Ya os hemos hablado en el blog de nuestro enamoramiento con Portugal y hemos escrito posts sobre muchos de sus lugares: Oporto, Aveiro, Évora, Estoril, Cascais… ¡Pero nos faltaba la capital del país luso! Y no es que no la conozcamos (4 veces he estado yo, 3 Diego y ambos repetiríamos mañana mismo): desde Madrid siempre es fácil encontrar vuelos low cost para visitar Lisboa e incluso plantearse un road trip en coche es una buena opción.
Lisboa es un destino muy habitual para los españoles, hay montones de posts sobre qué hacer, qué ver o dónde comer, así que en vez de hacer una guía más al uso, este post intenta mostrar una visión más particular… Aquí no vamos a decirte que visites la Plaza de Comercio, el Castillo de de San Jorge, el Elevedor de Santa Justa, el barrio de Belém o la vía Augusta (damos por hecho que lo harás). Así que ¡allá van nuestras recomendaciones personales e intransferibles!
Empezamos con lo básico: el alojamiento. En pocos sitios tan buenos, bonitos y baratos como este hostal nos hemos quedado. Está bien cuidado, limpio, con habitaciones amplias y situado en la centralísima Plaza Figueira, con lo que sobra decir que estarás perfectamente ubicado para desplazarte a todos los lugares de interés.
Más alejado del centro que el anterior, pero frente al imponente edificio de la Asamblea de la República, este alojamiento está nuevito y reluciente, las habitaciones son preciosas, decoradas con muy buen gusto y el dueño es tan simpático y agradable que solo por conocerle merece la pena la estancia.
Lisboa es conocida por sus bonitos miradores: los más conocidos son los del elevador de Santa Justa, Santa Lucía, San Pedro de Alcántara o el Castillo (todos ellos recomendables). Sin embargo, merece la pena acercarse al menos turístico barrio de Gracia y a su mirador, con una de las vistas más amplias sobre el centro de la ciudad y el puente 25 de abril. Muy cerca está otro mirador, el da Senhora do Monte, poco transitado por turistas ya que está muy escondido, pero con una estupenda panorámica de 180º sobre Lisboa.
Seguimos con la ruta de miradores: éste, en el barrio de Santa Caterina, ofrece unas vistas diferentes, a una parte menos conocida de la ciudad. Lo reconocerás por la gran estatua blanca que lo ocupa: Adamastor, un gigante mitológico que preside la amplia explanada con espacios verdes y escaleras para sentarse. Hay además un moderno bar (Noobai) y un kiosco con mesas para desayunar frente a la panorámica.
En el número 103 de esta pequeña calle junto a la Plaza de Camoes, en una antigua tienda de ultramarinos, se encuentra este pequeñísimo restaurante (apenas 10 mesas) con menú cerrado diario, sin carta, visible en una pizarra. Una gestión tradicional, por tanto, pero con unos platos tradicionales portugueses de nivel y a buen precio que atraen a más clientes de los que pueden atender. Además, no se puede reservar. Lo recomendable es que vayas o muy pronto o muy tarde o te tocará esperar en la calle a que una mesa quede liberada. La carta de vinos es también interesante. Comimos un arroz con bacalo para dos por 24 euros con el que podríamos haber comido cuatro personas.
En la Rua Barata Salgueiro, junto a Avenida da Liberdade, es toda una sorpresa para los viajeros cinéfilos. El edificio en sí es ya bonito y además de poder ver películas (obvio), alberga una interesante exposición sobre la historia del cine en Portugal (con cámaras, linternas mágicas, zootropos y demás artilugios con los que jugar), una librería y una cafetería, ’39 Degraus’, en honor a la peli «39 Escalones» de Hitchcock, muy agradable, con carteles muy curiosos (incluida Marisol) y con una terraza donde a veces puedes ver una peli mientras te tomas tu café.
Este bar / restaurante /mirador / escuela de circo es un lugar inclasificable (en España nunca hemos visto nada parecido). Consiste en una especie de centro cultural donde se adiestra a jóvenes de toda Europa en las artes circenses, pero a la vez cuenta con un bar (el Bartô), un restaurante y una terraza con estupendas vistas del centro y el río Tajo (no en vano está ubicado en la calle de subida al Castillo). Suele estar bastante animado, sobre todo en las noches de jueves a domingo, y aunque la comida no es nada del otro mundo, ver lo curioso del lugar y tomarse una cerveza en la terraza merece mucho la pena.
El Barrio Alto es la zona para salir de noche en Lisboa por excelencia. Hay montones de bares repartidos por las empedradas y empinadas calles que lo conforman. Y además, de estos, al sur está delimitado por la señorial Plaza Camoes, al norte encuentras el mirador de San Pedro de Alcántara con sus estupendas vistas y al este, el elevador da Gloria, repleto de murales que admirar.
Este antigua área señorial de palacios antes abandonados junto al Barrio Alto se ha convertido en la penúltima zona de moda de Lisboa. Tiendas vintage, restaurantes internacionales, bares originales y galerías de arte son prueba de ello. Pero sobre todo la Embaixada: un centro comercial en un palacio del siglo XIX con establecimientos y productos portugueses (nosotros no pudimos ir pero nos lo recomendaron así que te trasladamos el consejo).
