¿Una semana es suficiente para recorrer los 200 kilómetros de costa que comprende el Algarve? Sí, desde luego. Pero es claramente insuficiente para dejarte con la sensación de haberlo conocido a fondo. Y es que 200 kilómetros pueden no parecer una gran distancia, pero si los llenas de playas preciosas, acantilados impresionantes, islas casi desiertas y pueblos encantadores, se hacen muy difíciles de abarcar. Para lo que sí son suficientes 7 días es para enamorarse de esta región de Portugal.
A pesar de la imposibilidad de abarcarlo todo, decidimos dividir nuestra semana fantástica por la costa más sur portuguesa de tal modo que dedicásemos un tercio del tiempo a cada una de las 3 áreas del Algarve: 2 noches en Faro para conocer la parte oriental, 2 noches más en Carvoeiro para recorrer el centro y 2 noches finales en Lagos para descubrir lo más occidental.
Pero antes de meternos en harina viajera con el detalle del itinerario que seguimos, una rápida introducción histórica. El nombre del Algarve procede del árabe “al-Garb” que significa literalmente “al Occidente”, referido a su siuación geográfica, al oeste del reino Al -Andalus, durante la ocupación musulmana. Tras la Reconquista pasó a pertenecer a Portugal. No fue un reino excesivamente destacado dentro del territorio luso hasta el siglo XX, cuando cobró gran importancia debido a la industria pesquera y conservera, primero, y a la turística, después. A ello han contribuido su clima caluroso y suave todo el año, con muchas horas de sol, y su bella costa caracterizada por cuevas y grutas en la roca caliza, especialmente en la parte más occidental.
Y nosotros que hemos estado en Lisboa 3 veces, en Oporto otras 3, en Coimbra, en Aveiro, en Évora, en Nazaré... Vamos, que estamos por pedir la nacionalidad portuguesa, nosotros, resulta que aún no conocíamos el Algarve. Y si ya antes de este viaje éramos unos enamorados de Portugal, ahora habremos escalado a la categoría de fanáticos.
Cruzamos la frontera desde la Costa de la Luz en Huelva y nuestra primera parada fue Cancela Velha, un pueblo tan pequeño como encantador con unas vistas alucinantes sobre el que sería el paisaje fundamental de esta primera parte del itinerario por el Algarve: la ría Formosa.
Este Parque Natural, considerado una de las 7 Maravillas Naturales de Portugal, conforma un humedal único con islas, penínsulas, dunas y marismas, que cambian constantemente debido al continuo movimiento de los vientos y las mareas. Ocupa una gran superfice (18.000 hectáreas) repartida entre Tavira, Loulé, Olhao, Faro y Vila Real de Santo Antonio. Hay salidas frecuentes en barco desde todas las ciudades antes mencionadas para recorrer los distintos sectores del parque y diversas modalidades: ferries, excursiones organizadas, visitas a islas concretas, etc. Desde el mirador de Cancela Velha tuvimos una primera toma de contacto con esta ría Formosa que recorreríamos mejor al día siguiente y a la que le hemos dedicado un post completo aquí.
En Tavira pasamos un par de horas que nos supieron a muy poco, recorriendo las calles blancas de su centro histórico y los restos de sus antiguas murallas. Nos acercamos también a Santa Lucía, un barrio pescador famoso por sus capturas de pulpo, y a la playa de Barril con su icónico cementerio de anclas.
Más hacia el interior, a 10 kilómetros de Faro, se encuentra el Palacio de Estoi, una construcción de estilo rococó del siglo XVIII, rodeada de jardines de estilo francés y famosa por su belleza (y por Instagram, todo sea dicho). Es una “pousada” (algo así como el equivalente portugués a la cadena española de Paradores): solo si te alojas en ella pueden entrar a su interior, pero los jardines sí permiten el acceso público (aunque nosotros también los encontramos cerrados).
Siguiente parada: Olhao, el puerto pesquero más importante del Algarve. Paseamos por la parte antigua más próxima a éste y nos gustaron sobre todo los murales homenajeando a su industria pesquera y conservera precisamente. Llegamos al final de la tarde a Faro, donde nos alojaríamos dos noches, sin tiempo para nada más que ver atardecer sobre la Marina.
