50 euros) o como parte de una visita guiada por Trujillo. Nosotros nos lo perdimos porque llegamos fuera de horario y estaba cerrado.

El Castillo de Trujillo cuenta en su trayectoria con otro hecho, menos trascendente para la Historia, pero más reconocido popularmente. Y es que apareció en la serie Juego de Tronos como un castillo defensivo de Desembarco del Rey; concretamente, durante los primeros minutos del último episodio de la temporada 7. Ya sabes que personalmente somos muy fans de visitar localizaciones de Juego de Tronos, así que otra más que sumamos.

El mirador de las monjas

Pero si hablamos de panorámicas famosas en Trujillo, tampoco puedes perderte la del Mirador de las Monjas, a medio camino de la subida que hay desde la Plaza hacia el Castillo. La vista de la Torre del Alfiler, en primer plano, la Plaza Mayor y el resto de tejados y torres de la ciudad merecen esa parada.

Vistas desde el Mirador de las Monjas en Trujillo
Vistas desde el Mirador de las Monjas en Trujillo

La Torre del Alfiler

Perfectamente visible tanto desde la Plaza Mayor como desde el Mirador de las Monjas (véase la foto anterior), esta torre del siglo XV era originariamente defensiva, parte de la alcazaba árabe. La Reina Isabel la Católica ordenó “desmocharla”, reconvirtiéndola en torre del homenaje del Palacio de Chaves-Cardenas, rebautizado a su vez como Casa de la Cadena (de la que hablamos antes pues da a la Playa Mayor). Debe su nombre a una varilla metálica clavada en su cúpula, en la que se aprecian también azulejos talaveranos. Hoy en día alberga el Centro de Interpretación de la Historia de Trujillo (entrada, 2 euros).

¿Qué es “desmochar” una torre? Dícese de la acción de eliminar sus almenas, borrando con ello su función defensiva. Y fue muy practicada por Isabel la Católica como una forma de imponer su autoridad ante aquellos nobles que habían apoyado a su sobrina Juana la Beltraneja en su lucha por hacerse con la Corona de Castilla. Esta Torre del Alfiler de Trujillo es un ejemplo de ello, así como muchas otras torres en Cáceres.

La Iglesia de Santa María la Mayor

Es Monumento Nacional y se cree que se construyó sobre la antigua Mezquita árabe tras la Reconquista. Es de origen románico tardío, estilo al que pertenece su Torre Julia (siglo XIII) pero posterioriamente se le añadieron elementos góticos y renacentistas (como su otra torre). Como nota curiosa, en uno de los capiteles de la Torre Julia hay esculpido un escudo del equipo de fútbol del Atlhetic de Bilbao, añadido personal del cantero encargado de su reconstrucción en los años 70.

Torre de la Iglesia de Santa María la Mayor en Trujillo
Torre de la Iglesia de Santa María la Mayor en Trujillo

La Iglesia de Santiago Apostol

También es de origen románico, aunque ampliamente reformada en el siglo XVII. Una de las teorías sobre su construcción sitúa el inicio de la misma a principios del siglo XII, cuando Trujillo estaba defendida por las Órdenes de Santiago y Pereira, momento en que apenas se habría completado la parte baja de la iglesia. Tras finalizarse la Reconquista, ya en el siglo XIII, se habría retomado su edificación.

Torre de la Iglesia de Santiago Apostol en Trujillo
Torre de la Iglesia de Santiago Apostol en Trujillo

La Iglesia de la Preciosa Sangre

Posterior a las anteriores, del siglo XVII, corresponde al estilo barroco. Actualmente es el Centro de los Descubridores, destinado a mostrar las hazañas y descubrimientos de los vecinos más ilustres de Trujillo en la época de la Conquista, como los ya mencionados Pizarro y Orellana, pero también García de Pareces (el Sansón de Extremadura) o Inés Muñoz.

El Museo de la Coria

Está creado sobre el antiguo Convento de San Franscio el Real o Convento de la Coria, del siglo XV, que fue restaurado por Xavier Salas en 1969. Dedicó el edificio a este museo que ilustra la relación entre Extremadura e Iberoamérica, destacando los personajes que a lo largo de la historia han contribuido a la defensa de la cultura mestiza, como Fray Bartolomé de las Casas, Rubén Darío o Pablo Neruda.

La Casa Museo de Pizarro

Ocupa una casa del siglo XV donde, según algunos historiadores, nació Francisco Pizarro (teoría controvertida, en cualquier caso). En la primera planta se recrea cómo sería una casa de la época, con sus estancias y mobiliario; la segunda la ocupa una exposición sobre la consquita del Perú y la vida colonial.

El Parador Nacional

Construido sobre el Convento de Santa Clara del siglo XVI, destaca su bello claustro renacentista. Nosotros nos alojamos aquí durante nuestra estancia en Trujillo (cien por cien recomendable) pero siempre puedes disfrutar de su interior simplemente accediendo a la cafetería o al restaurante.

Parador construido sobre el Convento de Santa Clara del siglo XVI
Parador construido sobre el Convento de Santa Clara del siglo XVI

Para completar una visita a Trujillo hay que probar su gastronomía: opciones no te van a faltar sin salir de la misma Plaza Mayor, jalonada de bares y restaurantes con amplias terrrazas. En noches de verano, reserva si quieres conseguir mesa. Los platos típicos extremeños los protagonizan fundamentalmente las carnes: cordero, cochinillo, carnes de caza… Con mención especial para el cerdo. No en vano Extremadura cuenta con una de las 4 Denominaciones de Origen de jamón ibérico que hay en España. También hay que destacar los quesos, sobre todo la conocida Torta del Casar: por algo se celebra aquí anualmente la Feria Internacional del Queso. Y los guisos contundentes, como las migas y las moragas (trozos de carne salteados con ajo y pimienta).

Cartel en un local de la Plaza Mayor de Trujillo
Cartel en un local de la Plaza Mayor de Trujillo

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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