Nuestro viaje al País Vasco Francés fue en realidad parte de una ruta más extensa que pasó también por Bizkaia, Guipúzcoa y Navarra (en el blog te contamos este road trip vasco con perro de 10 días al completo). Una de las etapas de ese itinerario la dedicamos a visitar por primera vez esta región de Francia. Fueron por tanto 3 días de verano en el País Vasco francés y elegimos Biarritz como base desde la que descubrir esta zona. ¡Te contamos todo lo que hicimos!

Biarritz

Es una mezcla de ciudad señorial elegante y meca del surf bohemia, como te contamos en este post específico sobre Biarritz. Sobre el papel puede parecer un equilibrio imposible, pero en la realidad encaja perfectamente. Así, edificios maravillosos de estilo parisino, prueba de su pasado como destino vacacional de la realeza europea, conviven junto a construcciones no menos bonitas de arquitectura tradicional vasca. Ves restaurantes elegantes, y a todas luces caros, junto a bares informales de surf. Las playas y calles están llenas a todas horas y al atardecer todos se reúnen en torno a la Grand Plage (muchos incluso con su comida y bebida modo picnic).

Biarritz es de por sí una ciudad con un nivel de vida alto y en pleno agosto, obviamente, está incluso más cara. Si a ello le sumamos que viajábamos con perro, la disponibilidad de alojamientos a buen precio no era precisamente amplia. Nos quedamos en Chambre d’Hôtes Arima: 438 euros, 3 noches en habitación doble, desayuno incluido; suplemento de 20 euros al día por mascota. Se trata de un alojamiento familiar cien por cien: una casa particular muy grande en el centro donde alquilan 3 habitaciones, cada una con baño. La nuestra incluso tenía un pequeño patio que nos vino fenomenal para nuestro perrito Bérgamo. Los dueños son encantadores y estuvimos muy a gusto. La única pega: no cuenta con parking propio con lo que debes aparcar en la calle y era muy complicado encontrar plaza al ser temporada alta.

Villa Belza, sobre la playa Cote des Basques, es uno de los edificios más icónicos de Biarritz
Villa Belza, sobre la playa Cote des Basques, es uno de los edificios más icónicos de Biarritz

La construcción más emblemática de Biarritz es el Hotel du Palais, hoy un lujoso hotel, pero que originariamente fue el palacio que se construyó en el siglo XIX la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, cuando se enamoró de esta ciudad y su costa. Gracias a ello, Biarritz se convirtió en el destino elegido por la nobleza y altas clases para vacacionar. También ayudaron sus aguas terapeúticas, que dieron lugar a la creación de muchos balnearios, en funcionamiento hasta día de hoy.

Biarritz cuenta nada menos que con 6 playas en total, una a continuación de la otra, formando una extensión de kiómetros de litoral que llega hasta el vecino pueblo de Bidarte (nos lo recomendaron pero no pudimos conocerlo). De todas ellas la Grand Plage es la principal.

Desde ella llegas a la Roca de Basta, un saliente de piedra entre dos playas, con vistas a la Grand Plage, a un lado, y al Puerto Viejo, al otro. Es el lugar idóneo para ver el atardecer.

Atardecer en Biarritz
Atardecer en Biarritz

El sendero poco a poco se adentra en el mar hasta llegar a un saliente llamado la Virgen en la Roca (Rocher de la Vierge). El nombre es muy descriptivo y tiene su propia leyenda: la tormenta sorprendió a unos barcos balleneros y estuvieron a punto de naufragar pero milagrosamente llegaron a buen puerto; en agradecimiento por ello estos pescadores colocaron la estatua de la Virgen en esta roca.

Pasarela que lleva a la Virgen de la Roca en Biarritz
Pasarela que lleva a la Virgen en la Roca en Biarritz

A continuación se encuentra el Puerto Viejo: si te gusta el pescado y el marisco es el lugar perfecto para comer pero debes ir temprano porque se forman largas colas en todos los restaurantes que hay y no se puede reservar.

Un poco más adelante te das con la Playa Cote des Basques, donde cuenta la leyenda que se introdujo el surf en Europa allá por 1956. Desde entonces Biarritz se ha convertido en una destacada meca de este deporte, como decíamos y, consecuentemente, en torno a esta playa el ambiente surfero se deja notar.

