Al atravesar las murallas de Dubrovnik no extrañaría nada cruzarse con un Lannister o ver un dragón sobrevolando el puerto. La teletransportación a Desembarco del Rey es tal que cualquier calle parece recordar a alguna escena de Juego de Tronos. Cuando superas ese estado de semi inconsciencia friki y asumes que no te vas a tropezar con ningún habitante de los Siete Reinos, puedes empezar a conocer a la ciudad que hay bajo el mito seriéfilo. Una ciudad bella, bellísima, con una ubicación perfecta a orillas de un mar tan tranquilo como turquesa. Una ciudad con un pasado, lejano y reciente, que hay que conocer. Una ciudad que invita a pasear, sobre todo al atardecer cuando los turistas se recogen a sus cruceros. Y es que en una caminata de pocos minutos puedes recorrerla prácticamente al completo: otra cosa es que las paradas para admirarla, fotografiarla y disfrutarla alarguen el placentero paseo.

Entrada a la ciudad amurallada de Dubrovnik por la Puerta Pile con vistas a la calle principal, Stradum

Entrada a la ciudad amurallada de Dubrovnik por la Puerta Pile con vistas a la calle principal, Stradum

Un poco de historia

Con apenas 50.000 habitantes, Dubrovnik es lo opuesto a una mega urbe. Y sin embargo, es la ciudad más conocida de Croacia, sin duda la más visitada y, por ende, la más cara (y no solo para los turistas, que también). La Perla del Adriático: el nombre le va que ni pintado, en todos los sentidos.

El nacimiento de Dubrovnik se remonta al siglo VII, cuando habitantes de otras poblaciones cercanas, huyendo de la guerra, se refugiaron en esta zona. Inicialmente se asentaron en dos núcleos diferenciados: uno, Ragusa, palabra de origen griego, era el islote rocoso en que se encuentra la ciudad amurallada actual; el otro, Dubrovnik, derivado del término croata dubrava (encina), estaba en tierra continental. Ambos se unieron en el siglo XII cuando se cubrió de tierra el canal que separaba Ragusa de tierra firme.

Por su ubicación, Dubrovnik era un importante puerto comercial, muy goloso para los vecinos venecianos, que la conquistaron en 1205 y la mantuvieron durante 150 años. En 1358 sin embargo se convirtió en la República de Ragusa y pese a su situación estratégica entre Imperios en guerra, lograron mantener su independencia y vivieron en paz durante siglos (¡ole sus diplomáticos!), lo que favoreció el crecimiento económico y artístico.

El Fuerte de San John, en uno de los extremos del puerto viejo, forma parte de las murallas de Dubrovnik

El Fuerte de San John, en uno de los extremos del puerto viejo, forma parte de las murallas de Dubrovnik

La mala suerte hizo que en 1667 sufrieran un devastador terremoto que arrasó con casi toda la ciudad y provocó la muerte de dos tercios de su población. Nunca lograron recuperarse de este golpe y a principios del XIX, Napoleón remató a la independiente República de Ragusa, que pasó a seguir el curso de la historia de Croacia.

En 1990, con la Guerra de los Balcanes, se convirtió en una ciudad sitiada y bombardeada numerosas veces, aunque no llegó a ser tomada. En el 2000 empezaron las labores de reconstrucción y hoy prácticamente todos los edificios están perfectamente restaurados.

Qué ver dentro de las murallas

La Puerta de Pile, parte de las murallas, es la entrada natural a la ciudad histórica, aunque no es la única. La Oficina de Turismo y los autobuses que vienen del aeropuerto se encuentran frente a ella, lo que favorece su frecuente uso. Protegida por la estatua de San Blas, presente en numerosas fachadas y puertas por toda la ciudad (por algo es el patrón de Dubrovnik), marca el inicio de la calle principial de Dubrovnik (que te hartarás de pasear arriba y abajo). El espacio entre la puerta exterior y la interior de Pile ha aparecido en escenas de Juego de Tronos.

San Blas es el patrón de la ciudad desde siglo el XVI y su fiesta se celebra el 3 de febrero. Todas las parroquias se reúnen en Dubrovnik en procesión, trayendo consigo las reliquias del santo. Antiguamente, los presos no peligrosos también podían participar de esta fiesta y a los expulsados les era permitido volver a la ciudad.

El Stradun o calle Placa es la arteria central de la ciudad. Construida en un blanco y reluciente mármol (que cada mañana riegan con mangueras para mantener su brillo), lleva de la Puerta de Pile a la Plaza Luza (otra por la que pasarás cientos de veces). De ella parten, perpendicularmente, todas las calles del centro. Está repleta de tiendas, restaurantes y turistas pero aún así, es preciosa.

