En nuestro viaje de 10 días por Euskadi y País Vasco Francés una de las más gratas sorpresas que tuvimos fue Biarriz. Ciudad señorial elegante y meca del surf bohemia a la vez, un equilibrio que a priori se antoja imposible, pero allí in situ compruebas cómo encaja perfectamente. Incluso su urbanismo es una mezcla llamativa: edificios maravillosos de estilo parisino, prueba de su pasado como destino vacacional de la realeza europea, conviven junto a construcciones no menos bonitas de arquitectura tradicional vasca. Además es sumamente animada, al menos en verano cuando la visitamos nosotros: las playas y calles estaban llenas a todas horas y al atardecer locales y turistas nos reuníamos en torno a la Grand Plage a disfrutar del ocaso.
Biarritz es ciudad turística desde hace siglos. En un prinicipio por sus aguas terapeúticas, que dieron lugar a la creación de muchos balnearios, en funcionamiento aún hoy. En las playas de Biarritz hay muchas algas que le dan al agua un alto contenido en yodo y, con él, ciertas propiedades curativas. De hecho tantos enfermos venían a tratarse aquí por la fama de estas aguas que se le conocía como “la costa de los locos”.
El siguiente detonante de su fama como destino vacacional fue la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III. En el siglo XIX se enamoró de Biarritz y de su costa. Se construyó un magnífico palacio (el Hotel du Palais) y atrajo a nobles y altas clases a que se uniesen a ella en sus vacaciones aquí. A esto se debe el aire señorial y chic de la ciudad.
Y la tercera razón que ha atraído a muchos viajeros a Biarritz es el surf. De hecho fue la puerta de entrada para la introducción de este deporte en Europa allá por 1956, concretamente en la playa Cote des Basques, que es el foco surfero principal de la ciudad hoy. Desde entonces Biarritz se ha convertido en una destacada meca mundial del surf (ya visitamos otra en el pasado, por cierto, la portuguesa Nazaré).
Si ya te hemos convencido para organizar una escapada a Biarritz, vamos con los datos prácticos para que puedas planearla al completo.
Puedes llegar en avión, al aeropuerto de Biarritz-Anglet-Bayona, situado a 5 kilómetros de la ciudad.
También en tren: la línea de alta velocidad francesa (TGV) que une París y Hendaya tiene parada en Biarritz. Desde España tendrías que llegar primero a Hendaya (por ejemplo desde Madrid hay varios trenes diarios) y una vez allí, tomar la TGV hasta Biarritz.
Nosotros, sin embargo, lo hicimos en coche desde España como parte de un road trip de varios días por Euskadi y País Vasco Francés en que visitamos muchos otros lugares. Y es que Biarritz está a solo 20 kilómetros de la frontera franco española.
Grand Plage. Biarritz cuenta nada menos que con 6 playas en total, una a continuación de la otra, formando una larga extensión de kiómetros de litoral que llega hasta el vecino pueblo de Bidarte. De todas ellas la Grand Plage es la principal e inevitablemente caerás en ella puesto que es el epicentro del que parten el resto de puntos interesantes a ver en la ciudad. El resto de playas son: hacia el norte respecto a la Grand Plage, Miramar; hacia el sur, la playa del Puerto Viejo, Cote des Basques, Marbella y Milady. La Grand Plage está bordeada por un paseo marítimo que es la mejor vía a seguir para descubrir el resto de lugares de interés que ver en Biarritz.
Dado que ninguna playa de Biarritz admite perros en verano (sí de noviembre a marzo), nos desplazamos hasta la cercana zona de Las Landas. Aquí las playas son kilométricas, enormes, una a continuación de la otra. No es que esté permitido oficialmente acceder con perro, pero está “tolerado”. Nosotros elegimos la de Ondres, a unos 35 minutos en coche de Biarritz. Tienes que alejarte de la zona de acceso donde están parking, socorrismo, chiringuitos y demás servicios y una vez hay una distancia prudente respecto al grueso de bañistas, empiezas a ver mascotas e incluso nudistas. Hay tanto espacio disponible que puedes mantener perfectamente metros y metros hasta la siguiente toalla y tu perro puede jugar, correr y bañarse con tranquilidad. Eso sí: el mar es bastante bravo. No en vano es también zona de surf.