Diego ya conocía el Hotel Faro & Beach Club porque se había alojado allí por trabajo y no dudó en repetir yendo por viaje de placer (después de alojarme en él yo también, no me extraña). Nuestra habitación era del tamaño justo, práctica, pero claramente mejorada por una pequeña terraza con vistas al centro histórico. Desgraciadamente no nos dio tiempo a hacer uso de todos los servicios del hotel (incluyendo una playa privada a la que te llevan y te traen en bus) pero el desayuno y los cócteles en la terraza lo compensaron. Si no duermes en él, por favor, no dejes de subir a su azotea para disfrutar de la vista sobre la Marina y la ría Formosa.
Faro es la capital del Algarve y la puerta de entrada para todos los que llegan en avión a esta región (ingleses fundamentalmente). Muchos viajeros apenas paran en ella más allá de su aeropuerto, pero a nosotros nos resultó muy agradable.
La excursión ineludible desde Faro es sin duda la ría Formosa y no nos resistimos a hacerla. Optamos por la libertad de movernos entre las islas Deserta y Culata durante todo un día, con las lanchas de la empresa Animaris: puedes cogerlas a tu antojo y plantearte tu propio itinerario así como decidir cuánto tiempo pasar en cada parada. Invertimos la mayoría del nuestro en la interminable playa de la isla Deserta: kilómetros de arenal en los que no es difícil sentirte solo frente al océano.
De vuelta en Faro paseamos por su centro histórico, la Cidade Velha, que nos sorprendió para bien: puedes ver los restos de la muralla, la Catedral gótica, el Palacio episcopal, algún que otro edificio señorial bien conservado y sobre todo pasear por sus bonitas calles empedradas que te hacen olvidar por completo que estás en una ciudad. Cenamos en el estupendo restaurante Vila A Dentro una cataplana, como manda la tradición culinaria local.
Pescado y marisco componen la gastronomía básica del Algarve pero si hay un plato que destaca por encima de todos es la cataplana. Su nombre deriva directamente del recipiente que se usa para cocinarla: una cazuela metálica formada por dos cavidades redondas que se cierra sobre sí misma y con la que se cocina al vapor, muy similar al tajín árabe. En su interior se colocan los alimentos crudos (pescados, almejas, pulpo, verduras, incluso carne) que se cocinan a fuego lento y se sirven en mesa dentro de la propia cataplana.
Si la primera parte del viaje había sido tranquila y solitaria, sin encontrarnos con demasiados turistas, el itinerario central y occidental se tornaron en todo lo contrario. Nuestra tercera noche en el Algarve dormíamos en Carvoeiro, pero desde Faro hasta allí, teníamos muchas paradas intermedias. La primera fue Albufeira.
El que fuera un pequeño pueblo pesquero se ha convertido en una de las principales poblaciones turísticas de la costa del Algarve. Alburfeira es considerablemente grande, aunque su centro histórico original es más bien pequeño. Su ocio nocturno es popular en la zona, con numerosos bares y discotecas (esto no pudimos comprobarlo). Su playa es alargada, bordeada por altas paredes rocosas sobre las que se suceden las casas y hoteles, y abarrotada de gente en verano. También desde Albufeira puedes unirte a un tour enoturístico por las bodegas de la zona.
El primer baño del día nos lo dimos en la playa de Sao Rafael, a 4 kilómetros de Albufeira (imprescindible coche para llegar). Está rodeada de rocas de tonalidades ocres y rojizas que forman cuevas, túneles y peñascos en medio de la orilla. Después nos detuvimos en la Iglesia de Nossa Senhora da Rocha, ubicada en un acantilado entre dos playas: Praia Nova y Praia Senhora da Rocha. Las vistas hacia ambas son espectaculares.
Y por fin llegamos a Carvoeiro, donde nos alojaríamos las dos noches siguientes. Desde nuestro hotel se accedía fácilmente al camino de Algar Seco: una pasarela de madera que lleva hasta el propio pueblo de Carvoeiro. Un paseo sencillo pero con recompensa grande: las vistas de la costa merecen mucho la pena, más al atardecer.
En Carvoeiro pudimos ver su playa urbana, con fama de ser una de las más bellas de la zona, aunque bastante llena. Bordeando ésta y continuando un poco la caminata, llegamos a la playa Paraíso: más salvaje, sin nintún tipo de servicio pero, en nuestra opinión, con mucho más encanto.
¡Qué 2 días maravillosos pasamos en el Hotel Tívoli Carvoeiro! Un alojamiento de lujo en todos los sentidos para el que conseguimos el mejor precio posible con Central de Reservas. Su ubicación, justo sobre la pequeña playa de Vale de Covo y el acantilado limítrofe, es espectacular. Cuenta con todo tipo de servicios: varios restaurantes, gimnasio, piscinas cubierta y descubierta, club de buceo, zonas comunes cuidadísimas, sky bar, aparcamiento… Todo lo que podamos decir se queda corto.
