Desde que conozco a Diego siempre me ha hablado maravillas de su infancia esquiando en el Valle de Arán, de lo bien que sentaba una olla aranesa rodeado de nieve, de lo bonitos que eran esos pueblos con tejados de pizarra… ¡Me lo había puesto por las nubes! Y sin embargo, casi 8 años de oír estas historias me llevó llegar a conocer esta zona de los Pirineos leridanos. Por fin podía comprobar si, como temía, su yo infantil había convertido su recuerdo del Valle de Arán en casi un sueño irreal… ¡Pero me equivoqué!
¡Qué maravilla! Sin ninguna duda, uno de los lugares más bonitos que he visto nunca. El principio (tímido) de la primavera con el telón de fondo de los Pirineos nevados era la puesta en escena perfecta para descubrir estos paisajes y estos pueblos. Yo no sé esquiar, así que siempre me he resistido a ir a este tipo de destinos pues temía no tener nada que hacer (la estación de Baqueira – Beret es el objetivo de casi todos los visitantes del Valle de Arán). Nada más lejos de la realidad: ¡hay muchísimas opciones tanto en invierno como en verano!
De hecho, mi mayor pena fue que, al haber aún bastante nieve, no pudimos realizar ningún trekking de montaña, ¡tendremos que volver con buen tiempo para ello! En cualquier caso, pásate por una Oficina de Turismo (la de Vielha sea probablemente la más indicada) o por su web e infórmate de todas las alternativas.
Como el esquí no era nuestro objetivo principal, preferimos alejarnos de los hoteles a pie de pista y quedarnos cerca de los principales núcleos de población (Vielha y Artíes). El elegido fue Hotel Ço di Pierra en Betrén, que es en realidad una pedanía de Vielha: íbamos y veníamos andando desde la ciudad.
Durante nuestro #viaje por #ValleDeAran nos estamos alojando en el Hotel Ço de Pierra en Betren a dos pasos de #Vielha Es un lugar pequeño, familiar y con un estilo rústico que nos ha enamorado. Te gustan estos detalles? #valdaran #valdaranphotos pic.twitter.com/oArQ1bwOFt
— Vagamundos Viajeros (@VagamundosViaje) March 30, 2018
Es un alojamiento pequeño, familiar (9 habitaciones) en una casa tradicional: paredes de piedra, tejado de pizarra, decoración rústica con montones de detalles… ¡Nos encantó! Una casa para quedarse a vivir. El desayuno quizá flojeaba un poco, pero la tranquilidad y comodidad de la habitación (de gran tamaño) lo compensaba.
El invierno tardío de este año hizo que, aún yendo en Semana Santa, la nieve fuese la protagonista en la alta montaña leridana. Las opciones en cualquier caso eran amplias: road trip de pueblo en pueblo (a cual más bonito), visitas culturales por las iglesias románicas de la zona, excursiones para todos los gustos (con raquetas, con trineo de perros, en moto de nieve, haciendo esquí de fondo, etc.), salidas gastronómicas... Al final, hicimos un poco de todo, pero éste es el resumen.
Vielha. Al alojarnos en Betrén, Vielha fue nuestro centro de operaciones. Es la capital del Valle de Arán, pero es tan pequeña como encantadora. Por ambos motivos, nos la paseamos de arriba abajo. La plaza donde se ubica la Iglesia de Miquèu y las calles colindantes con el río Garona que atraviesa la ciudad son los principales lugares a recorrer (y donde encontrarás también la mayor concentración de bares y restaurantes). Dada la proximidad a sus pedanías (Gausach, Betrén, Casau) es posible acceder a ellas a pie: es un corto camino y merece la pena acercarse a las románicas iglesias de San Martín de Gausach y Sant Esteu de Betrén.
Artíes. La segunda ciudad en tamaño e importancia en el Valle de Arán, tiene fama de ser la más bonita y lo suscribimos. Rodeada de montañas y, nuevamente, con el Garona atravesándola, es como sacada de un cuento. Su románica Iglesia de Santa María es el edificio más icónico, pero el del Parador u otras casas que encuentras paseando por ella no se quedan atrás. Sentarte en su plaza principal, con monumento incluido a la vaca “Bruna de los Pirineos” (variedad autóctona de la zona), es imprescindible.