La calle Placa o Stradum es la arteria principal de Dubrovnik: su característico empedrado de mármol blanco brilla de día y de noche

La calle Placa o Stradum es la arteria principal de Dubrovnik: su característico empedrado de mármol blanco brilla de día y de noche

Tras el gran terremoto, las autoridades reglaron la construcción de los edificios, hecho perfectamente apreciable en el Stradun. Todas debían ser casas de piedra, con una planta baja destinada a un negocio, una segunda planta con los dormitorios y la tercera y última, para la cocina: así en caso de incendio no ardería toda la casa. En este sentido, como los zapateros debían trabajar con fuego (en la planta primera por tanto), tenían prohibido beber vino para evitar posibles sustos. Por último, no se permitieron los balcones en las fachadas puesto que durante el seísmo provocaron muchas muertes al caer sobre la gente en la calle.

El primer edificio destacado nada más atravesar la Puerta de Pile es el Monasterio franciscano. En su interior, un claustro tranquilo, la tercera farmacia más antigua de Europa aún hoy en funcionamiento desde 1391 y un museo con objetos de la farmacia, reliquias y un proyectil original de la guerra balcánica en sus paredes.

Vistas desde el claustro en el interior del Monasterio Franciscano

Vistas desde el claustro en el interior del Monasterio Franciscano

En la Plaza Luza hay mucho que admirar de día y conciertos en las terrazas de noche. En ella se encuentran varias construcciones significativas. En primer lugar el Palacio Sponza, representante de la típica arquitectura que se estilaba en Dubrovnik antes del terremoto. Su fachada es como sacada de un cuento, una maravilla (pensar que todos los edificios debían ser así…). Hoy en día es el Archivo y se celebran bodas civiles.

Fachada del Palacio Sponza, junto a la Torre del Reloj

Fachada del Palacio Sponza, junto a la Torre del Reloj

A su lado se encuentra la Torre del Reloj (completamente restaurada pues se cayó con el gran sismo) y en frente, la Iglesia de San Blas, dedicada al patrón de la ciudad.

La Plaza Luza, al final del Stradum, con la Iglesia de San Blas, la Columna de Olrando, la Torre del Reloj y el Palacio Sponza

La Plaza Luza, al final del Stradum, con la Iglesia de San Blas, la Columna de Olrando, la Torre del Reloj y el Palacio Sponza

En la plaza Luza se encuentra la Columna de Orlando, construida en el siglo XV, con la figura de un caballero medieval. Aquí se leían los edictos oficiales y se celebran los juicios públicos. Lo más curioso es que la longitud del antebrazo de la estatua fue la unidad de medida oficial de la República: el codo de Dubrovnik, de 51,1 centímetros.

Columna de Orlando, de la que se toma la unidad de medida oficial: el codo de Dubrovnik

Columna de Orlando, de la que se toma la unidad de medida oficial: el codo de Dubrovnik

Atravesando un arco entre el Palacio Sponza y la Torre del Reloj se llega al puerto viejo, originario del siglo XV. Pequeño y coqueto, hoy en día solo alberga el tráfico de los pequeños botes de excursiones y tours: hay otro puerto mucho más grande, fuera del centro, en el que atracan los mega cruceros. Está resguardado por dos fortalezas: en un extremo el fuerte Revellín, en el otro el de San John. Antiguamente se cerraba el puerto extendiendo una cadena entre ambas. Hoy ya no hay astilleros ni grandes barcos, sino terrazas, restaurantes y puestos de empresas turísticas.

Si rebasas el puerto por el fuerte de San John, llegas a una zona de baño natural bajo la muralla. Son unas rocas situadas entre los muros y el Adriático donde puedes darte un refrescante baño y tomar el sol tumbado en la piedra. Imprescindible llevar cangrejeras porque la entrada y salida al mar pasa por pisar rocas resbaladizas.

Los recovecos rocosos de las murallas de Dubrovnik son playas improvisadas en las que tomar el sol y darse un chapuzón en el Adriático

Los recovecos rocosos de las murallas de Dubrovnik son playas improvisadas en las que tomar el sol y darse un chapuzón en el Adriático

En el extremo del puerto donde se ubica el fuerte Revellín (hoy sala de exposición arqueológica) se encuentra también otro de los accesos a la ciudad amurallada: la Puerta Ploce. Antes era la principal al llegar por ella las caravanas comerciales desde Oriente.

