¿A quién se le ocurriría plantar la primera vid en las pendientes casi verticales de las laderas de los ríos Sil y Miño? ¿En qué momento alguien pensó que sería una buena idea cubrir de viñas las paredes de un cañón? El que no arriesga, no gana, que suele decirse. En la Ribeira Sacra arriesgaron (mucho) y ganaron.

Aunque no sepamos los detalles, hay que remontarse milenios atrás para encontrar a esos primeros valientes, pues ya los romanos cultivaban vides en bancales en la Ribeira Sacra. Y los resultados eran muy apreciados: supuestamente los vinos aquí producidos se enviaban por barco hasta la mismísima Roma para deleite del emperador.

Durante la Edad Media los monjes se retiraron a zonas aisladas y remotas como ésta, donde crearon sus comunidades y construyeron monasterios de los que aún queda una huella bien visible en este área gallega, tal y como te contamos en nuestro artículo sobre qué ver en la Ribeira Sacra. Los monjes necesitaban vino, así que cultivaron también sus propias viñas y siguieron con el modelo de distribución en bancales iniciado por los romanos. Pero no se conformaron con eso y perfeccionaron la producción vitivinícola en lo que puede considerarse el principio de la enología.

Viñedos en las laderas del río Bibei en la Ribeira Sacra, Ourense
Viñedos en las laderas del río Bibei en la Ribeira Sacra, Ourense

El vino se convirtió así en uno de los principales motores económicos de la Ribeira Sacra y lo sigue siendo hoy, sobre todo tras constituir su propia Denominación de Origen en 1996. Es una de las cinco DOs existentes en Galicia con 2.500 hectáreas de viñedo y alrededor de un centenar de bodegas distribuidas por 19 municipios entre Ourense y Lugo. Se divide en 5 subzonas: Amandi, Chantada, Quiroga-Bibei, Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil. Y la mayor parte de su producción (casi un 90%) es de vino tinto.

Pero cifras a parte, lo que más llama la atención cuando recorres los viñedos de Ribeira Sacra es su ubicación, casi imposible, desafiando a la gravedad, en terrazas alrededor de las riberas de los ríos con un desnivel que en algunos casos puede llegar hasta casi el 100% . Los paisajes son espectaculares, pero el trabajo que requieren es increíble, mayormente manual.

Los estrechos bancales que ocupan las viñas obligan prácticamente a hacer equilibrios a los responsables de su cuidado. Obviamente, se vendimia a mano; la única ayuda con que cuentan los vendimiadores son unos raíles que ayudan a transportar las cajas con las uvas recogidas pendiente arriba. Aunque también hay quienes las trasladan en barca, desde los bancales con cepas ubicados prácticamente en las orillas verticales de los ríos. La viticultura y los vinos de la Ribeira Sacra se merecen por ello su título oficial de heroicos.

Viñedos en la Ribeira Sacra, con los raíeles que usan para subir las cajas con las uvas durante la vendimia
Viñedos con los raíeles que usan para subir las cajas con las uvas durante la vendimia

Viticultura heroica es el nombre que recibe el cultivo de la vid que se desarrolla en unas condiciones extraordinariamente adversas. ¿Por ejemplo? El que se realiza a una altitud media superior a los 500 metros. O el que se trabaja en suelos con una inclinación mayor al 30%. O aquél que tiene lugar en pequeñas islas. A la vista de esto, no es de extrañar que en Europa sólo un 5% de los viñedos tengan esta calificación. Además de la Ribeira Sacra, en España cuentan con esta denominación las zonas de El Priorat en Cataluña, los Arribes del Duero, la Geria en Lanzarote, El Hierro, Tenerife y la Axarquía de Málaga.

Admirar los paisajes a que da lugar esta viticultura heroica es obviamente un placer para la vista de cualquiera, te guste el vino o no, que puedes disfrutar desde los miradores en torno a los ríos Sil y Miño. En este sentido, los que mejores panorámicas de los viñedos tienen son:

  • En el río Miño, en la provincia de Lugo, concretamente en A Cova, el Mirador do Cabo de Mundo, que mira hacia un bellísimo meandro del mismo nombre. Como la panorámica desde el mirador oficial la cubren las copas de los árboles cercanos, lo recomendable es acercarse a la Bodega Abadía da Cova. Desde ella misma o bien desde unos metros antes, tienes una vista mucho más clara del meandro y con el extra de la proximidad de las viñas.
  • En el río Sil debes ir a la parte más oriental y los cultivos se concentran en la orilla de Lugo. Desde ésta, son recomendables los miradores de Pena de Castelo, Duque y, sobre todo, Souto Chao, que cuenta con una gran estatua de granito de un vendimiador y está rodeado de viñas que puedes ver desde muy cerca.
  • También un paseo en catamarán por el Sil ofrece buenísimas vistas de los viñedos y desde una perspectiva diferente, desde el agua. Hay 4 posibles embarcaderos: dos en la orilla lucense, dos en el lado orensano, y otras tantas compañías. Concretamente, de oeste a este: Santo Estevo (Nogueira de Ramuín, Ourense), Os Chancís (Sober, Lugo), Abeleda (Castro Caldelas, Ourense) y Ponte do Sil (Lugo). Obviamente, no probamos todos, así que elige aquél que mejor encaje con tu itinerario. 