En el extremo opuesto de la ciudad está el Faro, con grandes vistas: de los acantilados en primer término, del resto de Biarritz después e incluso de los Pirineos de fondo, en días despejados.

Dado que ninguna playa de Biarritz admite perros en verano (sí de noviembre a marzo), nos desplazamos hasta la cercana zona de Las Landas. Aquí las playas son kilométricas, enormes, una a continuación de la otra. No es que esté permitido oficialmente acceder con perro, pero está “tolerado”. Nosotros elegimos la de Ondres, a unos 35 minutos en coche de Biarritz. Tienes que alejarte de la zona de acceso donde están parking, socorrimo, chiringuitos y demás servicios y una vez hay una distancia prudente respecto al grueso de bañistas, empiezas a ver mascotas e incluso nudistas. Hay tanto espacio disponible que puedes mantener perfectamente metros y metros hasta la siguiente toalla y tu perro puede jugar, correr y bañarse con tranquilidad. Eso sí: el mar es bastante bravo. No en vano es también zona de surf.

Un delfín frante a la playa d'Ondres en Las Landas, Francia
Un delfín frante a la playa d’Ondres en Las Landas

San Juan de Luz

A 40 minutos en coche de Donostia y solo media hora de Biarritz está San Juan de Luz. La que fuera importante centro pesquero de ballenas es hoy una bonita ciudad costera muy animada en verano. Sigue manteniendo su puerto aunque hoy lo ocupan pequeñas barcas de colores y precisamente por aquí empezamos nuestro paseo.

San Juan de Luz, en el País Vasco Francés
San Juan de Luz

De ahí pasamos al centro histórico, compuesto por edificios de arquitectura tradicional vasca muy cuidados. La gran mayoría han sido reconvertidos en tiendas, restaurantes y alojamientos turísticos. También recorrimos al completo el paseo marítimo de la Grand Plage. En un extremo de este Promenade Jacques Thibaud destaca el enorme edificio del antiguo casino y hotel La Pérgola. En el lado contrario, mucho más bonito en nuestra opinión, hay coloridas casas que se caracterizan por contar con pequeños puentes que conectan el paseo con su entrada.

Paseo de la playa en San Juan de Luz
Paseo de la playa en San Juan de Luz

Los macarons de San Juan de Luz son diferentes a los que estamos habituados a ver como los típicos franceses. Para empezar, no son de colores, todos son en un tono marrón claro. Su receta es a base de huevo, azúcar y almendras. Y se la inventó un pastelero local, el Señor Adam, para regalárselos a Luis XIV con motivo de la celebración de su boda en San Juan de Luz allá por 1660. Hoy Maison Adam es el nombre de una amplia red de pastelerías que vimos en muchísimos puntos del País Vasco Francés y donde se siguen vendiendo estos macarons.

Bayona

Con fama de ser una de las ciudades más bonitas de Francia, se sitúa en el lugar exacto donde confluyen los ríos Nive y Adur. Precisamente el Nive separa los dos barrios principales: Grand Bayonne (Bayona grande) y Petit Bayonne (Bayona pequeño).

Puente sobre el río Nive en Bayona, País Vasco Francés
Puente sobre el río Nive en Bayona

Nosotros recorrimos más Grand Bayonne, que nos pareció mucho más encantador de lo que esperábamos. Además de simplemente pasear por sus calles, en las que predominan las casas tradicionales vascas con contraventanas de madera y de colores, merece la pena entrar (gratis) a la gótica Catedral de Santa María y admirar sus vidrieras. Su claustro del siglo XII es uno de los mayores de Francia y está abierto al público, con acceso a parte de la Catedral. Cuando fuimos había un mercado artesanal en su interior.

Interior de la Catedral de Bayona
Interior de la Catedral de Bayona

También en Grand Bayonne puedes ver los restos de la muralla que protegía Bayona; el Castillo Viejo, aunque solo por fuera porque es de uso militar y no se puede visitar; y el mercado cubierto Les Halles, a rebosar de puestos y de gente.

Petit Bayonne lo conocimos solo callejeando un poco pero no nos dio tiempo a entrar en el Museo Vasco, que es la principal atracción de esta zona.