Precisamente en la calle limítrofe entre el Barrio Alto y Príncipe Real se encuentra este curiosísimo e indescriptible bar. Está en un edificio de 1900, tras una puerta roja, sin cartel identificativo y cerrada, que solo se abrirá si llamas al sonoro timbre. Tras superar esta prueba, te aguardan 4 salas con una decoración a cual más loca, llenas de estatuas, figuras, alfombras, cuadros, adornos… Hasta culminar en la sala final con un par de mesas de billar. Los precios no son baratos precisamente, pero la bizarrez de lugar los justifica.
Aunque la tradición dicta pasar por Belem para probar los pasteles de nata (no en vano se inventaron allí), esta pastelería junto a la Plaza Camoes presume de vender “probablemente el mejor pastel de nata del mundo”. La encontramos por casualidad, guiados por las largas colas en su puerta que veíamos cada vez que pasábamos por delante. Finalmente lo probamos, a la vista de su popularidad, y damos fe de que está delicioso.
Desde 2014 el espacio central del Mercado da Ribeira, en la zona de Cais do Sodré, lo ocupan 35 puestos de comida y bebida bajo la marca de medios y entretenimiento Time Out. La oferta incluye lo principal de la gastronomía lusa en todos sus ámbitos: quesos, pescados, marisco, vinos, dulces… ¡Y menudo ambientazo! También hacen eventos y performances según la ocasión (nosotros vimos uno navideño). El resto del edificio mantiene los puestos de mercado más tradicionales.
El street art ha tomado (literalemente) las calles de Lisboa. Aunque hay muchos tours y rutas para descubrirlo, la realidad es que basta con pasear por la ciudad para encontrase algunas de sus mejores muestras. Así, sin buscarlo, nos encontramos con la vía por la que circula el elevador da Gloria y que acoge “graffitis legales”: es uno de los espacios gestionado por el Ayuntamiento lisboeta para que los artistas callejeros puedan expresarse. Hay muchos más por toda la ciudad (consulta la web de GAU para conocerlos)
Crono Project, en la céntrica Avenida Fontes Pereira de Melo, ha llenado de color unos edificios abandonados de la mano de los artistas Blu SAM3 y Gémeos. Podrás verlos directamente desde las ventanillas del AeroBus en tu trayecto del aeropuerto a la ciudad.
Bordalo II es el street artist lisboeta más famoso y en su ciudad natal ha dejado numerosas muestras de su arte, consistente en realizar grandes figuras de animales con basura. “Raposa em Lixo” es una de ellas y está en la Avenida 24 de julio (muy cerca del Time Out Market).
Aunque podría estar en la categoría anterior, porque este sitio está repleto de murales y expresiones artísticas a cada paso (incluyendo otra de Bordalo II), Lx Factory se merece un punto y parte al haberse convertido en uno de los imprescindibles de Lisboa en tan solo unos pocos años. En un antiguo recinto industrial del barrio de Alcántara, a la sombra del puente 25 de abril, se encuentra este moderno mercado con más de 50 restaurantes, tiendas, terrazas, galerías de arte y casi todo lo que te puedas imaginar.
Aunque cada rincón tiene algo de especial y da para un par de horas al menos de paseo, no te puedes perder, en nuestra opinión, la librería Ler Devagar (seguro que has visto alguna foto en Instagram) y la terraza del gastrobar Río Maravilha con su estatua de una mujer con los brazos en cruz, justo frente a la estatua en la misma posición del Cristo Rey.
En esta estrecha y escondida calle de subida al barrio de Mouraría, donde se ubica el más visible Castillo de San Jorge, encuentras uno de los homenajes “de barrio” más bonitos que hemos visto. Fotografías en blanco y negro de los vecinos, reveladas directamente sobre la pared o sobre maderas colgadas en ésta, con sus nombres y sus historias. Son obra de la fotógrafa Camila Watson que empezó este bonito proyecto en 2009 y lo sigue haciendo crecer con nuevos retratos. Si esto no es arte en la calle…
El +1 del título del post es para este sitio que no está realmente en Lisboa. Pero si pasas varios días en la ciudad, hacer una excursión por sus alrededores es buena idea: Estoril, Cascais o el Cabo da Roca están a tiro de piedra. Sintra también, como te contamos en este post más detallado, y es un precioso pueblo lleno de palacios en medio de un parque natural. Aunque su atracción más célebre es el Palacio da Pena, nuestra recomendación allí es otra: la Quinta da Regaleira, menos conocida y visitada (aunque en los últimos años su fama ha ido subiendo). Es un lugar surrealista, de esos que no olvidas tras verlo, lleno de símbolos. El gigantesco jardín que rodea al palacio gótico alberga torres, fuentes, túneles, estatuas y un ‘pozo iniciático’ de 27 metros de profundidad. Como un parque de atracciones esotérico.
¿Qué te parece nuestra lista? ¿Añadirías algo más? ¡Cuéntanos para incluirlo en nuestra próxima visita a Lisboa!
Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0
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6 Comment on “15 + 1 recomendaciones (personales) para Lisboa”