Artesana vendiendo sus bordados tradicionales junto a la Puerta de Ploce en Dubrovnik

Artesana vendiendo sus bordados tradicionales junto a la Puerta de Ploce en Dubrovnik

Siguiendo la calle a la derecha desde la Plaza Luza se llega al Palacio del Rector, hoy Museo de Historia Cultural. El edificio por fuera es también muy llamativo, pero el patio y aposentos interiores deben de ser merecedores de una visita, tanto por su valor arquitectónico como por haber representado a Quarth en Juego de Tronos (no pudimos entrar por estar en obras).

En el Palacio vivía el Rector de la ciudad, cargo que se cambiaba cada mes y que, entre otras cosas, era responsable de las llaves de la ciudad. Cada noche se cerraban las puertas de las murallas así como el puerto. Durante el período de rectoría, el elegido vivía solo aquí, sin su familia. El Gobierno de la República descansaba, primeramente, en el Consejo Mayor, formado por todos los nobles con un mínimo de 18 años. Éste decidía a su vez de entre sus miembros la composición del Consejo Menor: para formar parte de él debían tener mínimo 51 años de edad. La República de Ragusa destacó por su buen hacer político y tomó medidas muy adelantadas a su tiempo (prohibió la esclavitud en el siglo XV) y muy sabias (por ejemplo, el Consejo no podía reunirse ni tomar decisiones cuando soplaba yugo, viento del sur, al probarse que éste trastoca el ánimo de las personas).

Palacio del Rector a la izquierda y Catedral al fondo

Palacio del Rector a la izquierda y Catedral al fondo

Al final de la calle donde se ubica el Palacio del Rector se llega a la imponente Catedral de piedra blanca. Construida sobre una basílica del siglo VII, se amplió en el siglo XII con el dinero donado por Ricardo Corazón de León, en agradecimiento a la ciudad por haber sido salvado de un naufragio en la isla de Lokrum ubicada en la costa de Dubrovnik.

Frente al Palacio del Rector se accede a la Plaza Gunduliceva Poljana, donde cada mañana se monta un popular mercado local con productos de la zona. Hay también un supermercado moderno y varios restaurantes con terrazas. De la plaza suben unas escaleras, que imitan en su estilo a las de Plaza España de Roma, y que Juego de Tronos popularizó al rodar aquí la escena en que Cercei Lannister recorre su paseo de la vergüenza. Las escaleras conducen a la Plaza de los Jesuitas, donde se ubica la Iglesia de San Ignacio, en una ventajosa posición elevada sobre la ciudad.

Calles estrechas, con casas de piedra, flores y ropa tendida al sol, en el centro amurallado de Dubrovnik

Calles estrechas, con casas de piedra, flores y ropa tendida al sol, en el centro amurallado de Dubrovnik

Las murallas

No puedes marcharte de Dubrovnik sin caminar por sus murallas. Puede sonar a frase trillada pero es una verdad irrefutable. El paseo por ellas fue sin duda lo que más disfrutamos de nuestra visita a la ciudad. Las vistas del mar de tejados rojos en contraste con el mar azul Adriático dejan sin palabras.

Vistas de los característicos tejados rojos de Dubrovnik desde sus murallas

Vistas de los característicos tejados rojos de Dubrovnik desde sus murallas

Se empezaron a construir en el siglo IX pero se reforzaron en años posteriores, de modo que la mayoría de lo que vemos hoy es en realidad de los siglos XV- XVI. Su extensión es de 2 kilómetros, rodean completamente Dubrovnik y alcanzan hasta 25 metros de altura en su punto más elevado. El grosor de sus muros es mucho más consistente en la parte interior que en la que da al mar.

Se recorre en sentido contrario a las agujas del reloj. El paseo en sí lleva unas 2 horas mínimo, principalmente por las múltiples paradas que harás para admirar y fotografiar las panorámicas. Da el sol continuamente con lo que lleva agua y un gorro. Intenta llegar temprano por la mañana para evitar las hordas de cruceristas que invaden Dubrovnik a partir de las 11. Hay varios accesos: el que está junto a la Puerta de Pile es el más concurrido, mucho mejor opción es entrar por el ubicado en el puerto. La entrada cuesta 100 kunas, 13,5 euros (mejor invertidos, imposible).

Como apunte friki, señalar que diversos espacios de las murallas han sido también lugar de rodaje de Juego de Tronos, como la redonda Torre Minceta.

https://www.instagram.com/p/BUwJ-HCDFUu/

Qué ver fuera de las murallas

Saliendo por la Puerta de Pile, hacia el Oeste, se encuentra la Fortaleza Lovrijenac, que en realidad forma parte de las murallas y puede visitarse con el ticket que da acceso a éstas. Ha sido también parte de Juego de Tronos, transformada en la Fortaleza Roja. Las vistas desde este fuerte son preciosas y el camino que bordea la costa desde la murallas hasta él, atravesando un bosque de pinos, supone un bonito paseo.