En lo gastronómico Bayona cuenta con su propio jamón: el jamón de Bayona, menos curado y menos salado que el serrano. Y presume de ser la capital histórica del chocolate: aquí se introdujo el cacao en Francia hace 400 años y de aquí eran los primeros maestros chocolateros que lo trabajaron. De hecho caminando por el centro encuentras numerosas chocolaterías con expositores que harán que se te caiga literalmente la baba…

Bayona es una ciudad fiestera. Viene a ser la Pamplona de Francia pues también celebra sus propios Sanfermines: 3 meses de corridas de toros cada verano y unas fiestas municipales que atraen a más de un millón de personas. Además desde 2017 organiza el festival de arte urbano “Points de Vue” que ha dejado murales por toda la ciudad y puedes ver en una interesante ruta de street art.

Espelette

Como no todo iba a ser costa, decidimos conocer algo del interior, del llamado “País Vasco Francés de los Montes”. Allí visitamos, en este orden, tres de sus pueblos más célebres: Espelette, Ainhoa y Sara. Los dos últimos además forman parte de la lista oficial de pueblos más bonitos de Francia.

Espelette, famoso por sus pimientos, en el País Vasco Francés
Espelette, famoso por sus pimientos

Espelette es conocido sobre todo por sus pimientos. Y es que el pimiento de Espelette tiene denominación de origen propia. Tanto es así que la estampa más típica de este municipio es la de pimientos secando en sus fachadas de arquitectura tradicional vasca. En sus numerosas tiendas del centro venden así mismo todo tipo de productos hechos a base de pimiento, ¡incluso chocolates! Personalmente nos gustó mucho pasear por este pueblo, probablemente nuestro favorito de los tres.

Una de las muchas tiendas de Espelette, País Vasco Francés
Una de las muchas tiendas de Espelette

Ainhoa

Ainhoa es sumamente pequeño en superficie pero muy popular (sobre todo en Instagram). Tan pequeño que apenas cuenta con una calle principal, en la que se concentran las casas de arquitectura tradicional vasca muy bien conservadas que le dan fama, y una plaza con la iglesia y el frontón de pelota vasca. Por cierto que el frontón es el elemento urbano omnipresente en todos los pueblos del País Vasco Francés. Lo mejor de nuestra visita es que les pillamos en fiestas con lo que había un ambiente muy divertido: juegos en el frontón, un puesto de talos en la plaza, algunas atracciones e incluso una charanga.

Ainhoa, uno de los pueblos más bonitos de Francia
Ainhoa, uno de los pueblos más bonitos de Francia

Sara

Sara, en cambio, es un municipio más grande, con más sitios a visitar y con una oferta de actividades muy amplia que, lamentablemente, no pudimos probar por lo corto de nuestra estancia. Simplemente dimos un paseo por el centro y vimos bonitas viviendas, la iglesia y algunos de sus frontones.

Paseando por Sara, en el País Vasco Francés
Paseando por Sara

Si vas con más tiempo, no obstante, no te faltarán entretenimientos. Podrás subir al tren cremallera que te lleva hasta la cima del monte Larrún: admiten mascotas, mejor compra los tickets online previamente en temporada alta porque vuelan. O visitar sus cuevas (no admiten perros), como las que hay al otro lado de la frontera en Zugarramurdi. También puedes aprender sobre el dulce más típico de la zona en el Museo del Pastel Vasco; si no vas al museo, siempre podrás probarlo en alguna de sus pastelerías o puestos en la calle. Y siguiendo con el folklore vasco, otra opción es descubrir cómo era la vida en una casa tradicional vasca del siglo XVII en Ortillopitz.

El pastel vasco es un dulce de masa quebrada por fuera y crema por dentro. Tradicionalmente también se rellenaba con frutos rojos, pero hoy es más conocida la opción con crema sólo. Se creó en torno al siglo XVIII en la zona vasco francesa y sigue siendo sumamente popular allí. Lo encuentras en muchas pastelerías y restaurantes.

Te dejamos un mapa con todas las localizaciones de los lugares mencionados en el post, por si te sirve de ayuda para organizar tu propio viaje por el País Vasco Francés.

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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