Durante nuestro viaje por Algarve el estado de la mar no nos acompañó: sumamente revuelta, se cancelaron las salidas en kayak y muchas otras excursiones en barco. Por ello tuvimos que centrarnos en actividades por tierra cuando generalmente las marinas son las más frecuentes. No obstante, si hay una que no debes dejar de hacer es la ruta más icónica de esta región: el Percurso dos Sete Vales Suspensos, que te contamos con detalle en este post.
Este recorrido a pie de unos 11 kilómetros ida y vuelta une las playas Vale Centenares y Marina atravesando cuevas (o algares), acantilados, calas, playas y los 7 Valles Colgantes que dan nombre al sendero. No hay palabras para describir la belleza de esta ruta y de sus vistas. Los dos puntos culminantes de la misma probablemente sean ver la famosísima cueva de Benagil desde arriba, desde su cavidad superior, y disfrutar de la playa de Marina, una de las más bellas de Europa.
El trekking nos llevó todo el día, pero llegamos a tiempo de ver atardecer desde el inicio del camino de Algar Seco, justo sobre un famoso restaurante enclavado entre las rocas, Boneca Bar, para el que es imprescindible reservar (no lo hicimos y así nos quedamos fuera).
Nuevo día de traslado, de Carvoeiro a Lagos, y nuevamente con varias visitas en el trayecto. La Ponta Joao de Arens es un cabo rocoso situado entre Portimao y Alvor que alberga entre sus acantilados una de las playas que más nos gustó del Algarve. No cuenta con ningún servicio, cuando sube la marea apenas queda orilla y su acceso es complicado, bajando por un camino de tierra entre las cárcavas que bordean la costa, pero es solitaria, virgen, tranquilísima y muy bella.
Cerca se encuentra la Praia dos Tres Irmaos, del mismo estilo que Joao de Arens: de hecho, su nombre, “playa de los 3 hermanos” se debe a 3 grandes formaciones rocosas que hay en su orilla y que, según la leyenda, son 3 hermanos pescadores que quedaron petrificados una noche de tormenta.
Y llegamos a Lagos, el último hito de nuestro itinerario por el Algarve. Dudamos mucho si alojarnos aquí, porque su fama de ciudad muy turística la precede, pero a la postre nos alegramos, sobre todo por la comodidad de poder ir caminando desde el hotel hasta algunas de las playas más bonitas de todo el Algarve.
Nuestra primera tarde en Lagos recorrimos su centro histórico: bonito, mucho más de lo que esperábamos. No está a la altura de Tavira (en nuestra opinión, la ciudad más bella que visitamos) pero es realmente agradable. Calles empedradas, fachadas blancas, iglesias barrocas, una muralla árabe, una fortaleza medieval y muchísimos restaurantes. Cenamos en uno de ellos, totalmente elegido al azar, y dio buen resultado: Cantinho Algarvio. Los bares de la Marina (el puerto) también nos parecieron sumamente divertidos, algunos incluso con música en directo.
La oferta de alojamientos en Lagos es amplísima, probablemente la localidad con más opciones del Algarve. ¿Por qué escogimos el Lagos Avenida Hotel? Porque es un hotel super moderno, con una decoración cuidada hasta el último detalle; porque su céntrica ubicación frente al puerto permite conocer Lagos y sus playas cómodamente; porque tiene servicio de parking, importante cuando viajas en coche; por su piscina increíble en la azotea con vistas aún más increíbles; y por su restaurante, famoso en la ciudad, que tuvimos la suerte de probar y constatar el por qué de su popularidad. No es la opción más barata de Lagos, pero desde luego vale cada euro.
La mañana de nuestro último día completo en el Algarve la dedicamos a la impresionante costa de Lagos. Cogimos un trenecito turístico a Ponta da Piedade: este transporte hace hasta 7 paradas que incluyen un par en el centro de Lagos y las famosas playas de Doña Ana y Mia Praia por 3,5€ el ticket. También es factible llegar caminando en unos 45 minutos.