En el cauce oriental del Sil sorprende mucho el contraste entre la ladera de Lugo con los socalcos perfectamente cultivados, frente a la de Ourense, cubierta por vasta vegetación. Pero más sorprende conocer el hecho de que la orilla orensana también está trabajada y llena de bancales, ahora invisibles, pero que siglos atrás acogieron viñas. Su cultivo se abandonó de modo que los fue cubriendo el bosque, pero haberlos, haylos, pues permanecen bajo éste. El problema es cómo desbrozar todo ese terreno en que hay ya árboles grandes, con raíces profundas, para recuperar los bancales… Una nueva empresa heroica que acometer.

Y si, más allá del paisaje, te interesa el enoturismo, la Ribeira Sacra es desde luego un lugar idóneo para practicarlo: puedes realizar visitas a bodegas, reservar alguna de las actividades que propone la Ruta del Vino de Ribeira Sacra, visitar el Centro del Vino en Monforte de Lemos… Y sobre todo, catar muchos y muy buenos vinos. Nosotros conocimos dos bodegas.

Adega Algueira

Es una bodega familiar que empezó en 1980 con unos pocos viñedos. Con los años ha ganado en extensión, en importancia y en reconocimiento. Y aunque la segunda generación ya se ha incorporado al negocio, el cabeza de familia, Fernando, sigue al frente. La bodega en sí está en Doade, Lugo, en la parte oriental del Sil. Pero sus 25 hectáreas de viñedos se reparten por ambas orillas del río, algunos en pendientes de hasta 85 grados.

Esto les permite cultivar distintas variedades de uva en diferentes tipos de suelo: las laderas lucenses tienen más sol y están compuestas principalmente por pizarra, mientras que las orensanas son más frescas y con suelos de cuarzo y gneis. Esto, combinado con su apuesta por recuperar las variedades de uva locales, les ha llevado a elaborar vinos con un carácter propio, alejados del de otras regiones. Al final su apuesta ha demostrado ser ganadora.

¿Y cuáles son las uvas autóctonas de la Ribeira Sacra? Godello, Treixadura, Albariño y Loureiro, de variedades blancas; Mencía, Caíño, Sousón, Brancellao y Merenzao, de las tintas. Las más cultivadas, no obstante, son Godello y Mencía.

En su web ofertan distintos tipos de actividades para conocerles. Nosotros escogimos el pack enoturístico que se compone de visita a la bodega, cata de vinos, comida en su restaurante y paseo en catamarán (no necesariamente en ese orden, hay distintos horarios). Primero atendimos a las explicaciones sobre el proceso de cultivo y producción vitivinícola de la Ribeira Sacra, en general, y de su bodega, en particular, acompañadas de vídeos muy interesantes. Tras esto catamos 3 de sus vinos: nos gustó mucho el blanco Cortezada, procedente de una finca del mismo nombre con bancales de 3 metros de ancho y hasta 70% de inclinación que nos acercamos a ver al salir de la bodega.

Viñas plantadas en bancales en las laderas del cañón del río Sil, Ribeira Sacra
Finca Cortezada de Adega Algueira, en la orila de Orense del río Sil

También recorrimos parte de sus instalaciones y comimos en su restaurante. Por último, el paseo por el Sil, saliendo del embarcadero de Abeleda. Apenas duró una hora y no llegó más allá de la zona de viñedos. Como se trataba de una experiencia con más actividades, nos resultó suficiente, pero si tu objetivo es ver los cañones al completo, tenlo en cuenta.

Domino do Bibei

Se encuentra en la ribera del río Bibei, afluente del Sil que discurre por un área muy montañosa y a gran altura. Varios de sus vinos (el tinto Lalama y el blanco Lapola) son de nuestros favoritos y por ello nos hizo especial ilusión conocer esta bodega. También porque solo realizan visitas para profesionales, con lo que fue un auténtico privilegio disfrutar de ella.

La bodega está precisamente en lo alto de una montaña, rodeada por las viñas, jóvenes y centenarias, que se reparten por las laderas en socalcos distribuidos desde los 200 a los 700 metros de altitud. Cultivan distintas variedades de uvas, entre ellas también las tradicionales gallegas.

Los edificios de la bodega están perfectamente integrados con los viñedos circundantes, distribuidos escalonadamente por la ladera donde se ubica. Esto tiene una doble ventaja. Por un lado, el impacto de la construcción en el paraje natural es mínimo. Por otro, aprovecha la gravedad a su favor en el proceso de elaboración del vino: desde la recepción de la uva hasta su fermentación en barrica, el producto va pasando de un espacio al siguiente, correspondiente al escalón inmediatamente inferior.

Su interior, de estilo vanguardista, está cuidado al detalle en cada sala: nunca hemos visto una bodega tan bonita. También nos sorprendió descubrir que hay alternativas a las barricas de madera y a los depósitos de acero insoxidable para envejecer el vino: fudres (barricas ovaladas, mucho más grandes), tinas troncocónicas (toneles verticales con capacidad para varios miles de litros) y huevos de cemento (recomendados para vinos blancos). El punto culminante de la visita es probar sus vinos en la impresionante sala de catas.

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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