Casino. Es literalmente imposible no verlo. Ocupa la parte central del paseo de la Grand Plage y su estilo art decau de principios del siglo XX no pasa desaparcibido. Personalmente no entramos aunque, además del casino, alberga bares y tiendas.
Rocher du Basta. Desde detrás del Casino sale un camino bordeando la costa con maravillosas vistas por el que llegas, en primer lugar, a la Roca de Basta, un islote de piedra unido a la costa por una pasarela. Desde él tienes buenas vistas a la Grand Plage, a un lado, y al Puerto Viejo, al otro. Es el lugar idóneo para ver el atardecer.
Rocher de la Vierge. A continuación de Rocher du Basta, siguiendo el sendero que va adentrándose en el mar, llegas a una plataforma metálica que conecta con un peñón rocoso llamado la Virgen en la Roca. El nombre es muy descriptivo, pues literalmente se trata de una pequeña estatua de la Virgen situada encima de un arco excavado en la roca. Tiene su propia leyenda: la tormenta sorprendió a unos barcos balleneros y estuvieron a punto de naufragar pero milagrosamente llegaron a buen puerto; en agradecimiento por ello estos pescadores colocaron la estatua de la Virgen en esta roca. Desde el promontorio de piedra hay además grandes vistas a la costa de Biarritz.
Acuario o Museo del Mar. Lo verás en tu recorrido hacia la Virgen en la Roca porque está justo frente a la pasarela que lleva hacia ésta. Ocupa además un edificio art decau de 4 plantas que albergan más de cien especies de fauna y flora marina del Golfo de Bizkaia, varias colecciones sobre cetáceos y técnicas de pesca, un tanque con focas, otro con tortugas…
Puerto Viejo. El antiguo puerto pesquero es pequeño pero encantador. Aún conserva los barcos tradicionales y las coloridas casas de pescadores, hoy reconvertidas casi todas en restaurantes, siempre llenos, donde degustar pescado fresco. Fue nuestro sitio favorito para comer en la ciudad. Cuando estuvimos organizaban también un mercado artesanal varios días a la semana.
Iglesia de Santa Eugenia. Está justo encima del Puerto Viejo, imposible no verla dadas sus dimensiones. Es una construcción neogótica de finales del siglo XIX. En su interior destacan las vidrieras y unas curiosas conchas de agua bendita.
Playa del Puerto Viejo. Está, lógicamente, a constinuación del Puerto Viejo. Es pequeña, recogida, resguardada del viento y muy animada, con muchos bañitas y un par de terrazas abarrotadas en verano.
Villa Belza. Se alza sobre un promontorio rocoso entre la playa del Puerto Viejo y la de Cote des Basques. Su silueta es una de las imágenes más icónicas de Biarritz, verás muchas ilustraciones y cuadros con ella. De estilo neomedieval se construyó a finales del siglo XIX y desde entonces ha tenido diversos usos: localización de cine, restaurante ruso, hotel, apartamentos residenciales… Sufrió incluso dos incendios. En 1997 pasó a ser un edificio protegido por el Ayuntamiento de Biarritz.
Playa Cote des Basques. Literalmente “playa de la costa de los vascos” es, como decíamos, es donde se introdujo el surf a mediados del siglo XX y, consecuentemente, en torno a ella el ambiente surfero se deja notar: hay montones de tiendas y escuelas de surf además de bares del mismo estilo. Hasta puede parecerte estar en una ciudad diferente a la que se desarrolla al otro lado del Puerto Viejo. Es la playa más extensa de Biarritz.