Ponta da Piedade es probablemente el punto más icónico del Algarve: los acantilados, cuevas y formaciones calizas de este cabo azotadas por el viento y el océano son realmente impresionantes. Desde la parte superior hay muchos senderos y miradores a los que asomarte para contemplarla desde distintas perspectivas. También es frecuente recorrerla desde el agua, en kayak o barco, pero no pudimos hacerlo por el mal estado del mar. Como paso intermedio, puedes bajar una escalera de 180 escalones para llegar a la base de las rocas.
Desde Ponta de Piedade regresamos andando hasta Lagos disfrutando de las vistas y parando entre medias en 3 maravillosas playas, por este orden: Camilo, Doña Ana y Estudiantes. Doña Ana es la más amplia y preparada, con mayor oferta de servicios, y con fama de ser la más bella. Camilo es similar a Doña Ana, pero más pequeña, con acantilados más irregulares y con menos instalaciones. Estudiantes está a dos pasos del centro de Lagos, al lado prácticamente del Fuerte, solo se puede llegar a través de un túnel desde otra playa aledaña (la de Batata) y lo que más destaca es la vista de un puente de piedra construido hacia uno de los peñascos de la costa.
Por la tarde nos desplazamos en coche hasta Sagres con dos claro objetivos: visitar la Fortaleza y ver atardecer desde el Cabo San Vicente. El Fuerte ocupa una extensión sorprendentemente grande y, además de la construcción militar en sí, comprende una Iglesia, un Museo, el Faro, una rosa de los vientos… La entrada cuesta 3 euros, recorrerlo lleva tranquilamente una hora y, por supuesto, destacan las vistas de la costa y del cabo San Vicente. Lo habitual es desplazarte hasta éste para disfrutar de la caída de sol así que encontramos muchos turistas allí a esa hora. Hay un puesto de comida ambulante para poder cenar además mientras ves el espectáculo natural.
La última mañana en el Algarve, antes de emprender el regreso hacia España, era nuestra última oportunidad para visitar la célebre cueva de Benagil (te lo contamos con más detalle en este post). El mar nos dio un poco de tregua y pudimos salir en kayak, aunque con un itinerario más reducido del habitual y con menos paradas, debido a la dificultad para entrar y salir con la canoa dado el fuerte oleaje. Desde la playa de Benagil salimos a las 10 de la mañana con una pequeña empresa local en un reducido grupo de unas 10 personas y con varios guías (pagamos 30 euros cada uno, 2 horas).
La cueva de Benagil se ha convertido en uno de los lugares más visitados del Algarve por su belleza: un “algar” (el término de origen árabe que se usaba para denominar a este tipo de grutas) en la roca con dos entradas al mar y con un agujero superior a modo de cúpula (el que se puede ver en la ruta de los 7 Valles Colgantes que os contábamos antes). Está literalmente al lado de la playa de Benagil, con lo que es factible llegar a nado desde ésta, siempre asegurándose de que el mar esté en calma. En caso contrario, lo más habitual es hacerlo en kayak, si quieres poder acceder a la cueva y estar en ella, o en barco, si te conformas con verla desde la entrada. Personalmente nos pareció que había tantas personas, tantas embarcaciones y tanto ajetreo que casi preferimos ver la cueva desde arriba cuando hicimos la caminata.
¡Y ésta fue nuestra semana fantástica en el Algarve! A pesar de que quedamos satisfechos con todo lo que vimos y recorrimos, somos conscientes de que nos quedó mucho pendiente (Portimao, Ferragudo, Silves…) y, a la postre, a otros sitios que sí visitamos le habríamos dedicado mucho más tiempo. Por tanto… ¡tendremos que volver! ¿Alguna recomendación para cuando lo hagamos? 😉
Todo un placer recordar los fantásticos rincones del Algarve. Siempre recurríamos a los blogs para obtener toda la información posible para preparar nuestros viajes a lugares desconocidos , pero ahora descubrimos el placer de leer blog de viajes a sitios que en los que ya hemos estado para recordarlos y añorar volver. Hasta que volvamos a poder viajar seguros, nos queda el consuelo de compartir nuestras experiencias viajeras en los blogs. Gracias por compartir, muy buenos tus relatos. Saludos
Muchas gracias por tu comentario! Efectivamente ahora mismo solo nos queda viajar con los recuerdos y con lo sueños. Esperemos que pronto podamos volver a viajar con la mochila al hombro 😉 Un abrazo!
Hola, estamos planeando un viaje al Algarve. En que fechas hicisteis el vuestro? No lo hemos sabido ver. Muchas gracias
Hola Marta. Fuimos a principios de septiembre de 2020, la primera semana. Un saludo y gracias por leernos!