Lovrijenac era decisivo en la defensa de Dubrovnik. Tanto es así que su regidor cambiaba cada 30 días para evitar que pudiese llegar a amotinarse. Del mismo modo, los muros que dan al mar son mucho más altos y gruesos (hasta 12 metros) que los del lado de la ciudad (apenas 60 centímetros de espesor): de este modo si la guardia de este fuerte se revelaba, los cañones desde la ciudad podían fácilmente derribar sus muros.

La isla Lokrum es la que se divisa desde la parte marítima de Dubrovnik; se llega en barco desde el puerto viejo (110 kunas, 15 euros) o en kayak desde las playas junto a la Puerta de Pile. Hay 2 razones para visitarla, en nuestra opinión. Una, si te has cansado de caminar sobre el suelo empedrado de la ciudad amurallada y te apetece un paseo en la naturaleza, entre olivos, encinas y otros árboles. Y dos, si eres fan de Juego de Tronos y quieres conocer el Centro de Visitantes que HBO ha construido aquí, con información sobre el rodaje de la serie, videos e incluso una réplica del Trono de Hierro para que puedas sentirte como el Rey de los Siete Reinos.

Cuando comience a atardecer, debes subir en el Teleférico (100 kunas, 13,5 euros) hasta el monte Srd. Desde sus 405 metros de altura tendrás una estupenda vista de Dubrovnik, la isla Lokrum, el Adriático y las islas Elafiti. Si tienes coche, puedes ahorrarte el teleférico y conducir por tu cuenta por la carretera que lleva al mismo punto. Sea como sea, te llevarás un atardecer inolvidable para el recuerdo.

Atardecer sobre el Adriático y las islas Elafiti, desde el monte Srd al que subimos en el teleférico de Dubrovnik

Atardecer sobre el Adriático y las islas Elafiti, desde el monte Srd al que subimos en el teleférico de Dubrovnik

Sin salir de Dubrovnik también puedes disfrutar de bellas playas. Como en toda Croacia, son de guijarros o piedra. La más popular es la de Banje, a un paseo de unos 20 minutos desde la Puerta de Ploce. No podemos negar que era amplia y contaba con todos los servicios playeros típicos (bares, restaurantes, hamacas, etc.), pero a nosotros nos gustó más la pequeña y resguardada playa Suluci, ubicada bajo el fuerte Lovrijenac. Y como comentábamos antes, la opción de bañarse desde el exterior de la muralla es también muy apetecible.

La pequeña y recogida playa Suluci, junto a la fortaleza Lovrijenac

La pequeña y recogida playa Suluci, junto a la fortaleza Lovrijenac

Por último, desde Dubrovnik es posible partir en numerosos ferrys y barcos a conocer las islas cercanas, Elefati, Mljet, o incluso las más alejadas, como Brac o Hvar. O hacer un paseo en lancha al atardecer, por ejemplo. Nosotros no probamos ninguno, puesto que desde aquí partimos en coche a recorrer el resto de Croacia. Pero en las inmediaciones del puerto viejo encontrarás muchas empresas que realizan este tipo de cruceros.

Datos prácticos

En nuestra guía completa de Croacia ya te explicamos que en Dubrovnik nos alojamos en 2 apartamentos diferentes: uno dentro de la ciudad amurallada y otro, en el exterior. Recomendamos éste por ser más amplio y barato y por estar en realidad a solo un corto paseo del centro: Deranja

Los faroles son la seña de identidad de los comercios en Dubrovnik: cada bar, restaurante o tienda tiene el suyo, con su nombre o logo

Los faroles son la seña de identidad de los comercios en Dubrovnik: cada bar, restaurante o tienda tiene el suyo, con su nombre o logo

Encontrar un buen restaurante a un precio razonable es complicado en una ciudad tan turística: de los que probamos, nos quedamos con Konoba Jezuite, frente a la Iglesia de San Ignacio. Y aunque no es económico precisamente, no deberías perderte tomar algo en el famoso Bar Buza: su terraza está literalmente en la roca de la muralla con unas relajantes vistas del Adriático. También puedes unirte a un tour gastronómico por Dubrovnik.

Como siempre, te dejamos nuestro mapa con todas las direcciones de los lugares mencionados en el post, ¡para que no te pierdas!

Nuestro agradecimiento a la Oficina de Turismo de Dubrovnik que nos invitó a un fantástico tour en que conocimos muchísimas curiosidades y anécdotas sobre la ciudad, así cómo nos facilitó entradas a los principales monumentos de la ciudad.

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

8 Comment on “Dos días en Dubrovnik, dos días en Desembarco del Rey

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