Bossòst. Y siguiendo el cauce del Garona hasta casi llegar a Francia se encuentra este bonito pueblo con una de las principales representantes del románico aranés, la Iglesia dera Mair de Diu dera Purificacion. En Bossòst también hay 7 capillas que sus habitantes construyeron en el siglo XIX para protegerse de la peste.
Vilac. Un municipio precioso, pequeño, como labrado en la ladera de la montaña. Aún conserva casas con artesonados y balcones tradicionales. Desde la plaza donde está la Iglesia de Sant Fèlix de Vilach (sí, románica, adivinaste), hay un estupendo panorama sobre Mijaran con los montes nevados de fondo. También de aquí parte la ruta Ribera del Salient que asciende por encima de los 2.000 metros hasta un mirador con incluso mejores vistas que el anterior (intentamos llegar pero la nieve nos lo impidió).
Arrós. Otro precioso pueblo con otra bonita Iglesia, esta vez gótica, la de Santa Eulalia. Aunque la verdadera razón por la que lo visitamos es que de aquí sale una pista que conduce a la cascada del Saut deth Pish. El camino estaba cortado por desprendimientos de roca cuando lo intentamos: las rutas de naturaleza no se pusieron de nuestra parte en este viaje, pero anótatelo por si tú tienes más suerte.
Salardú y Unha. Desde el aparcamiento de Salardú es posible llegar a pie hasta el pequeño Unha, encaramado en un montículo y como conservado en el tiempo. La románica Iglesia de Santa Eulalia es una maravilla; las casas que ves mientras atraviesas Unha no lo son menos, como la que acoge a día de hoy el Museo de la Nieve; y las vistas sobre el valle y sobre el propio Salardú son de quitar el hipo.
Baqueira. No creemos que haya más motivo para ir que acudir a su estación de esquí, pero claro, es una razón de peso. Fuimos con una super nevada y verlo todo blanco y las pistas tan cerca a tope de esquiadores tuvo también su punto. Si quieres realizar alguna actividad de invierno, Baqueira-Beret es tu lugar y lo difícil será elegir. Nosotros hicimos una excursión con trineo de perros hasta el refugio de montaña de Montgarri: ¡una auténtica pasada!
He aquí la mayor sorpresa del viaje: descubrir que en el Valle de Arán se estila tanto una buena barra llena de pinchos como en el mismísimo Bilbao. Por lo visto, cocineros vascos afincados en pueblos araneses instalaron en este valle la misma costumbre gastronómica tan típica en los bares de Euskadi y la aceptación fue total. El resultado es que puedes comer o cenar de taberna en taberna y de pincho en pincho. Nuestra ruta en Vielha:
Pero si te apetece darte un buen homenaje, Casa Irene en Artíes es tu lugar. Uno de los mejores restaurantes que hemos probado no solo en Valle de Arán, sino en el mundo. Obviamente no es barato, pero merece cada céntimo: todo está delicioso, los platos son originales y el trato es familiar y amable.
Anoche nos dimos un homenaje en #CasaIrene en #Arties Diego había venido de pequeño y siempre me decía que quería llevarme algún día. Incluso con expectativas así de altas, fue un lujo de cena #diegocomiendoporelmundo #ValleDeAran #valdaran #valdaranphotos #visitvaldaran pic.twitter.com/Utq69siv5X
— Vagamundos Viajeros (@VagamundosViaje) March 31, 2018
¡Y no puedes irte del Valle de Arán sin probar la olla aranesa! Viene a ser como el cocido típico en esta zona, pero un poco más desordenado: verduras, legumbres, carnes y fideos, todo junto, con sopa y bien calentito. Nosotros lo probamos en el refugio de Montgarri durante nuestra excursión, pero lo encontrarás en cualquier restaurante (el de Casa Irene sin ir más lejos es de los más recomendados).
Si ya te hemos convencido para conocer el Valle de Arán (¡hazlo!), te dejamos este mapa con nuestras direcciones útiles. A la vuelta, nos cuentas las tuyas 😉
Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0
Powered by WordPress.com. Tema: The Writer por Obox Themes.
5 Comment on “Valle de Arán: románico y nieve”