Hotel du Palais. Si recorres el paseo marítimo de la Grand Plage en dirección contraria a la que lleva a los lugares antes mencionados, yendo hacia el norte, llegas a la construcción más emblemática de Biarritz. Actualmente funciona como hotel de lujo, de 5 estrellas, nada barato precisamente. Pero inicialmente era el palacio ya mencionado que se construyó Eugenia de Montijo y que ella y Napoleón III usaban como residencia vacacional. En aquel entonces, los nobles y altos burgueses que se les unieron construyeron sus propios palacetes en torno a él, por lo que toda la zona alrededor derrocha estilo señorial.
Playa Miramar. El Hotel du Palais marca la separación entre la Grand Plage y esta playa, más pequeña, que se extiende hacia el Faro.
Faro. Está en el extremo contrario a la Virgen en la Roca, visible perfectamente desde ésta por sus 40 metros de altura. Desde el siglo XIX sigue aún en funcionamiento hoy. Desde el parque donde se ubica hay grandes vistas: de los acantilados en primer término, del resto de Biarritz después e incluso de los Pirineos de fondo, en días despejados. También es posible subir a lo alto del faro para mejorar la panorámica, pero debes hacerlo a pie, 248 peldaños mediante.
La Ciudad del Océano. Es el sitio más alejado del centro de todos los listados hasta ahora, junto a la playa de Milady; por ello nosotros no fuimos. Es un museo interactivo muy moderno enfocado a actividades relacionadas con el mar, como practicar surf virtual, ver una película en 4D o realizar un paseo virtual entre tiburones. Dispone de entradas combinadas con el Acuario.
También desde Biarritz puedes aprovechar para visitar otras ciudades costeras cercanas e interesantes como San Juan de Luz o Bayona, tal y como te contamos en nuestro artículo sobre qué hacer 3 días en el País Vasco Francés. Incluso, aunque requiere más tiempo de desplazamiento, puedes descubrir algunos de los pueblos más bonitos de Francia en el “País Vasco Francés de los Montes”, hacia el interior: Espelette, Ainhoa, Sara…
Biarritz es una ciudad con un nivel de vida alto y en pleno agosto, cuando la visitamos nosotros, está lógicamente más cara. Teniendo en cuenta que además viajábamos con perro, no tuvimos muchos alojamientos buenos, bonitos y baratos donde elegir. Nos quedamos en Chambre d’Hôtes Arima: 438 euros, 3 noches en habitación doble, desayuno incluido; suplemento de 20 euros al día por mascota.
Se trata de un alojamiento familiar cien por cien: una casa particular muy grande en el centro donde alquilan 3 habitaciones, amplias y muy bien decoradas, cada una con baño privado. La nuestra incluso tenía un pequeño patio que nos vino fenomenal con nuestro perrito Bérgamo. El desayuno es casero y abundante y los dueños son muy amables, siempre dispuestos a ayudarte y darte información sobre la ciudad. La única pega: no cuenta con parking propio con lo que debes aparcar en la calle y era muy complicado encontrar plaza al ser temporada alta.
Nosotros no salimos del Puerto Viejo, tanto nos gustó: si lo tuyo es el pescado y el marisco, se trata sin duda del lugar perfecto para comer. Debes ir temprano porque se forman largas colas en todos los restaurantes que hay y no se puede reservar. Los locales son pequeños en el interior pero tienen grandes terrazas que se llenan. Concretamente cenamos muy muy bien en Casa Juan Pedro, dos noches, y en Le Corsaire, otra.
Nos recomendaron también el restaurante La Plancha D’Ilbarritz en el vecino pueblo de Bidarte pero no pudimos acercarnos, por si tú sí tienes la ocasión. Y Le Surfing, en la playa Cote des Basques, de ambiente más informal y surfero, pero solo tomamos algo allí, no comimos.
Para finalizar te dejamos un mapa con las ubicaciones de todos los lugares de Biarritz mencionados en este post, para poder situarte mejor.