Hemos dudado de si publicar este ya tradicional post a modo de resumen viajero de los últimos 12 meses. A nadie se le escapa que 2020 no ha sido un buen año: no solo a nivel de turismo, desde luego, sino sobre todo en cuanto a salud, sociedad y economía global. El coronavirus le ha dado la vuelta a nuestro mundo y ha convertido 2020 en el peor año que ha vivido el planeta en lo que llevamos nosotros de existencia al menos. Puede parecer frívolo por ello hablar de viajar, pero es que este blog va de eso, así que hemos decidido que la COVID-19 no nos va a quitar nuestra tradición.

Somos conscientes de que con todo lo que ha ocurrido, lo de menos es que nosotros hayamos podido hacer más o menos planes o que hayamos perdido más o menos viajes (aunque personalmente nos da hasta pena leer el post de justo hace un año en que nos las prometíamos muy felices). Pero como ésta es la temática del blog y al final, más que menos, sí hemos viajado este 2020, ¡allá va el resumen viajero anual!

Empezamos enero con una vieja conocida: Lisboa, 9 años después. Encontramos la ciudad cambiadísima en muchas cosas, pero idéntica en otras. Nos gustó disfrutar de su arte callejero y del moderneo máximo en sitios nuevos como Lx Factory o Time Out Market, pero también pasear por las calles de sobra transitadas en torno a la Plaza de Comercio, el Barrio Alto o el Beco das Farinhas. Y además pudimos hacer una escapada de un día a Sintra y a sus palacios.

Stret art en la calle del elevador da Gloria, Lisboa
Stret art en la calle del elevador da Gloria, Lisboa

Un fin de semana de febrero (re)visitamos una vez más (y ya van taitantas) León: la excusa era un asistir a un concierto con amigos, pero volvimos a constatar lo mucho que nos gusta esta ciudad.

Y llegaron marzo, la pandemia, el confinamiento. Y prácticamente hasta el verano no nos desplazamos físicamente más allá de un kilómetro a la redonda, literalmente, respecto a nuestra casa en Madrid (como todos, claro). La primavera de 2020 no será recordada a nivel viajero, eso está claro. Con todo, nos sentimos afortunados por seguir sanos, nosotros y los nuestros, y por encontrar formas de escapar con la mente.

En junio volvió la (nueva) libertad y nuestras primeras salidas fueron dentro de la Comunidad madrileña. Así pudimos conocer sitios que, por cercanos, siempre postergábamos, como la Pedriza, el Castillo de Manzanares El Real o Patones y sus famosas cárcavas. No hay mal que por bien no venga.

Admirando las cárcavas tras el ascenso
Ruta a las cárcavas de Patones

Julio trajo consigo (por fin) un viaje más largo: en nuestro propio coche y sin desplazarnos grandes distancias, pero un viaje al fin y al cabo. El road trip empezó en la capital portuguesa del surf, Nazaré, que nos sorprendió para muy bien.

Vista de Nazaré y su playa desde el mirador de Suberco
Vista de Nazaré y su playa

Desde Portugal pasamos a Galicia, tras varios años sin ir. Y regresamos por la puerta grande, con un auténtico paraíso: las Islas Cíes. Por último, finalizamos en la tierrina, en Asturias, donde la meteorología se portó con creces y nos permitió recorrer nuevas rutas: al Pico Pienzu y la senda costera entre Celorio y Llanes.

Vistas de las Cíes desde el mirador Alto do Príncipe
Mirador Alto do Príncipe en Islas Cíes

En agosto volvimos a la costa. El confinamiento aumentó nuestra necesidad de naturaleza y, en mi caso particular, concretamente del mar, al que eché infinitamente de menos durante los meses que no pudimos salir de Madrid, así que en verano intenté resarcirme todo lo posible. El destino elegido fue Cabo de Gata: nuestra primera vez en la provincia de Almería nos dejó muy buen saber de boca, nos encantó su litoral volcánico y desértico y esperamos repetir algún día (en temporada baja a ser posible, con mucha menos gente).

La playa de Mónsul, en Cabo de Gata, Almería
La playa de Mónsul, en Cabo de Gata

El paso de agosto a septiembre nos pilló en otro road trip, esta vez hacia el sur, uniendo Huelva y el Algarve. La provincia onubense, una gran desconocida para nosotros hasta ese momento, se nos reveló como un gran destino de naturaleza y de gastronomía en las visitas que hicimos a la Costa de la Luz y Aracena.

Barcos en la playa de El Rompido, Huelva
Barcos en la playa de El Rompido, Huelva

Regresamos a Portugal por tercera vez en el año para seguir constatando lo muchísimo que nos gusta el país vecino. Y nos reafirmamos más en ello tras conocer su costa sur: la del Algarve es de las más bonitas que hemos visto. Desde los infinitos arenales de la ría Formosa en torno a Faro hasta las playas excavadas en los acantilados rocosos de Carvoeiro y Lagos.

Playa de Estudiantes en Lagos
Playa de Estudiantes en Lagos

El otoño estuvo marcado por nuevos confinamientos, más o menos restrictos, en los que aprovechamos, cuando pudimos, para seguir conociendo la Comunidad de Madrid, sobre todo su Sierra Norte que, comprobamos, está a la altura de muchos destinos naturales más lejanos. Así descubrimos la Sierra del Rincón, que es Reserva de la Biosfera o el Bosque Finlandés de Rascafría y visitamos de nuevo San Lorenzo de El Escorial, esta vez haciendo una estupenda ruta por su Bosque de la Herrería.

Vistas del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en el camino de ascenso a la Silla de Felipe II
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, desde la ruta a la Silla de Felipe II

Pero 2020 nos tenía preparada una sorpresa final: La Palma. Contra todo pronóstico, y tras 11 meses sin subir a un avión, volamos hacia una de las Islas Canarias que más ganas teníamos de conocer. ¡Y nos enamoramos de ella! Con su mezcla de volcanes, acantilados, bosques de laurisilva y playas negras la Isla Bonita ha sido uno de los mejores descubrimientos recientes.

Atardecer en el Faro de Fuencaliente, La Palma
Atardecer en el Faro de Fuencaliente, La Palma

Es cierto que perdimos viajes organizados, con todas sus reservas hechas, a Roma, Jordania o Barcelona, y otros medio planificados, como el deseado regreso a Islandia. Pero, dadas las circunstancias, no podemos quejarnos ni mucho menos del balance viajero de este año. Menos aún del balance vital, que es mucho más importante al fin y al cabo, y en el que no hemos tenido que contabilizar más perdidas que las de esos viajes.

El 2021 lo afrontamos esperanzados, pero sin ningún plan sobre destinos futuros (ni a corto ni a largo plazo). Y es la primera vez que vamos a entrar en un año nuevo así. Porque si algo hemos aprendido este 2020 es que hay que vivir el día a día y olvidarse de los planes a meses vista, por el momento. Estamos en terreno desconocido. Pero ahí nos hemos movido los últimos 9 meses también y hemos salido airosos. Habrá que ir improvisando…

Viajera, internetera, cinéfila, inquieta, 2.0

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